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Ciudad de Solaris, Solaris VII
Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada
19 de abril de 3056
Aunque temía que lo hiciera parecer como un completo idiota, Galen no pudo reprimir una amplia sonrisa en sus labios. Sentado en la hornacina de Kai en Valhalla, con Katrina a su lado, se sentía el rey del mundo al ver una reposición del holovídeo en el que aparecían los trabajadores de Ishiyama sacando al furioso Victor Vandergriff de su Goliath demolido. Estoy vivo y hemos ganado, y la duquesa parece alegrarse de ambas cosas.
—Creo que nunca me he visto en combate. Bueno, al menos no así —dijo Galen sirviéndose más timbiqui oscuro en el vaso, con una espesa capa de espuma—. He visto secuencias de mí en algún ROM de batalla, pero nunca así.
Kai asintió con la cabeza y meció el vaso de vino que sujetaba por la base.
—No hay muchos campos de batalla con tantos ángulos de cámara como estos ruedos. Ishiyama es muy bueno y sus directores son unos expertos en pasar a otro ángulo en el momento exacto. De hecho, la lucha empieza unos diez minutos antes que las demás imágenes «en vivo». Permite a los directores y editores unir un conjunto de secuencias sin interrumpir el combate con descansos publicitarios.
—Espero que la lucha fuera buena.
Katrina sonrió a ambos.
—Lo fue, muy buena. A mí no me gustan estas luchas, especialmente cuando participan buenos amigos, pero los que estaban en la cabina de DeLon parecían encantados —dijo antes de arrugar la nariz en señal de desagrado—. Bueno, Ryan no, por supuesto, pero eso es problema suyo. Yo también estaba emocionada —añadió en un susurro ronco que hizo sonrojar a Galen.
Kai hizo un gesto de asentimiento y dio un sorbo de vino.
—Fuh Teng dijo que había ido bien, Galen. Has recibido muchos elogios por aquel atrevido salto por encima del Stalker de Edenhoffer. No hay muchos pilotos con suficientes agallas para hacerlo.
—¿Agallas? —exclamó Galen sacudiendo la cabeza—. Era eso o la muerte. No tuve mucha elección.
—¿De veras? —preguntó Kai con una ceja arqueada—. La mayoría de los pilotos que conozco habrían titubeado antes de saltar sobre un saliente de siete metros de anchura frente a un veloz Goliath.
—Pero… —dijo Galen quedándose pensativo por un instante—. Bueno, pensándolo bien, supongo que el LZ era un poco estrecho y caliente, pero yo esperaba que acabases con Vandergriff como muy bien hiciste.
Kai miró a Katrina.
—Hazme el favor de llevártelo de aquí. No necesito competencia para el campeonato. Cualquiera capaz de describir aquella zona de aterrizaje como «un poco estrecha y caliente» es un aspirante al título.
—Nos iremos tras tu victoriosa defensa del título —dijo Katrina haciendo un guiño a Galen—. Si pierdes, él vengará tu derrota.
Kai soltó una carcajada.
—Podría hacerlo ahora. Esa licencia de aprendiz se convirtió en una licencia de clase seis con su victoria. Me gustaría tenerlo en mi agencia, pero dudo que pudiera pagarle lo suficiente para que se quedara aquí.
Galen estaba a punto de dar las gracias a Kai por el cumplido cuando una mano abrió de golpe la cortina de la hornacina. La brusquedad de la acción hizo pensar por un momento que Vandergriff o Edenhoffer habían venido para continuar con los puños lo que no habían conseguido con sus ’Mechs. Pero la idea se desvaneció cuando un hombre con el traje rojo de un semicapiscol apareció en la entrada.
Kai levantó la vista hacia el hombre.
—¿En qué puedo ayudarlo, capiscol?
El agente ComStar sacudió la cabeza y miró directamente a Katrina.
—¿Duquesa Katrina Steiner-Davion?
—S… sí —contestó con voz trémula al observar la severa expresión del hombre.
—Tengo un holodisco para que lo vea en privado —dijo al tiempo que sacaba el disco del interior del traje—. Es confidencial y concierne a su hermano.