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Nusakan

Isla de Skye, Mancomunidad de Lira

3 de septiembre de 3029

La sonrisa de Dan Allard se desvaneció cuando cruzó la puerta circular y entró en el despacho de Morgan Kell. El dolor y pesar que se reflejaba en el rostro de Morgan lo llenó de temor.

—¿Qué ha sucedido, mi coronel? —Dan se ató la cinta de Sanglamore sobre la oreja izquierda—. Justo antes de que saliera de patrulla, me han avisado que tenías un mensaje de la Arcontesa…

Morgan Kell mantenía la mirada baja y desolada.

—El mensaje fue enviado antes de que partiéramos de Lyons para esperar aquí, en Nusakan. ComStar lo envió a Nueva Libertad. Allí fue descifrado, cifrado de nuevo y enviado aquí. —Irguió la cabeza y señaló una silla situada frente a su escritorio—. Siéntate, Dan. Más vale que estés sentado cuando conozcas la noticia.

Dan cruzó la habitación de paredes cubiertas de yeso y tomó asiento en una vieja silla hecha de troncos. Noticias procedentes de la Federación de Soles llegarían a través de la Arcontesa a causa de la Interdicción. ¿Qué le ha ocurrido a mi familia? Vestido sólo con el chaleco refrigerante y unos pantalones cortos, se aferró a los bastos brazos de la silla.

Morgan no dijo nada, sino que tocó los controles de un visor de holovídeo. La oscura pantalla se iluminó y mostró a la Arcontesa sentada en su trono. Las patas de los dos BattleMechs Griffin que flanqueaban la regia silla eran apenas visibles y desaparecieron cuando la cámara tomó un primer plano del hermoso rostro de Katrina Steiner. Esta mantenía la mirada fija en la cámara y el poder y compasión de sus grises ojos fluía de la pantalla hasta el corazón de Dan. Tragó saliva antes de empezar a hablar.

—Le transmito, capitán Allard, los saludos de la Mancomunidad de Lira. Teniendo en cuenta la gratitud que siento hacia usted por sus servicios en el pasado, considero que este mensaje es horrible y cruel. Es un deber que preferiría obviar, mas es mejor que sepa la noticia de mis labios antes que de otras fuentes.

Katrina inspiró hondo y prosiguió:

—El veinte de junio, tres asesinos disfrazados como miembros de las Fuerzas Armadas de la Federación de Soles consiguieron entrar en la Tríada. Sus papeles estaban en orden y dos de ellos fueron escoltados hasta mi despacho privado. Yo charlaba amistosamente con ellos mientras esperábamos a Simón Johnson, jefe del CIL; es decir, una suerte de contrapartida del padre de usted en mi reino. El tercer individuo hizo una visita de cortesía a mi hija.

Dan se sintió cómo si se le adormecieran la mente y el cuerpo, a excepción de una única idea: ¡Jeana, mi Jeana, es la doble de Melissa! ¡Aquel asesino fue a ver a Jeana!

La Arcontesa asintió, como si hubiera presentido cuáles serían los pensamientos de Dan mientras grababa el mensaje.

—Jeana se dio cuenta de que era un impostor y se encargó de él. Se apoderó de su pistola y, tras atravesar una serie de pasajes ocultos en la Tríada, entró en mi despacho por una puerta secreta. Se enfrentó a los otros dos asesinos y los mató antes de que pudiesen hacerme daño.

La Arcontesa hizo una breve pausa, conteniendo las lágrimas.

—Jeana murió sin sufrimiento, pero no antes de saber que había logrado eliminar la amenaza contra mi vida. Por obvias razones de seguridad, sus restos mortales fueron sometidos a cremación. Las cenizas fueron sepultadas en la cripta de los Steiner, debajo de la Tríada. Si así lo desea, la cripta será abierta para usted siempre que quiera visitarla.

»Durante el tiempo que permaneció aquí, Jeana y yo nos hicimos muy buenas amigas. Ella solía hablarme de usted y estaba encantada de que su regalo lo hubiera mantenido a salvo. No dude jamás de que lo amaba, capitán Allard. Y sepa también que ella sigue viviendo en nuestros corazones.

La pantalla se oscureció, dejando a Dan con un tremendo vacío en sus entrañas. Le dolía la garganta a causa de las emociones que pugnaban por salir, pero no se notó dominado por ningún sentimiento. Todos estaban agazapados, esperando como nubes de tormenta en el horizonte.

—Creía que la había conocido toda mi vida, pese a no saber nada de ella —dijo a Morgan—. El hecho de que estuviese… —titubeó mientras buscaba la palabra adecuada— a salvo en Tharkad hacía que las cosas fueran más fáciles para mí. Sabía que íbamos a estar separados y que no sabría nada de ella; eso hizo que me inmunizara contra la preocupación y la pena por la separación. —Se encogió de hombros con impotencia—. Ahora quiero sentir algo, pero me siento vacío… —Se quitó la cinta de seda verde de la cabeza y jugueteó con el nudo—. Ni siquiera conocía su nombre completo…

Morgan vaciló y dijo en voz baja:

—Se llamaba Jeana Clay. Nació en 3002 en Poulsbo, donde vivía con sus padres. El padre murió en 3005, en una incursión realizada contra la guarnición militar de Bangor; su sacrificio permitió que Katrina Steiner, Arthur Luvon y yo mismo escapáramos de los agentes de Loki que Alessandro había enviado para matarnos.

Dan, estupefacto, clavó la mirada en su superior.

—¿Cómo lo…? ¿Por qué no me lo dijiste antes? —Sintió un arrebato de cólera, que demostró ser tan fugaz como las demás emociones que había intentado capturar. La comprensión tomó forma de una sola palabra, que repitió con un murmullo—: Heimdall…

—Así es —dijo Morgan—. Jeana y su familia eran miembros de Heimdall. No creo que Clay fuera su auténtico apellido; sólo sabía que el de su padre era Grison. Después de nuestro regreso a la Mancomunidad de Lira, Arthur Luvon creó e implantó en los ordenadores del CIL toda una serie de nuevas identidades para las familias y supervivientes de la célula de Heimdall en Poulsbo que nos habían ayudado. De hecho, fue gracias a una beca creada por Arthur que Jeana pudo ingresar en Sanglamore.

Dan se hundió en la silla y se cubrió los ojos con las palmas de las manos.

—¡Cuántos engaños y paradojas! La doble de Melissa es una mujer que pertenece a un movimiento de oposición. El hijo del duque Aldo Lestrade es miembro de ese mismo grupo, mientras que su padre hace cuanto puede por destruir todo un asentamiento en Nueva Libertad. Archivos secretos en el ordenador, del CIL… —Apartó las manos de los ojos—. Simón Johnson se volvería loco si supiera todo esto.

—No lo creo —respondió Morgan, meneando despacio la cabeza. Se puso de pie, rodeó la mesa y se sentó en su parte frontal—. Fue Simón Johnson quien introdujo la nueva identidad de Jeana en el ordenador, y su conexión con Heimdall fue la razón por la que Johnson la escogió para ser la doble de Melissa.

Dan se quedó boquiabierto.

—¿Simón Johnson, jefe del CIL, es miembro de Heimdall?

Morgan sonrió con malicia.

—Recuerda que somos un grupo formado por la leal oposición. Sabíamos que nos sería útil tener gente infiltrada en el Cuerpo de Inteligencia Lirano. Sobre todo, he de admitirlo, después de los hechos de Poulsbo. Arthur, Patrick y yo solíamos reímos al comentar el ascenso que Alessandro había otorgado a Simón. La idea de que el Arconte confiaba en un miembro de Heimdall para poder identificar células de la propia Heimdall y destruirlas resultaba gratificante.

—¿No me contaste lo de Jeana porque yo no soy miembro de Heimdall? —le preguntó Dan. Aunque no lo dijo abiertamente, en su pregunta estaba implícita su sensación de haber sido traicionado.

Morgan dio un cordial apretón en el antebrazo de Dan.

—Tal vez no hayas sido invitado jamás a ingresar en Heimdall, pero bien podrías ser uno de sus miembros. Te habría contado esto si lo hubiese sabido antes, pero no lo descubrí hasta que llegó este mensaje. Clovis añadió los datos necesarios.

Dan sonrió débilmente a Morgan.

—Gracias —murmuró. Contempló la cinta y la utilizó para concentrarse. Su voz se convirtió en un ronco susurro—. ¿Saben quién lo hizo…? ¿Quién envió a los asesinos?

Morgan inspiró hondo y entornó sus oscuros ojos.

—No dejó ninguna prueba y el hombre apresado por Jeana no confesó. Sin embargo, Katrina sabe que la conspiración nació en la isla de Skye.

Dan desató la cinta, anudó ambos extremos alrededor de sus puños y la tensó.

—Aldo Lestrade… —masculló. Miró la cinta tensada y, lleno de rabia, entornó sus azules ojos—. Ha estado muy activo en los últimos tiempos. En cuanto nos hayamos encargado de la Genyosha, llegará la hora de que reciba su merecido.

—Estoy de acuerdo —dijo Morgan, tan furioso como él.

—Enviaré un mensaje a Clovis. No le negaré su derecho de matar al duque, pero quiero que sepa que no irá solo.

—¿Recuerdas que te dije que el holovídeo había pasado por Lyons? Clovis lo vio y nos lo envió a continuación. —Suspiró—. Ya he enviado un mensaje con un texto parecido a Clovis, vía ComStar. Pero sólo he recibido una respuesta de Karla Bremen: Clovis ya se ha ido.

Buena suerte, amigo mío. Dan aflojó la cinta, pero volvió a tensarla con un ruido seco. Pongo mi venganza en tus manos.