Nave de Descenso Zarevo, destino Shiloh

Liga de Mundos Libres

Un estruendoso golpe despertó a Peter. Al principio pensó que estaban siendo atacados, pero luego se dio cuenta de que no podía ser porque Khorsakov lo habría despertado mucho antes de que se acercase el enemigo. Cuando su mente fue capaz de razonar, los ecos que oyó en la nave le confirmaron el ruido.

Una lanzadera se ha acoplado a nosotros. Peter miró a través de la pantalla visora de su cabina y vio una esfera en la lejanía con un rastro de fuego tras de sí. Una Nave de Descenso de clase Overlord. ¿Refuerzos? Peter frunció el entrecejo, extrañado de que Tormano se hubiese permitido el lujo de contratar a más mercenarios. Sin embargo, la recepción de una lanzadera desde la nave indicaba claramente que no eran fuerzas enemigas. O, al menos, no son hostiles.

Se puso rápidamente un traje de salto, se peinó la cabellera pelirroja con los dedos y se dirigió hacia la escalera de cámara. No vio a nadie, lo cual no era sorprendente ya que la mayoría de los guerreros estaban durmiendo para prepararse para la batalla. No obstante, el hecho de que ni Khorsakov ni su hijo lo hubiesen ido a buscar era preocupante.

Cuando llegó a la sala vio a dos hombres de espaldas que llevaban un uniforme negro y dorado. El coronel Khorsakov, pálido, levantó la vista cuando Peter entró en la estancia y empezó a musitar una disculpa que éste no quiso escuchar.

—Me ha decepcionado, coronel. Ya hablaré con usted más tarde.

Agarró a uno de los dos intrusos y lo giró hacia él.

—¿Quién demonios son ustedes? ¿De dónde vienen? ¿Por qué están aquí?

El hombre se liberó de la mano de Peter con un leve movimiento de hombro.

—Usted sabe quién soy, Peter Davion, y sabe que vengo de Solaris. Es hora de que dé media vuelta y se vaya antes de que destroce la Esfera Interior.