¿Dónde está el punto de encuentro de emergencia de su familia? ¿Dónde está su bolsa de efectos personales en el trabajo, la escuela, el coche? ¿Para cuántos días tiene agua almacenada en casa? [Preparativos de Emergencia, Actualización n.º 7, publicado por la Agencia Federal de Logística de Emergencia (FEMA), 1/05]

La lámpara de keroseno hizo un chasquido al encenderse y arrojó un destello amarillo sobre los tablones desnudos del sótano de Bleu.

Dick todavía podía ver la luz de la luna colándose entre los listones y se preguntó cuánto tardaría uno de los alpinistas homicidas en entrar a la fuerza. Bleu no parecía particularmente asustada. Sólo ansiosa por zanjar el trabajo.

—¿Qué les ha pasado? —preguntó Dick—. ¿Qué hace que la gente se comporte así?

—Iba a preguntarte lo mismo. Tiene que ser algún tipo de germen de guerra del gobierno que no ha salido bien, ¿no? —Bleu levantó el farol y descendió dando fuertes pisotones un estrecho tramo de escalera tallado en la tierra. Penetraron en una cavidad de techo bajo y paredes circulares y Bleu colgó el farol en un poste de madera que sujetaba el techo como un palillo de dientes sujetando la boca de un gato cazador en los dibujos animados. Pilas de cajas de cartón y bolsas llenas de patatas y rábanos ocupaban la mayor parte del espacio. En el extremo más alejado de la escalera había una puerta de plástico negro del tipo que utilizan los contratistas. Bleu fue hasta la puerta y se detuvo.

—Yo creía que si alguien podía saber algo, serías tú. Demonios, chaval, ésa es la razón por la que te llamé.

Dick abrió los ojos como platos.

—¿Yo? Yo sólo soy un burócrata de bajo rango. ¡Un inspector de ganado! No sé nada de guerra biológica. —Se tomó un segundo para pensar. Él trabajaba para el gobierno, que debía de ser todo lo que le importaba a Bleu—. Mira, estoy de tu lado —dijo él, tratando de recordar qué defendían los hippies. Lo del flower power, claro, y no les gustaba nada lo de la guerra de Vietnam—. Mmm, paz y amor, ¿no? Todo lo que necesitas es amor.

Bleu abrió la puerta resistente al agua y la luz se derramó sobre el contenido del interior. Cinco rifles de caza alineados, la mayoría eran armas del calibre 22 de proyectil reforzado, pero también había un buen 30-06 de los antiguos. Aún más descabellado: uno era un potente rifle de caza mayor, de munición de punta blanda, un rifle de cerrojo Weatherby Mark V Safari Custom, algo que Dick sólo había visto en revistas de armas. Un arma para elefantes, para ser francos, aunque lo más probable era que la familia Skye planeara utilizarlo contra los osos cuando lo compraron.

Bajo la hilera de rifles colgaban tres escopetas de varios calibres, y más abajo pistolas y revólveres lo bastante potentes para partir a un hombre por la mitad. En el fondo del armario había una caja detrás de otra de munición, artículos de limpieza para las armas y fajos de dianas de papel, algunas de ellas ya utilizadas. En la parte de atrás de la puerta alguien había pegado una diana que mostraba una silueta humana con el blanco donde estaría el corazón del hombre. Dick descubrió una agrupación casi perfecta, seis estrechos agujeros justo en el centro. En el hueco en blanco de la diana alguien había escrito: ¡BUEN DISPARO, STORMY! y 17 DE OCTUBRE DE 2002, EL GRAN DÍA DE STORMY.

Dick no pudo evitar quedarse mirando. Estaba ante un arsenal, el sueño húmedo de cualquier obseso de la supervivencia, que contaba con pistolas suficientes para contener una invasión de agentes de la ATF[4] y el FBI durante una semana. Él creía que un túnel del tiempo lo había mandado de vuelta a Woodstock. En cambio, había entrado en Ruby Ridge[5].