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Ciudad de Solaris, Solaris VII
Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada
19 de abril de 3056
Kai tardó un par de segundos en trasladar sus pensamientos del duelo de ’Mechs en el que estaba a punto de participar a los dos hombres que entraban en el vestuario. Cuando los reconoció esbozó una sonrisa y dio un paso al frente para estrechar la mano de Galen.
—No esperaba verte aquí.
Galen se encogió de hombros.
—Has estado enclaustrado en Joppo toda la semana preparándote para el combate, así que imaginé que ésta sería mi única oportunidad para desearte buena suerte antes de la lucha —dijo dando unas palmaditas a Kai en los brazos y girándose hacia el hombre que lo acompañaba—. Duque Peter Steiner-Davion, le presento a Kai Allard-Liao.
Kai hizo un gesto de asentimiento y estrechó la mano de Peter.
—Coincidimos en la Academia Militar de Nueva Avalon. El duque no iba conmigo, pero lo recuerdo bien. No le he visto desde el funeral de su madre.
—Me alegro de volver a verlo, Kai —dijo Peter asintiendo con formalidad—. Yo también le deseo buena suerte esta noche.
Aunque utilizó las palabras adecuadas, su tono contenía una extraña mezcla de apatía y hostilidad y la tirantez de su cuerpo reforzaba esa impresión. Es obvio que hay algo que no sé, pensó Kai.
—Gracias —contestó Kai—. Estará en mi cabina durante la lucha, ¿no? Y espero que mañana por la noche sea mi invitado en la cena que daré en la taberna «Sésamo».
Peter miró a Galen por un instante y asintió con la cabeza.
—Si puedo… Quiero decir, sería un honor. Le ruego que me perdone. Todavía me estoy aclimatando.
—Lo entiendo —dijo Kai mirando hacia el monitor holovisual que había en la pared del vestuario. Mostraba un primer plano de su cabina en el que aparecían Katrina y Omi conversando. Un contador digital en la esquina de la pantalla descontaba el tiempo que quedaba para el combate—. Sólo queda media hora, señores, así que debo volver al trabajo. Por favor, consideren mi cabina como su casa. Fuh Teng se asegurará de que tengan todo lo que necesiten.
—Bueno, mucha suerte otra vez —dijo Galen saludándolo con la mano antes de girarse hacia la puerta. Peter, que parecía ofendido por el despido, se giró con brusquedad y siguió a Galen fuera de la habitación. Kai se inclinó mientras éstos salían y se volvió a incorporar para que Tsen Teng pudiera subirle la cremallera trasera de su traje refrigerante.
—Tsen, vaya a mi cabina y asegúrese de que su tío cuida a Peter. Dígale que mime al hombre y que, si lo considera apropiado, controle la cantidad de alcohol que consume.
—Wo dong, Kai —dijo el hombre haciendo una reverencia antes de salir de la habitación para dejar a su maestro a solas.
Kai prefería estar solo antes de una lucha y la presencia de Peter lo había desconcentrado. Incluso durante su entrenamiento para el combate, Kai se había preparado mental y físicamente. A causa de la presión ejercida por las estupideces de Tormano en relación con la lucha, Kai se había aislado en la pequeña aldea de Joppo, donde te-nía amigos que podían ayudarlo a conseguir el estado mental necesario para la lucha. Sus esfuerzos habían funcionado muy bien, pese a que las acciones de Peter amenazaban con distraerlo.
Peter había estado muy fuera de lugar. El y Kai no habían coincidido mucho en la Academia Militar de Nueva Avalon. Era fácil atribuirlo a la división de clases, pero por aquel entonces Kai era tan inseguro que estar cerca de Peter y de su visión egocéntrica del mundo le habría hecho mucho daño.
A pesar de que Kai había reforzado la confianza en sí mismo como consecuencia de la guerra, seguía sintiéndose incómodo con Peter. El duque parecía guardarle rencor por el papel que ejercía en Solaris y no sabía si debía tolerarlo, o no. Si no estaba satisfecho, si sentía que no tenía ningún motivo, ningún objetivo, Kai sabía que Peter Davion era un hombre que podía causarle problemas.
Tal vez Kai pudiera hacer algo para ayudar al joven a entrar en Cenotafio. Al pensarlo hizo un gesto de rechazo y se dio cuenta de que debía deshacerse de esos pensamientos. Lo estaban distrayendo del trabajo que tenía entre manos.
—Esta noche me enfrento a Wu Deng Tang —se dijo a sí mismo en un intento de animarse—. Merece mi respeto y concentración y se los dedicaré enteramente.
Tormano Liao sonrió educadamente cuando Nancy Bao Lee trajo a Ryan Steiner una copita con una mezcla de aguardiente de menta y alcohol de grano conocido como CPP.
—Confío, duque Ryan, en que esto sea de su agrado.
Ryan aceptó la bebida, pero la colocó sobre el brazo de su silla sin probarla.
—Sí, Mandrinn, estoy seguro de que será perfecto. Le agradezco la invitación para ver la lucha con usted en su cabina.
Tormano siguió la mirada de Ryan hacia la pantalla holovisual instalada en un rincón de la habitación. En ella aparecían Peter Davion y Galen Cox reuniéndose con Katrina Steiner y Omi Kurita en la cabina de Kai.
—Sí, apuesto a que ninguno de los dos seríamos bienvenidos ahí arriba.
Ryan se encogió de hombros.
—Nunca le he visto ninguna ventaja a ser un perdedor digno.
—Yo nunca le he visto ninguna ventaja a ser un perdedor —dijo Tormano con una sonrisa forzada en los labios—. Sin embargo, sí que veo la ventaja de no robar a los demás ni inmiscuirse en sus asuntos.
—Sí, es cierto —afirmó Ryan—. Personalmente, considero la derrota como un mero obstáculo temporal en el camino hacia la victoria absoluta —añadió dando un sorbo de CPP y tragando el líquido sin muchos problemas—. Felicitaciones a su ayudante.
—Las acepto con agrado, duque Ryan —dijo Tormano sonriendo a Nancy, quien le devolvió la sonrisa—. Si me lo permite, tengo algo que comentarle.
—Por favor, adelante.
Tormano volvió a mirar hacia la pantalla holovisual mientras la cámara mostraba un primer plano de Peter.
—Como ya sabe, el príncipe Victor ha asignado a su hermano Peter la misión de contacto entre el gobierno de la Mancomunidad Federada y mi movimiento por una Capela Libre.
—Eso he escuchado —dijo Ryan mostrando indiferencia por la acción de Victor—. ¿Tiene algo que ver conmigo?
—Creo, señor, que tiene cierto interés de apropiación en Peter. Fia venido a Solaris debido a sus acciones.
Ryan se inclinó hacia adelante mostrando a Tormano su interés en la conversación.
—Eso si cree en los rumores que llevan a la moneda Davion a renegar de las mentiras Davion.
—Siempre he pensado que una acción vale más que mil palabras, duque Ryan. Peter era un obstáculo en la isla de Skye y por eso ha sido expulsado —dijo Tormano echándose también hacia adelante y hablando en un susurro de complicidad—. Lo que quiero preguntarle es lo siguiente: ¿Acaba usted con Peter o me lo quedo yo?
Ryan volvió a beber CPP y sujetó la copa con ambas manos al tragar.
—¿Sus planes para él desconcertarán a Victor?
—Sí, imagino que sí.
—Entonces, no hay más que hablar. Es suyo —dijo Ryan mirando a Tormano con sus oscuros ojos encendidos de fuego—. ¿Lo asesinará?
—Es muy probable.
—Entonces hágame un favor. Asegúrese de que nadie alberga dudas sobre quién causó su muerte.
—Eso, querido duque, no es ningún problema —dijo Tormano hundiéndose en la silla con los dedos entrelazados—. Cuando acabe con Peter Davion, nadie en toda la Esfera Interior se preguntará quién le arrebató la vida.
El asesino sonrió cuando Sergei Chou entró en la sala trasera del restaurante mongol en la frontera entre las Colinas Negras y Cathay.
—Buona sera, Sergei. ¡Cuánto tiempo!
—La verdad es que sí, amigo mío, mucho tiempo —dijo el capelense al tiempo que se sentaba delante del asesino manteniendo la expresión neutra de su rostro. El asesino se preguntó por un momento si Sergei no había advertido la señal, pero las siguientes palabras del hombre calmaron aquella preocupación—. ¿Comesta?
—Estoy bien —contestó el asesino sacando un disco óptico de datos de su bolsillo y colocándolo sobre la mesa—. Aquí encontrará la descripción de cierta munición especial que necesito. También quiero el rifle de siempre que su gente hizo para mí.
—Bene —dijo Chou examinando la pequeña estancia—. ¿Cuántas balas?
—Cincuenta. Utilice la mitad para hacer algunas comprobaciones de balística por mí cuenta.
-Tráigame los datos, el latón y los cartuchos sin utilizar la próxima vez que nos veamos. E importante.
—Capisco —dijo Chou estrechando la mano del hombre antes de salir de la estancia. Al hacerlo, el asesino vio que una pareja que estaba sentada junto a la puerta se levantó y lo siguió, de lo que dedujo que eran dos vigilantes más del equipo. Con ellos ya eran ocho y sabía que debía de haber al menos cuatro veces más tras sus pasos.
Un cartucho para Ryan y veinticuatro más para utilizarlos cuando me escape. Sonrió por un instante, pero borró la sonrisa de su rostro cuando el hombre de la mirada de hielo entró en la habitación.
—Chou no me fallará.
—Bien —dijo el agente de seguridad inclinando la cabeza hacia la puerta—. Ya has hecho tus compras. Es hora de irse.
El asesino asintió y se levantó con resignación. No engañaré a éste, pero los demás creerán que estoy acabado, lo que los hará más descuidados, menos atentos. Un descuido y me voy.