Ánimo decaído, falta de apetito, angiogénesis continuada en el interior del cuerpo deformado. Pero está viva. Jódete, Dios, jódete, Muerte, jódete, puto Cáncer. ¡Ella todavía está viva! [Notas de laboratorio, 16/01/05]
El impacto fue tan rápido que se perdió la mayor parte. Estaba mirando hacia el lado incorrecto cuando ocurrió. Perdió la conciencia durante un momento y luego se despertó de nuevo. Algo estaba ardiendo, Bannerman Clark notaba el calor en la pierna. Tan sólo tenía una pequeña molestia en el pecho. Bajó la vista y deseó no haberlo hecho. Tenía clavada una pieza irregular de acero que lo mantenía unido a un costado del helicóptero destrozado. Era como una mariposa pegada en un expositor. Sería mejor no tratar de moverse, decidió. Era mejor limitarse a esperar. El calor en su pierna estaba haciéndose más intenso y olía su carne quemándose, sin embargo, no había dolor.
Hubo un momento después de que tirara a la chica por la escotilla, un solo momento, en que pareció que el piloto iba a lograr aterrizar sin problemas. También había tenido la impresión de que Vikram iba a matar de verdad al hombre muerto sin brazos. Era una posibilidad de seguir adelante con la misión.
Algo se arrastró cerca de él, iluminado por las llamas.
Había habido un momento y el momento había pasado. El piloto había comenzado a chillar y luego se había quitado el cinturón para intentar huir, huir del cadáver asesino. Tras eso sólo habían hecho falta un par de segundos para que el helicóptero chocara contra la montaña.
La cosa reptante se acercó. Clark abrió los ojos, a pesar de que no quería hacerlo. Tenía una vaga idea de lo que iba a ver. Un persona muerta, una persona muerta hambrienta, viniendo a comérselo. Lo único de lo que no estaba seguro era de quién se trataría.
Era Vikram. La cara del comandante sij estaba aplastada por un lado y le faltaba un ojo. Su turbante había desaparecido y su larguísimo cabello caía sin más sobre el suelo. Todo un lado de su cuerpo parecía no funcionar. No dijo una palabra mientras se arrastraba hacia él. Tenía la boca abierta, los dientes muy blancos.
Vikram llevaba un cuchillo en su cinturón. Un kirpan, que era más parecido a una espada corta. Era uno de los objetos religiosos que debía llevar consigo en todo momento. Vikram ni siquiera parecía consciente de contar con el arma, tenía dientes y uñas y eso era todo lo que necesitaba. Clark pensó que podría coger el cuchillo del cinturón y destruir el cerebro de su amigo con él. Era lo mínimo que podía hacer.
Dando por sentado que pudiera levantar el brazo. Dando por sentado que Clark no estaba completamente paralizado.
Vikram se arrastró un centímetro más. Estaba casi a su alcance. Era hora de descubrirlo.