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Sian

Comunidad de Sian, Confederación de Capela

20 de octubre de 3029

Romano Liao resistió a duras penas la deliciosa tentación de sonreír con expresión triunfante cuando Justin Xiang fue conducido a presencia de su padre por dos oficiales de seguridad de la Maskirovka. Aunque no iba maniatado y caminaba con la cabeza erguida, Romano notó un cambio en él. Lanzó una mirada a su amante y se permitió esbozar una sonrisa. Tsen también se ha dado cuenta. El que Alexi haya sido acusado de espionaje ha hecho vulnerable a Xiang.

Analizó la fiera resolución del semblante de Xiang mientras recorría la alfombra escarlata hacia Maximilian Liao. El Canciller, sentado en el enorme trono de piedra con un respaldo circular que tenía grabada una representación del universo con Sian en el centro, dejaba empequeñecido al agente de la Maskirovka.

Cuando Xiang habló, su voz carecía de todo indicio de miedo o aprensión.

—¿Me habéis convocado, Sabiduría Celestial? —Lanzó una mirada asesina por encima del hombro a los guardias, que se retiraron a un lado.

Maximilian Liao, alto y desgarbado como una araña prehistórica, se agitó en su trono. Agarró los brazos del trono con sus manos de largos dedos hasta que le blanquearon los nudillos.

—Ordené a Tsen Shang que arrestara y ejecutara de inmediato a Alexi Malenkov. ¡Tú has revocado esa orden! No es la primera vez que usurpas mi derecho de ordenar a mis súbditos que se sometan a mis dictados, ¡pero juro por los dioses que será la última! ¿Qué te poseyó para que osaras desafiarme?

Romano vio el conflicto de distintas emociones en el rostro de Justin. ¿Acatas su voluntad, o aceptas tu destrucción? Cuando vio que su pecho se hinchaba y que entornaba los ojos, pensó: Bien, una batalla

Justin respondió con frialdad y calma, pero su tono era afilado como una cuchilla.

—Lo que me poseyó anoche fue el deseo de ver por mí mismo las pruebas contra Alexi Malenkov. He trabajado con él desde que me puse a vuestro servicio, hace dos años y medio. He contado con Malenkov para que realizara incontables tareas en mi nombre y jamás ha llevado a cabo una labor que mereciese reproche o sospecha. ¡Dios mío! ¡Ese hombre me salvó la vida en Bethel! Me apresuro a añadir que Alexi Malenkov es un mandarín. Según la ley, no puede ser ejecutado sin juicio. Además, yo soy su superior y tengo derecho a apelar la sentencia de muerte al Canciller.

Xiang levantó su metálica mano izquierda para acallar el rechazo de su petición por parte de Liao.

—En cuanto a las ocasiones del pasado en que, tal como afirmáis, he usurpado vuestras prerrogativas de soberano, permitidme que os haga notar que a la larga mis acciones han sido provechosas para nosotros. Recordaréis que di orden a la Caballería Blindada de McCarron de ocupar posiciones en Sarna. Justo entonces atacó el Quinto de Fusileros de Sirtis y Hanse Davion sufrió su primera y única derrota importante en esta guerra.

Al ver que el fuego que ardía en los ojos de su padre vacilaba ante la lógica del argumento de Justin, Romano intervino para avivar las brasas.

—Olvidas, ciudadano Xiang, que Morgan Hasek-Davion ha sido capturado. Esta es la mayor derrota de Hanse Davion en la guerra.

Justin la miró con sorna.

—¿De verdad, dama Romano? —Inclinó la cabeza hacia Tsen Shang y agregó—: No niego que su captura es muy beneficiosa para nuestra causa, pero sé por propia experiencia el valor que Hanse Davion atribuye a las personas. Las mismas manos que colgaron en mi pecho el Sol de Diamantes por valentía en combate, fueron las que me arrancaron los galones. ¡La misma voz que me felicitó en nombre de la Federación de Soles, fue la que me exilió de mi patria! Por lo que respecta a Hanse Davion, tal vez Morgan no sea más que un fracasado, el fruto de una semilla de traición. Por lo que sabemos, Hanse podría haber enviado a Morgan al combate para deshacerse de él.

—¡Ya basta! —vociferó Maximilian Liao. Se levantó y señaló a Justin con el dedo índice de su diestra—. No me desviarás de mi propósito. Ya has visto la prueba contra Malenkov. ¿Cómo puedes seguir oponiéndote a su inmediata ejecución?

—¿Acaso no es obvio? Alexi Malenkov es una herramienta valiosa. Si podemos volverlo contra sus antiguos amos, podríamos utilizarlo para destruirlos…

Tsen Shang lanzó una áspera carcajada.

—¿Del mismo modo que hemos utilizado contra Hanse Davion la tecnología que capturaste?

—Eso no depende de mí, Shang —dijo Justin con amargura—. Los dos batallones de Casa Imarra han reconstituido sus ’Mechs con los nuevos músculos de miómero. Ya has visto los informes… Ya saben lo que pueden hacer esas unidades. ¿Cómo es posible que tú, el planificador supremo de nuestra estrategia, no hayas desplegado todavía las tropas en los lugares en que serían útiles?

Romano notó que la crítica de Xiang afectaba gravemente a Shang y se apresuró a intervenir para que el daño no pasara a mayores.

—Los batallones de 'Mechs de Casa Imarra se quedarán aquí, porque yo lo he solicitado. En el pasado, los Comandos de la Muerte fueron la unidad que mantenía inviolado al Canciller. Ahora, este deber ha recaído en Casa Imarra.

—Ahí radica buena parte de vuestro problema, Alteza —dijo Justin a Maximilian Liao—. ¿Cómo voy a actuar a favor de vuestros intereses, si vuestra propia hija conspira para desbaratar el más lógico de los planes? Vos elogiasteis que asesinara a Pavel Ridzik, pero ella nunca se paró a pensar en las consecuencias de su acción.

—¡Eliminé a un enemigo del Estado! —exclamó Romano, irritada.

—¡Sí, ya lo creo! Por desgracia, aquel enemigo del Estado acababa de conquistar varios planetas a Marik, con lo que la atención de la Liga de Mundos Libres se había centrado en él y en su República Libre de Tikonov. Sin la amenaza de un líder militar competente en aquel frente, Casa Marik está lamiendo sus heridas y buscando conflictos más fáciles. En la última oleada de Davion, siete de nuestros planetas se rindieron a la Federación de Soles antes que sufrir la invasión de la Liga de Mundos Libres.

»Sed realista, Alteza —prosiguió volviéndose hacia el Canciller—. Janos Marik se abalanzará sobre nosotros como un tiburón hacia la sangre, si cree que puede aplastarnos. Alexi Malenkov y Morgan Hasek-Davion podrían ser las armas que necesitamos para frenar el avance davionés, y quizás incluso detenerlo, lo que nos daría el tiempo suficiente para trasladar nuestras fuerzas y hacer frente a la amenaza de Marik.

Romano se sentía sacudida por la ira y el miedo. El recuerdo de su primer amante y la noticia de su muerte a manos de tropas de Marik en Ahorra, le produjo un sabor amargo en la garganta. No, jamás permitiremos que la Liga de Mundos Ubres conquiste ninguno de nuestros mundos. ¡Jamás lo permitiré!.

Con aquella única idea en la mente, sintió como si una descarga eléctrica le recorriese el cuerpo. ¡No lo consentiré! No puedo dejar que el ciego odio que mi padre siente hacia Hanse Davion allane el camino a Casa Marik. Escudriñó a Justin con sus inquietos ojos verdes. Del mismo modo, no puedo permitir que mi animosidad hacia Justin Xiang deforme mi evaluación de la sabiduría que contienen sus palabras. Al menos, no hasta que pueda librarme de él

Tocó a Tsen Shang en el brazo, lo que hizo que su padre reprimiera su rechazo del análisis de Xiang.

—¿Cómo crees que podemos utilizar a Morgan Hasek-Davion y a Alexi contra Hanse Davion? —preguntó a Justin.

Una expresión de confusión asomó fugazmente a los ojos de Justin, lo que hizo aflorar una sonrisa a los labios de Romano y apretó el brazo de Tsen para tranquilizarlo.

—El talón de Aquiles de Hanse Davion es la opinión pública —respondió Xiang—. El príncipe se ha visto obligado a presentar una excusa razonada por haber lanzado este ataque contra nosotros sin que hubiera ninguna provocación previa. Utilizando el rumor y la insinuación, ha afirmado que atacó en previsión de una ofensiva que sabía que estábamos preparando. Dice estar liberando a nuestro pueblo y, de ese modo, ha obtenido un respaldo moral para llevar adelante la guerra.

Justin juntó los dedos de las manos mientras seguía hablando.

—Hemos recibido informes de que hay malestar a causa de la Interdicción de ComStar. Nuestros agentes han conseguido divulgar rumores de desastres en el frente que Davion ha tenido muchas dificultades para contrarrestar. La destrucción del Quinto de Fusileros de Sirtis contribuyó en mucho a elevar el nivel de descontento. El pueblo estaba dispuesto a aceptar su explicación de un ataque preventivo mientras fueran ganando, pero un equilibrio de fuerzas o una denota significa que los guerreros están muriendo para nada.

»Propongo dos cosas. La primera es juzgar a Alexi Malenkov por espionaje. Podemos señalar que había colaborado con Michael Hasek-Davion en la planificación de toda la traicionera guerra de Hanse. Obligaremos a Alexi a confirmar que Hanse Davion envió aquí a Michael, sacrificándolo en Sian para eliminar a un posible rival por el poder de la Federación. Además, daremos la bienvenida a Morgan Hasek-Davion y un trato de rey. En cuanto los habitantes de la Marca Capelense vean lo bien que tratamos a su líder nominal, comenzarán a cuestionarse el interés de la guerra de Hanse Davion. Podemos conseguir que la Marca Capelense le retire su apoyo. Y, si podemos convencer a Morgan, incluso podríamos fraguar una guerra civil en la Federación de Soles.

Romano asintió despacio.

—Comprendo el mérito de ese plan, y estoy segura de que vos también, padre —dijo con una sonrisa—. Creo que es digno de consideración. Tenemos a Malenkov. Bien podríamos aprovecharlo antes de mandarlo fusilar.

Maximilian titubeó pero, poco a poco, con expresión pensativa, se fue arrellanando en su trono. Mantenía la mirada perdida y le temblaba el labio inferior. En un instante, había pasado de ser el líder de un reino interestelar que castigaba a un vasallo insumiso, a un hombre que dudaba de su propio juicio. Miró con incertidumbre a Romano y asintió.

Presenciar la transformación de su padre encendió una chispa de pesar en Romano, pero su ambición la apagó antes de que pudiera aproximarse a algo parecido a la simpatía. El plan de Xiang podría lanzar una parte de la Federación de Soles contra la otra. Es curioso que las mismas libertades que hacen fuerte a nuestro enemigo, son las que permiten un ataque encubierto como este. Sonrió a Justin. Del mismo modo, sólo una sociedad tan abierta podría crear un agente con capacidad para reconocer y explotar semejante debilidad.

—Muy bien —dijo Romano, y se humedeció sus gruesos labios—. Preparemos la bienvenida a Morgan Hasek-Davion y el juicio de Alexi Malenkov. Quitaremos el respaldo moral a Hanse Davion y dejaremos que se ahogue en sus propias conjuras y engaños.