6

6

Sian

Comunidad de Sian, Confederación de Capela

21 de marzo de 3029

Romano Liao contempló la imagen de Tsen Shang en el espejo de su tocador cuando entró en el dormitorio.

—¿Lo has visto partir? —le preguntó. Por una vez, su cantarina voz no parecía contener ningún tono desafiante ni sarcástico.

—Ahora vengo del espaciopuerto —repuso Tsen.

—¿Y estaba mi hermana también allí?

—Sí. Estuvo a punto de marcharse con él hacia la Nave de Salto, para no despedirlo hasta que abandonaran el sistema.

Apuesto a que lo habría hecho. Está muy domesticada desde que se acuesta con Xiang. Dudo de que se haya enterado de que estamos en guerra. Romano sonrió a Tsen y se aplicó carmín brillante en los labios con la punta del dedo meñique.

—¿Por qué decidió quedarse en el planeta?

Tsen se desplomó en una silla de estilo Luis XIV colocada contra la pared de color verde claro que estaba a espaldas de Romano.

—Creo que fue Justin quien le pidió que se quedara.

Dijo que ninguno de los demás integrantes de la unidad llevaba consigo a su amante; si él hiciese una excepción, podría haber problemas.

Naturalmente, ella hizo caso a Justin. Ese tipo debe de conocer algunos trucos con su mano metálica

—Querido Tsen, ¿por qué todo el mundo hace lo que dice ese renegado de la Federación de Soles?

—No te entiendo —dijo Tsen con aspereza.

Romano hizo una mueca. Luego adoptó una expresión más amable y se volvió hacia su amante.

—Tú y yo hemos discutido ya el derroche que implica el mantenimiento de ese circuito para Xiang. Estabas de acuerdo conmigo en que esas Naves de Salto nos serían más útiles con otros cometidos. Me dijiste que podríamos emplearlas para transportar tropas a Highspire y reconquistar el planeta. Sin embargo, ayer no te encaraste con él durante la audiencia. ¿Qué clase de poder ejerce ese hombre sobre ti?

—Ninguno en absoluto —respondió Tsen, irritado.

Cada sílaba de la réplica de Romano sonó teñida de sarcasmo.

—Ah, ¿no? Te molestó que Justin hubiese dado órdenes a la Caballería Blindada de McCarron, pero tus protestas se fueron acallando. Deberías haberte visto a ti mismo. Estabas radiante mientras Justin te hacía preguntas y tú dabas las respuestas correctas. Eras como un mono domesticado haciendo numeritos de circo.

—¡No! No has comprendido nada. El plan de Justin es bueno. Sus motivos para reservarse esas Naves de Salto extra son válidos. Las órdenes que dictó a la Caballería Blindada de McCarron eran razonables. Justin prepara a fondo todos sus planes. Había muy pocos detalles que yo podía reprocharle.

Romano se rio con voz melodiosa.

—¡Qué estúpido eres, cariño! ¿De verdad crees que no me doy cuenta de lo que está haciendo Justin contigo? Piensas que te mantiene a su lado porque necesita tu ayuda, y crees estar en deuda con él porque impidió que mi padre ordenara tu ejecución después de que tu plan nos condujera de cabeza a la trampa de Hanse Davion.

Romano calló mientras el rostro de Tsen se encendía de vergüenza. Luego sonrió como una madre preocupada por el arañazo que un niño se hubiera hecho en la rodilla…

—Amante mío, tú también debes comprender esto. Has coordinado una gigantesca operación, una tarea difícil de por sí, que ha acabado en desastre. En cambio, Justin Xiang envía una fuerza incursora a un planeta insignificante y obtiene una gran victoria. También preparó el atentado contra Pavel Ridzik y fracasó, pero ahora culpa de ello a los espías de Davion. Tú vives avergonzado, mientras que él se niega a que sus errores manchen su historial.

—¿Qué insinúas, mi señora? —inquirió Tsen, con la cabeza gacha.

—Que Justin está utilizándote para dar una impresión mejor. Debes demostrar que tienes iniciativa. —Tsen irguió la cabeza y Romano vio el brillo de una idea en sus ojos—. ¿Qué? ¿Qué has pensado, amor mío?

Tsen sonrió con alegría.

—Descubriré a ese espía y entregaré su cabeza a tu padre… —La voz de Tsen se fue apagando, al igual que su sonrisa, cuando vio la expresión ceñuda de Romano.

—No, Tsen. ¡Piensas en términos demasiado estrechos!

Romano se volvió de nuevo hacia el tocador, agarró un frasco de perfume y se lo arrojó a Tsen. El fiasco se rompió en pedazos contra la pared y cubrió al hombre de aroma de almizcle y fragmentos de cristal.

—¿Qué importa un miserable espía de más o de menos? ¿Qué representa un espía, cuando Xiang afirma estar salvando la Confederación de Capela? ¡Para eclipsar su gloria, necesitas dar un auténtico golpe!

—No hay nada que pueda planear —dijo Tsen con gesto resignado.

—¡Ja! —Romano clavó en Tsen una mirada como de malaquita fría—. Tú mismo me dijiste que las Naves de Salto son cruciales en las guerras. Esa es precisamente la razón por que la que el plan de Xiang es un derroche de esfuerzos. ¿Por qué no diezmamos la flota de Naves de Salto de la Federación de Soles? ¿Por qué no atacamos los astilleros de Kathil?

Tsen la miró con incredulidad.

—¡Eso es imposible!

Demuéstrame tu coraje, pensó Romano. Pruébame tu valía ahora, o acabarás compartiendo el agujero donde he metido a la esposa de mi padre.

—¿Imposible? ¿Qué diría Justin Xiang sobre este plan? ¿Diría que es imposible? ¿Algún hombre diría que es imposible? —Romano se incorporó y dejó que su bata de seda le resbalase a los pies—. Tal vez debería seducir a Justin Xiang y olvidarme de ti…

Tsen se puso en pie de un salto. Sus oscuros ojos centelleaban de furia.

—¡No! —exclamó. Se volvió y rasgó la tapicería de la silla con las uñas de su diestra—. A mí no se me desprecia de una manera tan fácil, Romano.

Ella lo observó en silencio, consciente de que era preferible no hacer ningún comentario. Ya lo he visto así en otras ocasiones. Luchaba consigo mismo igual que la noche que me reveló, desobedeciendo la orden de Justin, que la puta que mi padre llamaba «esposa» tenía una aventura con Pavel Ridzik. Aquello debilitó su lealtad hacia Xiang, y ahora se perderá por completo. Mi padre recibe de Xiang los informes de la Maskirovka, pero ahora yo recibiré los míos de Tsen Shang.

—Es posible organizar un ataque contra los astilleros de Kathil —dijo Tsen, irguiendo lentamente la cabeza—. Tendré que hacer los preparativos a solas, para que el espía infiltrado en la Maskirovka no se entere.

—Sí, y revela el plan a mi padre en un momento en que nadie pueda enterarse a tiempo para avisar al Príncipe.

Tsen se mordisqueó el labio inferior.

—Eso implicará que hemos de establecer un circuito de órdenes con Kathil. Si las tropas se mueven por medios convencionales, irán demasiado lentas.

—Eso no importa —repuso Romano, acercándose a él—. Podemos desviar algunas de las Naves de Salto del circuito de Xiang en cuanto las haya utilizado. En vez de enviarlas a sus antiguos destinos, les asignaremos unos nuevos.

—Y necesitaremos tropas de choque.

—Tendremos las mejores —susurró Romano, excitada—. Ordenaré a los Comandos de la Muerte de mi padre que lleven a cabo tu plan.

Romano rodeó la cintura de Tsen con sus brazos. Este permanecía con los ojos casi cerrados y sumido en sus pensamientos.

—Tal vez funcione…

Romano estrechó su cuerpo contra el de Tsen.

—Funcionará, amor mío. Con esta victoria, ascenderás al lugar que te corresponde en la Maskirovka.

Romano le acarició los cabellos, miró por encima de su hombro y sonrió confiada a su propia imagen reflejada en el espejo.