Capítulo XXI
DESPUÉS de una comida, casi en silencio, con el resto de sus compañeros, preguntó si se sabía algo del chico, Olivié respondió a Zaida que tenían que hablar. Sabía de la propuesta de los Náufragos del Mundo para entrar, quejándose de cómo la bibliotecaria la había abordado de una forma tan brusca. No tenía nada que perder metiéndose, y en el peor de los casos podía salirse o incluso volver a entrar después de varios años, no había problemas con la permanencia, si era eso lo que le preocupaba. Se trataba de un grupo económico como ya sabía, de índole cultural y para el enriquecimiento personal y monetario. Le sugirió volver a la librería y quedarse con aquella chica para saber más del grupo.
—Sería interesante que asistieses a alguna de sus reuniones, se lo pasan bien, no vayas a creer que se ponen unas túnicas y rezan a satán como en una secta.
—Me alegra escuchar eso, me estaba dando un poco de miedo.
—Y no hagas caso de lo que cuenten por ahí sobre nosotros, no saben nada. Yo llevo mucho tiempo y todo han sido satisfacciones. Incluso tal vez me vaya a otro sitio a dirigir un proyecto para ellos. Imagínate sin creo que son de fiar.
La tarde pasó tan rápido como los 10 minutos que Zaida había decidido estar con cada paciente porque las colas eran interminables. Antes de irse, por supuesto, volvió a hacer su vuelta de los pacientes encamados, como cada mañana y tarde, para seguir su evolución y saber cómo iban y si dejarían las camas libres a otros enfermos. Esa misma tarde, una señora quiso convencerla de tener un fuerte dolor abdominal porque quería quedar ingresada allí y dormir y comer en condiciones. Ángela, con más experiencia, se dio cuenta de cómo la mujer no acertaba a decir dos veces seguidas su dolencia en el mismo sitio e iba variando. Al despacharla, la mujer se enfadó mucho y gritó algo en árabe señalando las camas y luego a un niño haciendo cola. Le preguntó a la enfermera qué había dicho y ni ella ni el traductor, que decía que se había despistado, acertaron a traducirle nada. Cuando fue a ver los pacientes de las camas, se percató de un cambio, uno de ellos no era otra persona: la chica violada vaginal y analmente, por tres hombres, con múltiples desgarros, se estaba recuperando muy bien. Le hubiese gustado hablar cómodamente con ella e intentar escucharla para que se desahogase, el traductor no era el mejor medio de hablar de esas cosas. Ángela siempre intentaba hacerla reír, cuando saliese de allí la quería ver arreglada y muy guapa sin miedo a nada. Averiguaron en esos días que se trataba de los amigos de un hermano, habían llegado borrachos y al verla sola en la casa hicieron lo que quisieron con ella, con el consentimiento del hermano. Era una familia muy pobre, difícil que intentase irse de allí, en otro país o ciudad hubiese sido distinto. Lo más probable es que terminase volviendo a su casa e incluso como había hipotetizado Ángela matase al hermano mientras dormía. La muchacha no podía moverse, los puntos de sutura en la vagina y el ano le impedían orina o defecar y la habían sondado. Incluso las chicas que se quedaban día y noche vigilando las camas la miraban con tristeza. Recordaba cuando por la mañana le preguntó cómo estaba con gestos y la chica la miró moviendo la mano para comunicarle que más o menos. Tenía unos 25 años, imaginó que podía haberle pasado a ella y le alivió ser una persona completamente distinta en una situación incomparable, gracias a haber nacido unos 700 o 1.000 kilómetros hacia el norte del planeta.
La mujer con un brazo y una mano abrasados por un cazo de agua caliente seguía recuperándose gracias a los continuos cambios de gasas y la pomada que le aplicaban. Si la mandaban a casa no volvería y seguramente se provocaría una infección peor incluso que la quemadura. El hombre mayor con neumonía, el muchacho que había perdido un ojo y corría un grave riesgo de infección porque vivía en la calle, la chica de unos cuarenta años intoxicada por un alimento o agente sin identificar y la abuela con claros síntomas de estar muriéndose de simple vejez, además de la niña que se había comido varios clavos, seguían también recuperándose bien. El único paciente que faltaba era el niño con una pierna rota, su cama estaba vacía.
—Mohamed,—le preguntó al traductor—¿dónde está el chico?
—No tengo ni idea, creo que Olivié y Ángela le dijeron que podía marcharse porque alguien vino a recogerlo.
—¿Quién?—mientras Ángela aparecía tras quitarse la bata—.
—¿No irás a empezar a pensar cosas raras verdad? —interpeló a Zaida la enfermera—.
—Si no digo nada, pero me parece que tenía que ser yo quien le diese el alta. ¿Cuándo y con quién se fue?
—Eso del alta es muy relativo. Olivié, como director, y tratándose de un menor, puede dejar que un chico como el que estaba aquí se vaya con alguien que lo reclama como tutor.
—¿Incluso si no estaba físicamente bien como para marcharse?
—Incluso así, preferimos no enfrentarnos con los padres. Han firmado una hoja haciéndose responsable del chico.
—¿Pero no me dijisteis que era huérfano?—replicó Zaida sin entender por qué nadie le había dicho nada siendo ella la médica—.
—Pues no sé, pregúntale a Olivié. Él sabe con quien se ha ido el chico, a mi sólo me preguntó si tenía listo su expediente médico para entregárselo a quien venía a buscarlo. La verdad es que tampoco me fijé con quien se iba.
Zaida se fue a ver a Olivié, por segunda vez, para que le explicase lo sucedido. Se trataba de una adopción de la que no podía hablar porque los nuevos padres le habían pedido extrema confidencialidad. Sentía no poder satisfacer su petición, pero le aseguró en ser gente bien situada económicamente, Asuntos Sociales estaban completamente informados. También le aclaró que si el chico se había quedado en el hospital no era por su lesión, como ella sabía, sino más bien porque no tenía a nadie que lo cuidase y el pequeño hospital podría, además, acoger a alguien más. Por último, le sugirió no hacerse ideas equivocadas y no ver historias donde no las habías.
—En serio, Zaida, ¿por qué no vas a hablar esta tarde con Marta Molina?
—¿Quién, la bibliotecaria? Una pregunta, ¿por qué tienes tanto interés?
—Porque así conocerías más gente por aquí, te podrías divertir, además de relacionarte con gente que luego podría ayudarte, están muy bien situados la mayoría.
—Ya veré lo que hago, aunque esta tarde no tengo nada que hacer, ya te contaré.
Se fue pensando que en realidad estaba sola, Patrique iba y venía sin contarle gran cosa y a parte del sexo, sabía que tenían poco en común. Había estado toda la tarde mirándose el tatuaje de henna de la mano con ganas de saber algo más sobre el chico árabe que encontró cerca de la librería. Prefería pasar una tarde entretenida, sin plantearse grandes problemas existenciales y pasear hasta la Medina para ver si encontraba al chico, tampoco tenía nada que perder.
Se preguntaba dónde ir antes, si la librería o al tatuador del que no sabía ni si nombre. Marta Molina apareció por sorpresa tras ella, había salido a hacer un recado y la acompañó hasta su librería Rayuela. Fueron hasta allí, Marta siguía explicándole más cosas sobre los Náufragos del Mundo. Le pidió su teléfono y le dio el suyo, y el del superior de sección. Había muchos niveles, dependiendo del escalafón que cada cual ocupaba en la sociedad, y por supuesto, se podía subir o bajar de nivel, no como castigo sino para ayudar mejor a la sociedad secreta. Sociedad que no era secreta, pero sí sus actividades y miembros. Una vez a la semana se reunían a través de Internet o físicamente para intercambiar ideas, hacer sugerencias, plantear dudas y para lo que hiciese falta. La asistencia no era obligatoria. Marta le dio una clave para consultar una página de Internet con fondos bibliotecarios, según su nivel, tratados, reuniones, seudónimos de su miembros y contactos. Le hizo firmar una hoja en la que se especificaba que no podía revelar la identidad de sus miembros. Cada uno tenía la libertad de decir si pertenecía o no, no revelar la información de la organización y los archivos sólo eran para los miembros. Quedaba bajo la consideración de cada cual contar, finalmente, lo que quisiese sobre la existencia de los Náufragos del Mundo como organización o grupo masónico.
—¿Pero en realidad qué hacen? Me parece muy bien todo, pero a qué se dedican ahora, ¿por qué y con que fin volvió a formarse una organización así?
-Supongo que sabes lo que es la Comunidad Europea, pues ellos fueron los fundadores y los que realmente crearon la nueva organización de Náufragos del Mundo.
Poco a poco, Marta explica a Zaida cómo se volvió a constituir la asociación. Tras la Segunda Guerra Mundial y cinco años destrozando Europa el continente estaba arruinado. Fue Winston Churchill, cuando el 19 de septiembre de 1946 en Zúrich (Suiza) propone una solución: "Un remedio milagroso que transforme por completo la situación y que, en unos años, cree una Europa libre y feliz, siguiendo el modelo de Suiza… Debemos construir unos Estados Unidos de Europa". Sorprendentemente, la idea de los Estados Unidos de América fue lo que hizo que el político tuviese en cuenta a un grupo de pensadores llamados los Náufragos del Mundo. Por aquella época habrá únicamente unos 200 en el mundo, los cuales, desde la época de Constantino, habían sabido guardar un libro que dejó con su idea sobre los Náufragos del Mundo y su finalidad. Por supuesto, al ser una sociedad por encima de las religiones únicas, habían ido adaptando los códigos en función de los tiempos, principal logro del grupo o logia masónica. Desde Constantino, el manuscrito original se conservaba y podía consultarse la copia en el archivo. En realidad, el manuscrito original sólo servía de ejemplo porque se había ido adaptando a cada época, la principal idea era enriquecerse económica y culturalmente para lo que había que adaptarse a las circunstancias históricas y culturales. Constantino lo fue escribiendo poco a poco con la intención de hacerlo llegar a quienes quisiesen formar parte de un grupo por encima de cualquier ideología o religión. Fueron sus propias circunstancias y la presión que recibió del imperio romano como se convirtió el grupo en secreto. Su intención siempre fue mantenerlo en secreto y escribir el código que los dirigiría, pero no consiguió repartirlo antes de morir. Constantino se convirtió en su lecho de muerte, porque él nunca podría decir lo contrario y al Imperio Romano le beneficiaría. En su idea de los Náufragos tampoco importaban mucho las religiones, por ese mismo convencimiento la religión no fue el eje de su vida y el cristianismo le llegó a tan tarde. Y a diferencia de lo que se pudiese creer, fue el criado de Constantino quien guardó el manuscrito, aunque su posición social no le permitió trasladarlo a casi nadie. Le hizo la promesa a su maestro y jefe de trasladar la idea al mundo. Fue como bajo las últimas voluntades de Constantino y la visión de un criado fuera de lo común, dejó el legado a sus hijos y estos a los suyos. Fueron trasladando de generación en generación la idea, copiaron el códice, lo fueron adaptando a cada época y circunstancia, la familia se fue dispersando por la geografía y mantuvieron la tradición cambiándolo en función del momento, siempre guardaron el original en el foso de un cementerio en donde se decía que los muertos no envejecían. Con los años se llegó a explicar, debido a la temperatura de la tierra y su composición, ni los muertos, ni el manuscrito, se descomponían apenas.
Siempre tuvieron en mente la idea de hacerle llegar el manuscrito a un jefe político, sin plantearse en realidad crear una sociedad secreta, querían transmitir al mundo su idea de libertad y progreso. Intentaron, a lo largo de la historia, hacerle llegar el manuscrito a varios presidentes, pero ninguno hizo caso hasta Winston Churchill. Fue quien entendió la importancia de la idea y la expuso en el Congreso de la Haya donde transmitió la sabiduría del manuscrito. Distintos dirigentes y gente importante, ya que hubo representación de 20 países, periodistas conocidos, empresarios, universitarios, escritores, no lo dudaron y comenzaron una asociación, la nueva, los Náufragos del Mundo, ese fue su segundo nacimiento. No le quisieron dar una repercusión pública al principio y luego pensaron que sería mejor guardar en secreto su asociación
El Congreso de La Haya quiso demostrar la magnitud del movimiento a favor de la unificación de Europa y definir los objetivos a alcanzar. En este sentido se adoptaron una serie de resoluciones al finalizar el congreso en las que se reclama, por ejemplo, la creación de una unión económica y política con el fin de garantizar la seguridad, la independencia económica y el progreso social; la convocatoria de una asamblea consultiva elegida por los parlamentos; la elaboración de una carta europea de derechos humanos y de un tribunal para aplicar sus decisiones. Winston Churchill sería el Primero hasta el año 1949, cuando sus diferencias con los demás miembros de los distintos gobiernos hacen que pase el testigo, saliéndose de los Náufragos del Mundo y quedando Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, como Primero, proponiendo en 1950 la primera gran asociación económica, además de para evitar guerras, el Tratado CECA. Winston Churchill estaría muy molesto durante algún tiempo, pero no le quedó más remedio que admitir el gran acierto. Se había topado con una serie de intereses creados y de cara a su país no podía hacer nada sin enfrentarse a sus propios ciudadanos y empresarios, fue una decisión dura pero aceptó dejar ser el Primero sabiendo que en un futuro Inglaterra llegaría a realizar otro tipo de acuerdos con los otros países. El Tratado CECA, firmado en París en 1951, reunió a Francia, Alemania, Italia y los países del Benelux en una comunidad que tenía por objeto organizar la libertad de circulación del carbón, del acero y el libre acceso a las fuentes de producción. Además, se crea una Alta Autoridad común que supervisa el mercado y el respeto de las normas de competencia y vela por la transparencia de los precios. Este Tratado está en el origen de las instituciones tal y como hoy se conocían. Luego, siendo muy evidente, se llegaría a la Comunidad Económica Europea, por lo que se quedó finalmente en Comunidad Europea.
—¿Y después del francés quién fue el Primero? ¿Llaman el Primero al que dirige todo el cotarro no?—pregunta intrigada Zaida—.
Entre risas, Marta responde.
—Sí, le llaman el Primero. Ha ido cambiando, sabes, uno de ellos, el último, fue Kofi Atta Annan, el séptimo Secretario General de las Naciones Unidas, cargo que ocupó entre 1997 y 2006, al igual que el de Primero.
—!Anda ya¡
—Te lo juro. Aunque claro, esto no te lo dirá nadie, ni hay papeles oficiales con nombres ni nada por el estilo que pueda comprometer a nadie. En realidad, pocos saben la identidad del Primero durante el tiempo que esté dirigiendo a los Náufragos del Mundo, es al terminar su gobierno cuando los miembros de los altos niveles se lo comunican a los demás. Por ejemplo, ahora no se sabe quién es el Primero.
—Pues el Segundo tiene que estar deseando que se acabe su gobierno —riéndose—. ¿Y cuándo acaba se sale?
—Esto es un grupo masónico del que te sales cuando quieres, nadie firma nada, excepto un contrato de confidencialidad, pero ni te dan carnés, ni tu nombre puede consultarse en ningún sitio. Evidentemente hay una base de datos, pero es inaccesible. Mira aquí hay niveles, no hay un Segundo. Es una especie de Senado Romano, hay alguien en cabeza que toma la decisión final en muchos sentidos, pero todo se hace por votaciones secretas entre 80 miembros, de los que podría ser elegido alguno en un momento dado, si el Primero no quiere serlo más o se produce un incidente muy grave y se procede, con un 80 por ciento de los votos a la destitución del Primero.
—¿Cuántos niveles hay?
—Ocho, —responde Marta con cierta suspense—. ¿Sabes en cuál estás tú ahora mismo?
—Pues no sé, ¿en el ocho?
—Esto es así. En el primero está el Primero, en el segundo el Senado de los Náufragos del Mundo, suelen ser dirigentes políticos y grandes empresarios, en el tercero están gente con cargos muy importantes, en el cuarto gente con buenos trabajos y bien posicionados en la sociedad, como por ejemplo médicos, pero no es tu caso, porque tú todavía estás en el nivel ocho, el de iniciación. Está también el quinto, con funcionarios dentro de las administraciones, el sexto con empleados en general con trabajos sin gran relevancia pero diversificados en los distintos estratos de la sociedad y el ocho, el de iniciación, que se consolida cuando cuando llevas dos años dentro o realizas una gran acción para la sociedad.
—¿Por qué la llamas sociedad?
—La puedes llamar de muchas formas: logia, sociedad masónica, grupo de empresarios, de intelectuales, de amigos, como tú prefieras.
—¿Pero qué pasa con la gente que dejar de ser Primero?
—Zaida, te repito que nada. Lo dejan y vuelven al Senado, si quieren, o lo dejan definitivamente. Como deseen, esto no te obliga a nada.
—¿Y la gente puede subir de nivel?
—Claro, además, hay gente que ha llegado al Senado de los Náufragos, cuando al principio eran albañiles. No son muchos, pero alguno hay. El tema de la división de niveles es sobre todo porque hay que tener gente en todos los estratos de la sociedad y los niveles cuando quieres provocar algún cambio o conseguir algo.
—¿Y qué haces durante los dos años de iniciación?
—Lo que estamos haciendo ahora, hablar, reunirte con más gente, intercambiar opiniones. Mira, la próxima semana hay una reunión de varios iniciados, yo soy maestra de iniciados y por eso te estoy explicando todo esto. Te espera un mundo de información y favores. Sabes, hay muchos médicos en todas las partes del mundo, podrían meterte en Sevilla en algún sitio mientras te buscas algo tú.
—Todavía tengo que hacer el MIR.
—Ya lo sé, lo sabemos, pero cuando acabes, si quieres, tienes un puesto en un hospital público de Sevilla. Si sigues con nosotros ya te iré diciendo más cosas. Ya verás, esto es solo el principio.
—¿Esto tiene algo que ver con los masones de los que siempre se escucha algo? ¿Soy ya una masona? —sonriendo con simpatía—.
—¡Ay! Mi médica. Todavía te tengo que enseñar muchas cosas, desde algunas reglas de conducta, etc., hasta terminología que ahora me estoy ahorrando para no aburrirte y perderte demasiado. Esto no tiene nada que ver con los masones al uso. Somos un grupo masónico, pero los otros surgieron sobre todo a raíz de los problemas entre judíos y árabes, para solucionar sus problemas con la religión, aunque no han seguido porque no fueron capaces de dejarlo a un lado. ¡Fíjate, todos creen que en realidad la masonería comenzó por el 1.717 en Inglaterra con la primera logia y están totalmente equivocados! De hecho, esos grupos siguen existiendo, pero son asociaciones culturales, algunos creen guardar grandes secreto, pero no es así. Todas suelen tener en común llamar a Dios, el que sea, el Arquitecto del Universo, dejando que cada cual tenga su propia creencia religiosa. Nosotros evitamos directamente la figura de un creador para que no hubiese confusión alguna; eso sí, tenemos distintos documentos o teorías sobre el universo y su creación, incluso de científicos actuales o teólogos que por supuesto han explicado a los demás lo que saben, pero sin intentar convencernos.
—¿Entonces existe Dios o no?
—Llega un momento que todo es cuestión de fe, incluso la ciencia, pero si algún día se logra una explicación, ten por seguro que seremos los primeros en saberlo. Ya te digo que aquí hay gente de muchas partes muy importantes.
—¿Cuántos hay?
—Ves, hay cosas que todavía no puedo decirte, en su momento te daré todas las cifras y datos que conozco. Pero como te decía de los masones al uso, tampoco tienen nada que ver con nuestro sistema de meter a gente. Bueno, que no somos francmasones ni pertenecemos a una logia ni nada que se le parezca. No hacemos ritos absurdos, ni baptismales, ni perdemos el tiempo en rituales absurdos del pasado y sin sentido. Aquí todos sabemos qué nivel tenemos, como no conocemos a los de mayor nivel directamente no existe una servidumbre. Mira, te pondré un ejemplo, hay unos masones llamados los Kikos, en Málaga, cerca de tu tierra, entre otras ciudades, pero lo que son es un grupo de gente con pasta que creen en Dios y que se han convertido más en un club social que en un grupo masónico. Pero ellos no tienen más que una meta filantrópica, no tiene ningún sentido, nosotros por lo menos, además de culturizarnos hacemos pasta. Hay que ser sincero en esta vida, quizás ellos la hagan indirectamente por el tipo de amistades y gente con la que se codean, pero nosotros somos más sinceros.
—Joder, suena a capitalismo puro y duro.
—Tal vez, pero tú no vives en Cuba ni creo que tampoco quieras hacerlo. Además, ¿estarías de acuerdo en ganar lo mismo que alguien no se ha esforzado ni la mitad que tú? Por ejemplo, que un basurero cobrase lo mismo que una médica.
—Visto así, pues no.
—Pues tú no eres comunista. Y me parece bien, aunque si lo fueses, no pasaría nada, también podríamos hacer tratos contigo, ¿crees que no los hacemos con Cuba?
—¿Y cuál es el gran secreto de los Náufragos del Mundo?
—¿Secretos? Ya los conocerás, y que conste que no quiero crearte falsas expectativas ni una intriga absurda. Aquí se hacen intercambios culturales y económicos, ¿crees que una empresa cualquiera revelaría cuales son sus intenciones empresariales o descubrimientos a todo el mundo? Aquí todos somos peones, porque con un pequeño movimiento tuyo, del otro y del de más allá, tal vez se genere uno muy grande, aunque ten por seguro que todos nos beneficiamos de alguna u otra forma.
—Me quieres explicar de qué serviría que yo estuviese en un puesto de médica.
—Tan fácil como que si tú y mil médicos más prescriben un fármaco para subir sus ventas, si varios científicos dicen que además es muy bueno, si cientos de periodistas se hacen eco y le dan publicidad, y si mucha gente extiende la noticia a sus amigos… por ejemplo, las acciones de la empresa subirían y alguien que tenga muchas luego puede venderlas y ganar mucho dinero.
—¿Y cómo me beneficiaría yo?
—Todo esto es un ejemplo que se me acaba de ocurrir eh.—no queriendo entrar en una discusión por un caso hipotético para el que no tenía todas las respuestas—. Puede que te hubiesen dicho que comprases, como particular, acciones de dicha empresa. También hubieras ganado dinero al haberlas comprado antes del supuesto boom de la empresa.
—Vale, lo pillo. Bueno, no suena mal. ¿Y tú has ganado mucha pasta con ellos? Si no es mucho preguntar.
—Bueno, algo, ahora estamos barajando que me vaya de aquí a otro puesto, pero prefiero no hablar de ello que se me gafa seguro. Si te digo la verdad, me gusta eso del secretismo, le da a mi vida una emoción que no tenía hasta ahora. A veces me siento como una espía secreta, será que siempre me han gustado mucho las novelas policíacas
—¿Nunca te has planteado que sean una especie de secta?
—¿Secta? ¡Qué va! Para nada, todo lo más somos un grupo de gente con otras convicciones, además de que aquí te sales cuando tú quieres. Ya verás cuando vengas a alguna reunión física que no hay nada de secta. Quizás nuestra insignia, pero poco más tenemos de logia, secta o como quieras llamarlo. Ni siquiera hay un cuartel general, no hay base ni laboratorios ni nada por el estilo. Cada cual lleva su vida como siempre y si hay alguna reunión, siempre se busca si hacerla en casa de alguien, un local o incluso un café. No planeamos asesinatos ni conjuras, sólo son negocios económicos o intelectuales, no están ni prohibidos ni perseguidos.
—Pues no sé, me parece un poco raro eso de verme con un grupo secreto en público.
—Tú puedes estar con quien quieras, lo que es secreto es la identidad de la gente de cara a gente que no sea miembro o pertenezca a otro nivel. Aunque más bien es una cuestión de no interferir. Quizás, si supieses lo que tienen que hacer los demás te plantearías por qué te tocó a ti una u otra parte, ya te digo que no es importante.
—¿Entonces la semana que viene no?
Zaida quería asegurarse de que no se estaba metiendo en nada más grande de lo que pudiese controlar seguía preguntando y atando cabos. Por ahora todo le parecía medianamente razonable, pero la incesante idea en su cabeza de saber qué había pasado con el bebé y la madre la perseguía.