Epílogo
Excepto unos pocos, los personajes de esta novela son totalmente inventados. De todos ellos en realidad solo existió el desventurado rey, que perdió la cabeza ya en las primeras páginas, y algunos miembros del almirantazgo cuya importancia en la historia no es muy relevante.
Por otra parte, también existió de verdad el famoso buque insignia de la flota del Parlamento, el Resolution, que tras la restauración de la monarquía volvió a llamarse Prince Royal y se convirtió en una joya de la Marina real británica. Desde esa fabulosa fragata, un almirante llamado Ayscue ordenó la represión del alzamiento de Barbados, pero en esta novela a los acontecimientos que acompañaron los hechos les he añadido una buena dosis de ficción y unos cuantos adornos.
A principios del año 1652, el Consejo de la isla reconoció la autoridad del Parlamento inglés, pero se le permitió tener una constitución propia, que fue la primera del Nuevo Mundo. El gobernador —que, excepto por el cargo, no tiene nada que ver con el personaje de la novela Jeremy Winston— fue obligado a abandonar Barbados, y sus sucesores se encargaron de que el comercio del azúcar siguiera floreciendo.
En cuanto a los personajes del libro, es posible que más de un lector se pregunte qué fue de ellos. A pesar de que en realidad no existieron eso no significa que su historia no pueda seguir siendo contada. En cuanto a las cuestiones pendientes —por ejemplo, adónde fueron Duncan, Elizabeth y los demás con el Elise, quién los acompañó y quién se quedó en Barbados—, eso forma parte de otra historia, que bien podría ser la continuación de esta. Se conocerá en otra novela que también tiene lugar en el Caribe…