Capítulo LVII
SALIERON otra vez hacia el zoco, estaba oscureciendo y desde lejos se apreciaba que algo había cambiado en la plaza. Ya no había puestos de zumos, ahora eran de comida en los que se especificaba que se podía cenar por menos de dos euros, desde pollo y cordero asado, hasta cabezas de cordero asado y sopa de caracoles, e intentaban que comiesen en sus puestos ante la tajante negativa de los acompañantes de Zaida. Todos los puestos estaban numerados y cuando veía que era española intentaban atraerla incluso cantándole la “Macarena”, incluido baila y movimientos aprendidos mejor que los propios cantantes.
La chica preguntó por qué no se quedaban allí a comer y los chicos le explicaron que simplemente querían que viese aquello, tenían reservada una mesa en un restaurante en donde les apetecía cenar con ella. Atravesaron la inmensidad de puestos y llegaron hasta el coche. Iban a ir cerca de la Plaza del 16 de noviembre, al Mansour Eddahbi & Palais Des Congres, un lujoso hotel de cinco estrellas, en la zona residencial de Hivernage, en la avenida de Mohamed VI. Era la zona rica de Marrakech, donde se sitúan los hoteles de lujo, las grandes tiendas europeas, restaurantes de toda clase de comida, y en general donde se iba a vivir el buen número de extranjeros residentes en la ciudad, relativamente cerca de la nueva casa de Zaida, ya que su nueva vivienda estaba muy cerca de las dos grandes avenidas de la ciudad, la de Mohamed VI y Mohamed V. En aquella zona había muchos ingleses y franceses, era una ventaja ser español porque pensaban que tenían menos dinero y por lo tanto les pedían menos por todo.