Capítulo XVI
ROBERT DURAN se despierta en una habitación que no conoce, intenta llegar hasta la puerta pero lo duele todo el cuerpo. Está tumbado sobre una alfombra que cubre toda la habitación y hay una palangana con vómito y orina. Vuelve a intentar levantarse, a gatas, llega hasta la puerta roja e intenta abrirla, gira el pomo pero está cerrado con llave. Intentaría golpearla para salir si pudiese incorporarse, parece de madera maciza. Decide tumbarse de nuevo y descansar hasta que esté más fuerte. Mira hacia el techo e intenta recordar algo, no sabe la hora que es ni tampoco tiene reloj, por debajo de la puerta entra un rayo de luz que le hace intuir que ya es de día. Recuerda cómo entró en el barrio con el director de la ONG, nada más. Se habían tomado unas cuantas cervezas y lo acompañó hasta allí, pero tiene una gran laguna mental y no recuerda nada más. Vuelve a intentar reflexionar sobre su posición geográfica y cómo llegó hasta la habitación. Cree, por lo menos, estar buscado, pero no entiende cómo Olivié lo ha abandonado. Piensa en Zaida y su conversación, cómo se interpuso el director en todo lo que tenía que contarle. Golpea la puerta con el puño.
—¡Sacadme de aquí! —grita—.
Una voz atraviesa la puerta.
—Vas a tener que pagar lo que has hecho.
—¡No entiendo por qué me habéis encerrado! —replica Robert—.
—Ya lo sabrás sucio negro de mierda. ¡Y como sigas gritando ya verás lo que va a pasarte!