Año 1998
Mensaje del 25 de enero de 1998
"Queridos hijos, hoy nuevamente os invito a todos a la oración. Solo por medio de la oración, hijos, vuestros corazones se transformarán y llegarán a ser mejores y más sensibles a la palabra de Dios. Hijos, no permitáis que Satanás os arrastre y haga lo que le plazca con vosotros. Os invito a ser responsables y decididos, y a consagrar cada día a Dios en la oración. Que la Santa Misa, hijos, no sea una costumbre sino vida. Viviendo cada día la Santa Misa sentiréis la necesidad de la santidad y creceréis en santidad. Estoy junto a vosotros e intercedo ante Dios por cada uno, a fin de que os dé fuerzas para transformar vuestro corazón. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de febrero de 1998
“Queridos hijos, también hoy estoy con vosotros, y nuevamente os invito a todos a acercaros a mí mediante vuestras oraciones. Os invito especialmente a la renuncia en este tiempo de gracia. Hijos, meditad y vivid, a través de pequeños sacrificios, la pasión y muerte de Jesús por cada uno de vosotros. Solamente si os acercáis a Jesús comprenderéis su inconmensurable amor por cada uno. A través de la oración y la renuncia os volveréis más abiertos al don de la fe, al amor por la Iglesia y por las personas que os rodean. Os amo y os bendigo. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 18 de marzo de 1998
(Aparición anual a Mirjana)
“Queridos hijos, os invito a ser mi luz, a iluminar a todos aquellos que aún viven en las tinieblas, y a colmar vuestros corazones de paz, con mi Hijo. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de marzo de 1998
“Queridos hijos, hoy nuevamente os invito al ayuno y a la renuncia. Hijos, renunciad a aquello que os impide estar cerca de Jesús. Especialmente os invito a que oréis, ya que únicamente con la oración podréis vencer vuestra voluntad y descubrir la voluntad de Dios, incluso en las cosas más pequeñas. Con vuestra vida cotidiana, hijos, tenéis que ser ejemplo; testimoniaréis si vivís para Jesús o en contra de El y de su voluntad. Hijos, deseo que lleguéis a ser apóstoles del amor. Amando, se reconocerá que sois míos. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de abril de 1998
“Queridos hijos, hoy os invito a abriros a Dios a través de la oración, como la flor se abre a los rayos del sol de la mañana. Hijos, no temáis. Estoy con vosotros e intercedo por cada uno para que vuestros corazones reciban el don de la conversión. Hijos, únicamente así comprenderéis la importancia de la gracia en estos tiempos, y Dios estará más cerca de vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de mayo de 1998
“Queridos hijos, hoy os invito a prepararos a través de la oración y el sacrificio para la venida del Espíritu Santo. Hijos, este es un tiempo de gracia y por eso os invito nuevamente a decidiros por Dios Creador. Permitidle que os cambie y os transforme. ¡Que vuestros corazones estén preparados para escuchar y vivir todo lo que el Espíritu Santo tiene preparado para cada uno de vosotros! Hijos, permitid al Espíritu Santo conduciros por el camino de la verdad y de la salvación a la vida eterna. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de junio de 1998 (XVII aniversario de las apariciones)
“Queridos hijos, hoy quiero agradeceros por vivir mis mensajes. Os bendigo a todos con mi bendición maternal, y a todos os llevo ante mi hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de julio de 1998
“Queridos hijos, hoy os invito a estar con Jesús por medio de la oración, para poder descubrir la belleza de las criaturas de Dios a través de la experiencia personal de la oración. No podéis hablar ni testimoniar sobre la oración si no oráis. Por eso, hijos, permaneced con Jesús en el silencio del corazón, para que El pueda cambiaros y transformaros con su amor. Este es para vosotros, hijos, un tiempo de gracia. Aprovechadlo para la conversión personal, porque cuando tenéis a Dios lo tenéis todo. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de agosto de 1998
“Queridos hijos, hoy os invito a que os acerquéis aún más a mí por medio de la oración. Hijos, soy vuestra madre, os amo, y deseo que cada uno de vosotros se salve y esté conmigo en el Cielo. Por eso, orad, orad, orad, hasta que vuestras vidas se vuelvan oración.” “Queridos hijos, hoy os invito a ser mis testigos, viviendo la fe de vuestros padres. Hijos, vosotros buscáis señales y mensajes, pero no veis que con cada amanecer Dios os invita a convertiros y a volver al camino de la verdad y de la salvación. Habláis mucho, hijos, pero trabajáis poco en vuestra conversión. Por lo tanto, convertios y empezad a vivir mis mensajes, no con palabras sino con vuestra vida. Así, hijos, podréis tener la fuerza para decidiros por una verdadera conversión del corazón. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de octubre de 1998
“Queridos hijos, hoy os invito a acercaros más a mi corazón inmaculado. Os invito a renovar en vuestras familias el fervor de los primeros días cuando os invité al ayuno, a la oración y a la conversión. Hijos, aceptásteis mis mensajes con corazones abiertos, aunque no sabíais lo que era la oración. Hoy os invito a abriros totalmente a mí, para que pueda transformaros y llevaros al corazón de mi hijo Jesús, a fin de que El os colme con su amor. Así, hijos, encontraréis la paz verdadera, la paz que solo os da Dios. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de noviembre de 1998
“Queridos hijos, hoy os llamo a prepararos para la llegada de Jesús. De modo especial preparad vuestros corazones. Que la santa confesión sea vuestro primer acto de conversión; luego, queridos hijos, decidios por la santidad. Que vuestra conversión y decisión de santidad empiecen hoy mismo, no mañana. Hijos, os llamo al camino de la salvación y deseo mostraros la senda que lleva al Cielo. Por eso, hijos, sed míos y decidios por la santidad. Hijos, aceptad la oración con seriedad y orad, orad, orad. Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Mensaje del 25 de diciembre de 1998
“Queridos hijos, en este gozo de la Navidad deseo bendeciros con mi bendición. De modo especial, hijos, os doy la bendición del pequeño Jesús. Que El os llene con su paz. Hoy, hijos, no tenéis paz y sin embargo la deseáis vivamente. Por eso, con mi hijo Jesús, en este día os llamo a orar, orar, orar, porque sin oración no tenéis alegría, paz o futuro. Anhelad la paz y buscadla, porque Dios es la paz verdadera. Gracias por haber respondido a mi llamada.”