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Ciudad de Solaris, Solaris VII
Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada
24 de enero de 3056
Kai esperó a que los otros propietarios se sentasen en el imponente comedor de la taberna «Sésamo» antes de atravesar las puertas del ascensor privado que conducía al vestíbulo de las paredes de espejos. El diseño negro y rojo de la moqueta empezaba como un caótico enredo de color en el ascensor y acababa con unas ondas que se extendían a lo largo del perímetro de la inmensa estancia. El negro y el rojo competían para crear criaturas mitológicas y pintar saludos y proverbios chinos.
El vestíbulo conducía al comedor, en el que habían reproducidas dos copias de Kai que lo flanqueaban a medida que avanzaba hacia el laberinto de madera. Los complicados entramados y las delicadas pantallas cubiertas con pinturas de papel de arroz separaban la zona en una serie de alcobas discretamente ocultas para las citas privadas. Las luces bajas lo mantenían todo medio escondido entre unas sombras donde sólo unos reflejos de cinabrio y el caliente resplandor del oro bruñido traicionaban a las alcobas a medida que caminaba hacia el otro extremo de la habitación.
Los cuerpos idénticos de dos dragones formaban el arco que había sobre el umbral y sus colas aguantaban el techo perdido en la sombra de las alturas. A nivel del suelo, los dragones se encaraban enfurecidos sobre una superficie de tres metros. Cuando Kai pasó entre ellos, oyó un fuerte silbido estático y sintió un escalofrío, pero no se detuvo. Ambos formaban parte de un sistema diseñado para asegurar que nada de lo que se decía en el Reino del Dragón saliese de aquellas cuatro paredes a menos que uno de los participantes corriera la voz.
Esto sólo puede funcionar en Solaris. Tres de las cuatro paredes del interior del Reino del Dragón estaban decoradas con rocas artificiales. De las pequeñas grutas emergían hornacinas taoístas y budistas, velas y orquídeas perfectamente dispuestas. Había otras plantas que colgaban de las paredes donde borboteaban pequeños riachuelos desde las sombrías alturas hasta las oscuras charcas iluminadas por resplandecientes destellos que salpicaban la superficie.
La cuarta pared estaba hecha de cristal y dominaba la vista de Ciudad de Solaris. En cualquier otra ciudad, donde el sol sólo brillaba al menos ocasionalmente durante el día, la cavernosa sala se habría convertido en un afloramiento rocoso adecuado para que los niños hicieran sus picnics. En Solaris, en cambio, donde las nubes cubrían las luces estridentes de la ciudad y donde la propia ciudad aparecía como un cuerpo transparente con sangre de neón bombeando en su interior, el Reino del Dragón realmente se convertía en una guarida olímpica para aquellos que se definían a sí mismos como maestros del mundo.
—Bienvenidos, amigos míos —dijo Kai esbozando una delicada sonrisa, consciente de que el grupo que tenía frente a él era más peligroso que cualquier enemigo al que se hubiese enfrentado en un ruedo. Durante el tiempo que presidió la robusta mesa de ébano, no dejó de sonreír—. Confío en que venir aquí no les haya supuesto ninguna molestia. Como anfitrión de la reunión, había pensado que tal vez les gustaría probar un nuevo lugar.
La diminuta mujer sentada a su izquierda le devolvió una gentil sonrisa y colocó sobre la mesa el vaso de lo que parecía ser vino de ciruelas.
—Sí que es distinto, Kai. Yo esperaba que nos llevase a «La grúa». Se supone que es el mejor lugar de Cathay.
—Supongo que se dará cuenta de que, en atmósfera y cocina, la taberna «Sésamo» no tiene igual, especialmente en el recinto superior —dijo al tiempo que retiraba la silla y se sentaba—. George, el propietario, es un viejo amigo de la familia. Perdió su anterior establecimiento en Sian y se ha instalado aquí.
—¿Otra de tus acciones caritativas, Liao? —preguntó el hombre que había al otro lado de Fiona Loudon mientras miraba a Kai con el entrecejo fruncido—. Recoges más perros callejeros que la perrera.
—Creo que la caridad empieza en casa, Drew —replicó Kai.
No era ninguna sorpresa para él que Drew Kasek-Davion y Fiona se sentasen juntos. Ambos pertenecían a la Mancomunidad Federada, aunque llamar Davion a cualquiera de ellos habría sido una broma. Fiona, aunque era audaz —o tal vez porque era audaz—, evitaba la política.
Drew, que había heredado el sentimiento anti Davion de su último tío, Michael Hasek-Davion, se servía de la parte de ella y de algo más. Victor Davion solía bromear sobre Drew Hasek utilizando el nombre de Davion como un sufijo de su propio apellido. El príncipe decía que dejaba que Hasek lo conservara porque a la gente le recordaba a la terrible adicción a la política de Michael, frustrando así la lucha de Drew por el poder.
Thomas DeLon, Roger Tandrek y Winslow Kindt completaban el Comité de Indemnización de la Asociación de Propietarios de Agencias de Solaris. Aunque aquélla era la primera vez que Kai veía a Kindt, esperaba cierta hostilidad por su parte ya que el hombre actuaba en nombre del duque Ryan Steiner. El hecho de que hablase tan animosamente con Tandrek no auguraba nada bueno para Kai: el liaoita lo odiaba y estaba ansioso por ver cómo Wu DengTang lo hacía añicos.
DeLon, sentado al otro extremo de la mesa, mostraba una gran serenidad, lo cual sorprendía en cierto modo a Kai, porque el hombre del Condominio Draconis siempre había sido un foco de oposición para Kai y su política. Hasta el momento, Kai lo había atribuido a un sentido del honor equivocado, en el que los luchadores que entraban y salían eran puro mercantilismo, no milicia. ¿Qué escondes bajo la manga, Thomas?
Kai hizo una señal a George Yang y el personal empezó a servir la cena. Después de la sopa picante y agria hubo cerdo moo shu con salsa de ciruelas, pollo de sésamo, ternera kung pao y ternera de mandarinas. Las nueces lychee y el coñac coronaron una comida en la que los alimentos eran exquisitos y la conversación una suave abertura a las discusiones que empezarían cuando retirasen la comida.
Cuando hubieron recogido la mesa, Kai se apoyó en el respaldo de la silla y extendió las manos.
—Doy inicio a esta reunión del Comité de Indemnización de la APAS. Supongo que podemos elidir la revisión de las actas de la última reunión, a menos que el señor Kindt no haya tenido la oportunidad de ponerse al día.
Winslow Kindt sacudió la cabeza. Su cara ovalada y su constitución alta y delgada recordaban a Kai cómo se había sentido durante uno de los saltos de camino a Solaris.
—Creo que ya estoy al corriente, tanto de lo que ha pasado antes como de lo que el duque Ryan quiere que haga.
—Bien. ¿Viejos asuntos? —preguntó Kai mirando a Hasek-Davion—. ¿Drew?
—Son viejos asuntos, aunque no creo que sea nada sobre lo que podamos votar. Kai, ¿realmente cree que es necesario que haga público todo lo que hace? —preguntó el hombre regordete contrayendo las facciones de la cara—. Por ejemplo, no había ninguna razón para hacer pública la falsificación del acuerdo de las camisetas. Nueva Syrtis-Gap ofreció enseguida una indemnización, pero entonces apareció usted y sacó a la luz todo lo que habían hecho. Su comunicado les hizo perder mucho terreno en el Intercambio de Nueva Avalon.
Fiona soltó una delicada carcajada.
—Nuestro fondo de fideicomiso está en crisis, ¿eh, Drew?
—No hace gracia, Fiona. Las agencias se están viendo obligadas a recortar al máximo para conseguir beneficios y yo necesito que mis inversiones en otros mundos pasen épocas buenas y no sólo épocas de escasez. Nunca he tenido dos campeones a la vez en mi agencia. De hecho, ninguno de nosotros, excepto usted —dijo Drew entrecerrando los ojos—. Lo cierto es que los perjudicó con el convenio que impuso.
—Bien —dijo Kai—, porque lo cierto es que ellos perjudicaron a la gente con la que tenía mi acuerdo de licencia. Vi las ofertas de la NSGI por el derecho a distribuir nuestro logotipo e imagen por los Estados Sucesores y no me gustó. Mi gente estaba negociando con proveedores locales de aparatos deportivos y el gasto de esas negociaciones salió de Cenotafio, no de la APAS. Cuando la NSGI empezó a competir con mi gente, la perjudicó y no sabe hasta qué punto. Pero yo les devolví la pelota —explicó Kai inclinándose sobre la mesa con los dedos entrelazados—. Y si alguna vez descubro que son ciertos los rumores sobre los sobornos que acepta de la NSGI, Drew, iré a por su agencia más rápido que una bala.
—¡Por supuesto, señor Robin Hood! ¿Pero quién se cree que es? —gritó Drew dando un puñetazo en la mesa y apuntando hacia Kai—. Usted crea una organización benéfica y luego hace público el hecho de que una parte de las ganancias que obtenga irán para la organización. Además, pide a sus opositores que contribuyan, con lo cual usted queda muy bien, pero hace que el resto quedemos como unos miserables. Se niega a que la NSGI venda sus existencias y, a cambio, pide que también vayan para la beneficencia. La gente lo llama «alma de acero» y dice que protege un corazón de oro. En fin, si es tan fabuloso, ¿qué demonios está haciendo en el culo del universo?
—¿Quiere la verdad? Es un trabajo a jornada completa.
—Tiene algo de razón, Kai —dijo Roger Tandrek recostándose en su silla mientras se retocaba los extremos de su canoso bigote—. Todos aplaudimos sus caritativos esfuerzos, pero anunciarlos de la manera que lo hace les quita valor. Hay otros propietarios que me lo han comentado, así que no somos sólo nosotros. Ya sé que piensa que somos un grupo corrupto de barones buscadores de dinero…
Fiona golpeó suavemente la muñeca de Kai.
—Siempre he sabido que tenía una visión de veinte por veinte, Kai.
—… pero no todos somos tan ricos como usted —concluyó Tandrek mirando a Fiona con severidad, pero sin conseguir de la diminuta pelirroja más que un leve parpadeo.
—Roger, entiendo perfectamente lo que son. Ustedes ven Solaris y los juegos como un negocio. Piensan en beneficios y pérdidas y, al hacerlo, ven a los luchadores como el coste de entrenar a sus sustitutos —dijo Kai sacudiendo la cabeza—. Yo no los veo así.
—Eso es absurdo. Yo sé que son seres humanos y los trato como tales. Wynn Goddard es un amigo íntimo.
Fiona sonrió.
—Su gusto por las armas energéticas debe suponerle un trauma cuando llega el momento de pagar los gastos de munición, ¿no?
—Fiona, no necesito sus burlas —contestó Tandrek al tiempo que sus mejillas sonrosadas se tornaban moradas de enojo—. Kai, Wu Deng Tang es un buen amigo mío. Yo conozco a todos mis luchadores y los trato bien. Sin embargo, por mucho que me gusten, tengo que dirigir la agencia como un negocio. Tengo gastos y tengo inversores con los que contar.
Kai sacudió la cabeza.
—Yo los considero gente y mi agencia obtiene tantos beneficios como la suya, tal vez más. Yo conseguí encontrar una solución para el problema de entrenamiento.
Drew soltó un gruñido de frustración.
—Claro, contratar a veteranos de la guerra de los Clanes fue muy inteligente.
—Ustedes podrían haberlo hecho.
—Sí, pero entonces habríamos tenido que igualar sus ofertas salariales con luchadores que no han demostrado sus habilidades —dijo Tandrek sacudiendo la cabeza al mirar a Kindt—. Su padre nunca habría hecho negocios así.
Kai soltó una sonora carcajada.
—Si yo fuera mi padre, sabría más de lo que yo sé sobre sus operaciones y los tendría a todos a mis órdenes. De lo que no se dan cuenta es de que el universo ha cambiado, y ha cambiado drásticamente. Durante mucho tiempo, Solaris fue una fuente estable de entrenamiento e ingresos. Pagamos impuestos, las compañías que comercializan nuestra mercancía pagan impuestos y la gente que compra nuestro producto paga impuestos. Teníamos una cantidad real en nuestras manos, algo que todo el mundo quería y no teníamos competencia.
»En fin, los Clanes lo cambiaron. Nuestra competencia se limita a secuencias filmadas por un cámara novato durante las invasiones de los Clanes en los mundos fronterizos. Lo real compite con nosotros. Las cosas ya no son fáciles allí fuera, así que, ¿por qué van a ser fáciles aquí?
Kai miró a Fiona.
—Ella vio lo que venía y lo planeó de antemano. Los contratos de Fiona con sus luchadores están acorazados y la gente los firma porque obtiene beneficios a largo plazo por el buen servicio. Creo que sus contratos son poco más que un paso más allá de la esclavitud, pero la gente que los firma son adultos capaces de tomar decisiones propias y racionales.
—Usted sí que sabe cómo halagar a una mujer, Kai.
—El resto de ustedes trata a sus pilotos como si fueran jinetes a lomos de caballos de carreras, no como guerreros que arriesgan sus vidas cada vez que se preparan para una lucha. Yo valoro el riesgo que corren porque es el mismo que yo tengo que correr. Quiero que se les compense de forma justa por su actividad y eso es lo que hago. Y eso es lo que ustedes tendrán que hacer si quieren competir aquí.
Winslow Kindt sacudió la cabeza.
—Me doy cuenta de que soy nuevo aquí, pero me gustaría decir que está equivocado, señor Allard-Liao. Los estatutos de la APAS, de los que Cenotafio es signatario, dejan bien claro que usted ha violado la cláusula de remuneración justa de sus estatutos desde su llegada a este lugar. Sugiero que esto invalide su participación en este comité e, incluso, exija una investigación exhaustiva de Cenotafio y la confiscación de su título en beneficio de Victor Vandergriff de los Tigres de Skye.
Roger Tandrek parecía estar a punto de explotar, mientras que Drew Hasek-Davion permanecía apoyado en el respaldo de su silla con la mirada fija en el firmamento. Fiona mecía su copa de coñac y reía con discreción.
—¿Se ha encontrado el talón de Aquiles?
—¡Si el título queda confiscado yo me decanto por Wu DengTang!
——Ah, sí, sí, muy bien —dijo Drew mostrando sus dientes amarillentos al esbozar una malévola sonrisa—. La fórmula de distribución de la remuneración… Me gusta.
Kai se esforzó por contener sus emociones y dejó que aquel momento de pánico se disipara.
—¿Le importaría ser más específico, señor Kindt?
—Por supuesto —contestó Kindt repicando los dedos mientras se inclinaba hacia adelante y colocaba los codos sobre la mesa—. Como Drew ha sugerido, se refiere al lenguaje utilizado en la fórmula de retribución del luchador. Especifica que todos los ingresos procedentes de las ganancias, las promociones y otros bonos y planes de remuneración opcional se facturen juntos para determinar la remuneración de los luchadores de categoría inferior dentro de una agencia.
Kai hizo un gesto de asentimiento.
—Estoy familiarizado con la terminología. Se estableció para garantizar que los guerreros que no alcancen los medios de comunicación interestelares puedan beneficiarse de la remuneración de las agencias mediante las redes de emisión. Nosotros utilizamos la fórmula y Cenotafio es la única agencia que hace una auditoría pública al final de cada año fiscal.
—Encomiable, no cabe la menor duda, señor Allard-Liao, pero, como recordará, la remuneración de un luchador de primera se limita a un máximo del cuatrocientos por cien por encima de los luchadores de primera que le siguen. Aun así, los ingresos de los que usted ha informado tenían un exceso del veintisiete mil por ciento por encima de su siguiente luchador.
El joven MechWarrior asintió con la cabeza.
—Vaya, de modo que contó los ingresos que obtuve como propietario de Cenotafio y los sumó a mis ganancias y remuneraciones como campeón, ¿correcto?
—Me temo que sí —contestó Kindt en tono de disculpa—. Lo que es bueno para el ganso, en este caso, servirá de lección a la oca.
—La fórmula de remuneración no se creó para ser aplicada a las ganancias de propiedad —dijo Kai con el entrecejo fruncido—. Por supuesto, la fórmula se estableció cuando no había propietarios-luchadores, de modo que nunca se dio el caso. Una cuestión interesante, señor Kindt, pero más apropiada para la corrección de los estatutos propuesta para nuestra próxima reunión general.
—Disculpe que difiera, señor —dijo Kindt repicando los dedos entre sí—. Este comité tiene el poder de suspender la licencia de una agencia si encontramos y verificamos actividades corruptas relacionadas con la remuneración de los luchadores de ruedos. Aunque esto sea una supervisión, me siento obligado a formalizar la moción para la suspensión de la licencia de Cenotafio…
Su tono se fue debilitando intencionadamente mientras Kai mantenía la cabeza inclinada hacia el hombre. Kindt había entendido bien la reunión. Sabía que probablemente Kai y Fiona votarían en contra de la moción, pero que los otros cuatro votarían a favor, consiguiendo así las dos terceras partes de la mayoría necesaria para aprobar la suspensión. El campeonato quedaría aplazado hasta la próxima reunión general de la Asociación de Propietarios dentro de dos meses. Tandrek, Hasek-Davion y los demás presentarían un plan inmediato para un torneo provisional, que el Comité de Campeonatos seguramente aprobaría, y lo celebrarían antes de que Kai saliera de suspensión. Sin nadie a quien elegir para la lucha en la agencia Cenotafio, toda su gente saldría perjudicada.
A menos que…
—¿Qué quiere el duque Ryan de mí?
—¿Querer de ti? Sólo una oportunidad para tener un campeón, lo mismo que desea cualquier otro propietario. La defensa de su título es dentro de dos meses. Él propone que luche contra Victor Vandergriff dentro de un mes. Con sus probabilidades para conseguir el título, dos luchas en dos meses no debe de ser tan complicado.
Ahí está. Una jugada limpia y precisa. Si Kai aceptaba la petición de lucha, el duque Ryan haría una pequeña fortuna en derechos de medios de comunicación, cantidad que le ayudaría a recuperar lo que había pagado para comprar Oonthrax. Además, obtendría el voto de Kindt, si uno de los otros rechazaba la moción, y el empate a tres lo mataría. Si Kai no aceptaba, perdería el campeonato y Cenotafio podía verse seriamente perjudicada.
—¿Algún voto a favor?
—Yo secundo la moción —dijo Drew balanceándose en su silla como un niño a la espera de su primer ’Mecharama.
Kai asintió.
—Los votos de sanción son verbales y deben ser registrados. ¿Señor Kindt?
—Sí, señor.
—¿Señor Tandrek?
—Sí, señor.
——El señor Allard-Liao vota que no. ¿Señorita Loudon?
—No, señor.
—Señor Hasek-Davion.
—Sí, señor.
Kai miró hacia el otro extremo de la mesa, donde se encontraba Thomas DeLon.
—El voto decisivo es suyo, Thomas.
—Lie.
Kai no podía creer lo que había oído.
—En inglés, por favor, para el registro.
—No, señor, voto que no —contestó DeLon con indiferencia, a pesar de que a Kai le había parecido que le dirigía una mirada maliciosa a Fiona tras la votación.
Drew, Tandrek y Kindt se quedaron atónitos.
——Según mis cálculos, la votación resulta en tres a favor y tres en contra. La moción no consigue la mayoría necesaria.
Fiona sonrió a Kai.
—Propongo que levantemos la sesión.
DeLon asintió con la cabeza.
—Yo secundo la moción.
—Todos los que estén a favor que digan «sí, señor».
Tandrek cambió de opinión con respecto al voto anterior y disolvió la reunión. Fiona condujo a los tres camaradas frustrados fuera de la estancia, dejando a Kai y DeLon a ambos extremos de la mesa.
Kai frunció el entrecejo.
—Esperaba que votase con Kindt. ¡Demonios! Creía que usted había ingeniado esta maniobra.
—Fue idea suya —dijo DeLon—. Me pareció inteligente y en otro momento la habría apoyado, aunque admiro su coraje al rechazar su propuesta.
—¿-Por qué no la secundó?
DeLon esbozó una sonrisa.
—Tiene razón, Kai: el universo está cambiando. Una visitante del sector Kobe ha expresado su deseo de sentarse en su cabina cuando defienda su título. Ella considera su concesión un gran honor.
Omi. Kai asintió.
—Tengo que darle las gracias.
DeLon se puso en pie y colocó la silla en su sitio.
—También quedó impresionada con sus ideas para Solaris. Su opinión me ha abierto los ojos en muchos aspectos —dijo con una sonrisa en los labios—. Enfrentarse a contrincantes como Kindt y Hasek-Davion no supone un gran honor, pero tal vez encuentre alguna distracción ayudándolo a acelerar el paso hacia el cambio en Solaris.