POR FAVOR, ATENCIÓN: NO SE PERMITIRÁ EL ACCESO A ESTADOS UNIDOS A CIUDADANOS EXTRANJEROS A MENOS QUE PRESENTEN LOS DOCUMENTOS MÉDICOS AUTORIZADOS Y ACTUALIZADOS. DE LO CONTRARIO PUEDEN SER ENCARCELADOS [Cartel colgado en Aduanas, Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, 01/04/05]
—Este civil reconoce el talento cuando lo ve, sí señor, eso es lo que está sucediendo —dijo Vikram, agarrando un asa de nailon mientras el Black Hawk se elevaba y alejaba del lado de la prisión.
—Está cubriéndose las espaldas. —De vuelta a California. Bannerman Clark odiaba volar. De Washington a Denver en otro Airbus vacío. Cambio a un helicóptero Black Hawk a Florence para recoger a Vikram, ahora oficialmente vinculado al recién nacido Action Time, para llevarlos a los dos de regreso al Aeropuerto Internacional de Denver. Luego un transporte militar, probablemente un viejo DC-10, a juzgar por la suerte de Clark, luego otro helicóptero para trasladarlos a un lugar llamado Kern County, donde era posible que alguien hubiera visto a la chica rubia de acuerdo con un aviso telefónico de la orden de búsqueda y captura.
No importaba. Ni el tiempo perdido, ni el jet lag, ni la comida mala, ni el aire de circuito cerrado.
—Lo busqué en Nexis cuando despegué en el aeropuerto de D. C. Es un trepa jugando a ser un joven turco a la tierna edad de cincuenta y dos años. Está intentando hacerse con un puesto en el gabinete. No quedó conmigo en el Pentágono, no pregunté el motivo, pero me lo imagino. Quiere mantenerme en los libros, pero fuera de cartel.
—Te quiere como comodín. Este hombre está haciendo juegos de manos mientras la casa está en llamas.
Clark extendió un dedo sobre su nariz. Vikram lo había cogido a la primera.
—No olvidemos que estamos hablando de civiles del Departamento de Defensa. Generales de despacho. —No necesitaba añadir más. Durante los últimos treinta años, Vikram y Clark habían recorrido el mundo al capricho de hombres de grandes ideas y planes blindados. Los soldados, e incluso países enteros, no eran más que piezas en un tablero cuando los observabas desde esas elevadas alturas.
—Soy su friki, así me llama él. Su hombre de las ideas. Alguien con experiencia en una forma recién acuñada de hacer la guerra. Después del 11-S la gente como él crearon su propio programa, porque mientras la vieja guardia estaba escupiendo y acusándose entre ellos, tratando de endosarse la culpa, los filósofos neocon estaban preparados para el nuevo paradigma. Él espera hacer lo mismo ahora.
—Está capitalizando políticamente este horror.
Clark suspiró y levantó ambas manos. Siempre era así.
—No puedo evitar pensar que detrás de todo esto hay más de lo que yo capto, pero también es cierto que nunca he comprendido la política. No cabe ninguna duda de que este tipo sí. Si podemos encontrar a esa chica y si es lo que creo que es, este hombre estará designando los puestos del gabinete, no ocupando uno.
—A menos que seamos devorados, todos, antes de eso.
—Sí, eso estropearía su estrategia. —Clark intentó reírse y descubrió que no podía.