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Kathil

Marca Capelense, Federación de Soles

7 de septiembre de 3029

Las cortinas de humor grasiento se retorcieron y separaron lo suficiente para que destellasen las llamas en el cráneo de la máquina. Al contemplar aquel alto BattleMech de anchos hombros, a Andrew le pareció como si la misma Parca hubiera venido del Infierno en busca de almas.

La boca del cañón automático, emplazado sobre la cadera derecha del Atlas, descendió para apuntar a un Warhammer liaoita. Una llamarada brotó del arma al enviar un fulminante chorro de metal contra su víctima. Los proyectiles acribillaron el brazo derecho del ’Mech como un sastre abriría la costura de una manga. El blindaje que protegía el brazo del Warhammer saltó por los aires hecho pedazos.

El 'Mech liaoita disparó sus dos CPP. Sendos rayos azulados alargaron sus afilados tentáculos hacia el ancho pecho del Atlas y arrancaron varias láminas del blindaje. Un rayo incidió durante una fracción de segundo por encima del corazón del Atlas, explotando una debilidad de la máquina. El gigantesco 'Mech se tambaleó, pero nunca llegó a estar en peligro de desplomarse.

—¡Gradas a Dios que has aparecido, Morgan! —exclamó Andrew, sonriente—. ¡Lanza Hellion, incendiad ese Warhammer! Lanzas Diablo y Arquero, barred la calle mayor con vuestros MLA. Lanza Gato, si habéis acabado, bajad. Lanzas Gorgona, Zorro y Buey, disparad a quien asome por aquí. ¡Vamos a acabar de una vez con esto!

Andrew hizo avanzar su Marauder. Un Centurión de Liao, cuyo cañón automático del brazo derecho expulsaba humo por la boca, se tambaleó bajo el impacto de una andanada de MCA y retrocedió hasta situarse al alcance de tiro del Marauder.

Andrew centró el punto de mira en el Centurión y activó el CPP del brazo derecho. El rayo de partículas perforó el codo derecho del ’Mech enemigo, evaporando los últimos restos del blindaje protector, y fundió la juntura. El piloto se dio cuenta, repentinamente, de la presencia del Marauder de Andrew y se agazapó en una calle lateral.

Tal como Andrew les había ordenado, las lanzas Diablo y Arquero lanzaban una ráfaga tras otra de MLA en la calle mayor y concentraban el fuego en el puñado de ’Mechs liaoitas situados en la zona central. Un Catapult, un ’Mech similar a un pájaro, lanzó dos andanadas de MLA hacia los ’Mechs que lo atormentaban, pero ello no sirvió para atajar el fuego de largo alcance a que estaban sometidas las fuerzas de Liao. De hecho, la siguiente descarga envolvió en llamas al Catapult y consiguió aplastar su coraza y derribarlo al suelo.

La lanza Hellion convirtió el Warhammer en una antorcha, aunque a costa de perder uno de sus ’Mechs, que desapareció en una bola de fuego cuando un Thunderbolt liaoita lo atacó con rayos láser. A su vez, los UrbanMechs de la lanza Gorgona hicieron añicos el blindaje del Thunderbolt con sus cañones automáticos. El Atlas de Morgan derribó el Warhammer con otro disparo de cañón automático.

El Ostsol giró a la derecha y se escondió entre las sombras de una calle lateral. En la batalla que se celebraba en la colina, un ’Mech cruzó el cielo y cayó sobre otro ’Mech más voluminoso. Andrew vio que aquella máquina voladora humanoide era un Hatchetman.

¡Una persona de la lanza Gato, como mínimo, sigue viva!, pensó.

El Hatchetman aterrizó y agarró con ambas manos el mango del hacha con que iban equipados todos los ’Mechs de aquel modelo[2]. A pesar de los daños que había sufrido cuando el Ostsol había disparado sus dos láseres traseros, el Hatchetman levantó el hacha y la descargó sobre la cabeza del Ostsol. La hoja de titanio del hacha, envuelta de uranio reducido, partió la carlinga del Ostsol como una cuchilla. La inercia hizo chocar al Ostsol contra un edificio bajo; el ’Mech tropezó y se desplomó sobre una hilera de viviendas.

El último Cataphract liaoita que quedaba, consciente de que la batalla estaba perdida, se abalanzó sobre la lanza Chacal. Golpeó a los pequeños Commandos con los brazos para apartarlos de su camino y trató de machacarlos hasta convertirlos en escoria. Pese a la vista aterradora que constituía aquella colosal máquina de guerra vapuleando sus ’Mechs, los pilotos milicianos lanzaron sus MCA contra ella y le arrancaron pedazos de su grueso blindaje. Se soltaron de su abrazo y retrocedieron lo suficiente para que sus misiles fueran efectivos; entonces, dispararon otra andanada.

El Cataphract estaba abalanzándose sobre uno de los Commandos cuando sufrió el impacto del fuego de un cañón automático. El UrbanMech que había estado a punto de ser destruido por el Ostsol carecía de movilidad, pero su cañón seguía funcionando y el Cataphract se había situado él solo en su punto de mira. Las balas del cañón automático destruyeron todo el blindaje de la espalda del Cataphract. El ’Mech liaoita, temeroso, dio un paso a un lado, lo que sugirió a Andrew que uno de los giroestabilizadores del pesado ’Mech había sido desintegrado a consecuencia del ataque.

El Atlas de Morgan disparó su cañón automático, aprovechando la labor de desgaste ya realizada por el UrbanMech. El ataque del Atlas redujo a polvo de titanio las entrañas del Cataphract.

Al verlo, Andrew volvió sus dos CPP hacia el Thunderbolt. Sintió una oleada de calor cuando los dos rayos gemelos de partículas destruyeron placas de la coraza del pecho y el costado del 'Mech liaoita.

El Thunderbolt giró hacia su atacante, mas, antes de que pudiera apuntar con el láser pesado del brazo derecho, varias andanadas de MLA lo acribillaron. Los misiles arrancaron una capa tras otra del blindaje de la máquina de guerra de Liao. Las explosiones abrieron orificios en la armadura y dejaron al descubierto los huesos de titanio y los purpúreos músculos de miómero ante el destructor fuego de cañón automático de la lanza Gorgona. Los músculos de los muslos reventaron y las estrías de carne artificial saltaron por los aires. El peso del ’Mech quedó descompensado, con un peso excesivo en la parte superior, y cayó de espaldas.

Ráfagas de balas trazadoras de los cañones automáticos y los rojos centelleos de los láseres cruzaban el campo de batalla. Andanadas de MLA iniciaron nuevos incendios a lo largo de la calle mayor, envolvieron la villa con su estruendo y la sembraron de ruinas. Por doquier, las llamas se alzaban hacia el cielo nocturno.

Poco a poco, gradualmente, los disparos cesaron cuando los defensores fueron comprendiendo que ningún ’Mech liaoita respondía a su fuego. Andrew echó una ojeada al campo de batalla y sólo vio fragmentos retorcidos de metal y bloques fundidos de blindaje. De vez en cuando, estallaba la munición de un cañón automático con un seco estruendo y regaba el terreno con nuevos escombros. Aparte de aquellas explosiones y las llamas, nada más se movía en la calle mayor de la villa.

Andrew observó el caído Hunchback de Craon. Hemos ganado, pero ¡qué precio hemos pagado por la victoria! Luego se volvió hacia el Atlas, plantado en la cima de la colina. Tal como dijo Morgan: no teníamos elección.

Andrew se apoyó pesadamente en el umbral de la improvisada oficina de Morgan.

—Se presenta el comandante honorario Redburn, señor.

Morgan Hasek-Davion le indicó con un ademán que pasara y tomara asiento entre Gerry de Vélez y Alanna Damu. La preocupación marcaba surcos en su frente.

—¿Cómo está Craon? —se interesó.

Andrew suspiró con fuerza.

—Conseguimos sacarlo del Hunchback, pero se encontraba bastante mal. Los médicos creen que vivirá… la mayor parte de su cuerpo, al menos. Brazo izquierdo, ambas piernas… No volverá a pilotar un ’Mech.

Súbitamente, de manera imprevista e inoportuna, el recuerdo de Justin Xiang asomó a la mente de Andrew. Todos pensamos que también estaba acabado, cuando perdió el antebrazo izquierdo. La Federación de Soles le dio un brazo nuevo y él nos traicionó. Justin debe de haber tenido algo que ver con este ataque… Ha sido él quien ha destrozado a Craon. ¡Qué lástima! Andrew dio un puñetazo en el brazo de la silla.

—¿Qué? —exclamó Morgan, levantando la cabeza.

—Lo siento —dijo Andrew, y se estremeció—. Sólo recordaba que el ICNA proporcionó a Justin un brazo postizo especial para que pudiese pilotar ’Mechs. ¿Crees que harían algo parecido por Craon?

—No lo sé, pero ya he realizado los trámites para que sea enviado allí en cuanto su estado se haya estabilizado. —Contempló la hoja de papel que tenía sobre el escritorio—. ¿Cómo está el Primer Batallón?

—De treinta y nueve ’Mechs, dieciocho están operativos —respondió Andrew, arrellanándose en la silla—. He perdido a cuatro pilotos, Craon incluido. De Molay murió al explotar su Jenner. Los otros dos caídos eran muchachos de la milicia. Nunca supe cómo se llamaban…

De Vélez carraspeó.

—Todd Aiken y Barbara Hardy —le informó.

—Gracias —dijo Andrew, y le dio una palmada en el brazo. Miró a Alanna y preguntó—: ¿Cómo se portaron tus hombres?

—El Cuarto de Rangers de Tau Ceti no era tan duro de roer como los Comandos de la Muerte —respondió Alanna con voz grave y serena—. Perdí una docena de ’Mechs, la mayoría máquinas ligeras de la milicia.

Por desgracia, también cayeron ocho pilotos, incluyendo dos que habían sobrevivido a la batalla de Sama. Los Rangers castigaron mucho el flanco derecho, donde causaron los mayores daños. Contuvimos su avance y replicamos por su flanco izquierdo, obligándolos a retroceder por el campo de minas que habíamos creado antes.

Morgan sonrió satisfecho.

—Media docena de Rangers se rindieron y las tripulaciones de sus Naves de Descenso de clase Union nos entregaron a éstas a cambio de ser repatriados a Tikonov. Yo les dije que lo haríamos si nos hacían un favor.

Andrew frunció el entrecejo al ver que un brillo temerario asomaba a los ojos de Morgan.

—¿Qué…? ¿Cuál es?

Morgan se arrellanó en su asiento y juntó las yemas de los dedos.

—Nos enteramos de este ataque porque uno de nuestros agentes en la capital capelense consiguió avisarnos. Su vida estará en peligro cuando Maximilian sepa que ha fracasado la incursión. La segunda mitad de nuestra misión consiste en ir a Sian y rescatar a ese agente.

Andrew miró a Morgan como si éste se hubiese vuelto loco.

—Disponemos de poco más de un batallón, Alteza. No tenemos la más mínima posibilidad de alcanzar el planeta capital de Liao. Nos aplastarán antes de que lleguemos a su atmósfera. ¡Es imposible!

Morgan negó con la cabeza. Sus cabellos rojos y dorados se agitaron sobre las hombreras de su mono negro.

—He ordenado que parte de mi equipo sea trasladado de mi Nave de Descenso a una de las naves de Liao. Viajaremos en sus Naves de Descenso y repararemos nuestros ’Mechs durante el trayecto. Incluso utilizaremos su circuito de órdenes para realizar el viaje. En Sian se enterarán de que la misión fue un fiasco, pues estoy convencido de que ComStar informará a Liao, pero nos recibirán con los brazos abiertos.

—Es más probable que Max Liao nos vuele en pedazos por no haber destruido Kathil. ¿Cómo esperas lograr que nos dé la bienvenida?

La sonrisa de Morgan recordó a Andrew la expresión de un felino.

—Del mismo modo que convenceremos a los capitanes de las Naves de Salto para que nos transporten por el circuito. Les diremos que somos el Cuarto de Rangers de Tau Ceti y que en Kathil hemos conseguido capturar al heredero del trono de la Federación de Soles: Morgan Hasek-Davion.