Tharkad
Distrito de Donegal, Mancomunidad Federada
—¿Está seguro de que son los Décimos Guardias de Skye? —preguntó Victor mientras contemplaba el visualizador holográfico de la isla de Skye, que flotaba por encima de la mesa de instrucciones negra con forma de rombo.
Alex Mallory, secretario de Inteligencia, asintió solemnemente.
—Los Décimos están lejos de su base y dicen que la unidad está entrenando. La oficina del mariscal de campo niega tener conocimiento de una operación, pero los registros de comunicaciones ComStar que nos llegaron a través del oficial de contacto de la oficina del capiscol marcial demuestran que el duque Richard ha establecido comunicaciones con las Naves de Salto que aparecieron con los Guardias en el sistema Glengarry el uno de abril.
—Esperaba que Ryan atacara Glengarry, pero no tan rápido.
Mallory adoptó una postura firme, lo que lo hizo parecer mayor y recordó a Victor que el hombre que había aconsejado a su padre durante un cuarto de siglo había sido torturado en Sian al servicio de Hanse Davion.
—No puedo estar seguro de que Ryan o Richard Steiner hayan autorizado esta actividad. Es posible que el barón von Bulow haya lanzado el ataque por iniciativa propia en un intento de recuperar la propiedad de Glengarry. Richard Steiner está ayudando e instigando la acción sin hacer nada, pero es probable que la mayoría de las unidades que ahora están estacionadas en Skye apoyen la acción en lugar de oponerse a ella.
—Acababa de conceder Glengarry a la Legión Gray Death el día en que esas Naves de Descenso aparecieron en el sistema Glengarry. Los Guardias debieron de saltar al sistema el día que otorgué el premio.
Curaitis, sentado entre los otros dos hombres, asintió con la cabeza.
—El barón se enteró de la investidura con antelación.
—¿Con cuánta antelación?
—Veinticuatro horas.
Victor sonrió.
—Bien, eso significa que es una acción precipitada. El hecho de que Glengarry sea un mundo tan atrasado dificultará a los Guardias el suministro de provisiones. La Legión Gray Death no abandonará el mundo sin luchar.
—Sólo la mitad de la Legión está en el planeta, señor.
—Ya lo sé, Curaitis, pero el resto no tardará en llegar.
Alex sacudió la cabeza.
—Puede que no lleguen a tiempo para que la Gray Death gane el combate, pero tampoco podemos proporcionarles más ayuda. No disponemos de tropas leales en Skye y si enviamos algunas parecerá una agresión Davion, hecho que sólo beneficiaría a Ryan.
—Bien pensado, sí, pero podemos hacer algo —dijo Victor echándose hacia adelante al tiempo que enumeraba con los dedos—. Primero, daremos prioridad a las estaciones de recarga para que revisen las naves mercantes en primer lugar, mis transportes militares en segundo y, finalmente, las naves de Richard, sobre todo finalmente. También quiero abrir nuestros almacenes estratégicos de cereales, otros alimentos y combustibles en los planetas más próximos. Inundad esos mundos de alimentos y combustibles baratos. Decid a todo el mundo que la Federación de Soles goza de unos cultivos extraordinarios y que la gente ofrece esta recompensa para ayudar a sus primos liranos. Declarad festivo el día del aniversario de la muerte de mi madre sin reducción de salarios.
Alex Mallory se quedó perplejo.
—Alteza, esta generosidad será muy cara.
—¿Más que perder Skye?
—No, pero las corporaciones querrán ser indemnizadas por la reducción del precio de los alimentos y los combustibles.
—Bien, lo haremos. Necesito esta distribución en masa porque voy a nacionalizar las milicias locales. Quiero controlarlas directamente. Ya sé, ya sé, no puedo confiar en todas ellas, razón por la cual tendremos a algunas de ellas haciendo de Santa Claus en sus mundos. También les daremos paga extra. Las demás unidades mantendrán la paz y vigilarán a las de Richard. Si podemos localizar el conflicto y conseguir que no salga de Glengarry, tendremos una oportunidad para acabar con esta rebelión antes de que muera demasiada gente.
Alex asintió con admiración.
—Es el tipo de plan que vuestro padre habría elaborado. ¿Hablaréis con Carlyle?
—¿Cómo podría hacerlo? Tendría que hacer promesas que no podría cumplir. Lo que quiero que hagan es solicitar dos regimientos de Montañeses del Viento del Norte en nombre de Carlyle como barón de Glengarry. Si intenta defender el mundo con sus propios hombres, puede que no sea bastante. No podemos arriesgarnos a perder Skye, pero tampoco podemos intervenir directamente con las tropas de la Mancomunidad Federada. Sin embargo, los refuerzos solicitados por el legítimo barón de Glengarry para proteger su feudo ayudarán a Carlyle y mantendrán mi nombre al margen.
—Ya entiendo, señor —dijo Alex con expresión intransigente—. ¿Algo más?
—Dos cosas. Primero, sopese hasta qué punto podemos presionar a ComStar para enviar a esos malditos Elementales a Solaris para el combate de Kai. Tendremos que trazarles una ruta por fuera de la Marca de Skye porque el universo entero se desmoronará si Ryan se entera de que han atravesado su territorio para llegar a Solaris.
—De acuerdo con lo de Ryan. Me ocuparé de ello. ¿Y lo segundo?
Victor esbozó una amplia sonrisa.
—Hable con la gente de Kai y consiga un acuerdo sobre los derechos de emisión de la lucha entre él y Galen contra los luchadores de Ryan. Hagamos que todos los habitantes de la isla de Skye presencien el ridículo de Ryan.
Curaitis entrecerró los ojos.
—¿Qué pasa si Kai y Galen pierden?
—Las posibilidades de que pierdan son casi las mismas de que Ryan consiga que la isla de Skye se escinda de la Mancomunidad Federada —dijo Victor bajando tanto el tono de voz que los otros dos hombres apenas oían sus palabras—. Pero si es un juego de posibilidades, puede que la suerte esté de nuestra parte.