15 ¿Recuerdas esa noche?

DE manera muy inesperada me enteré de esta historia, una de las tantas que han "tejido” el Medjugorje oculto de los primeros años, uno de esos “acontecimientos del corazón” que no figuran en los libros y que, sin embargo, han conmovido, conquistado y formado a los mejores testigos de la Gospa, aquellos que hoy en día están dispuestos a todo por Ella.

Un día, yo había decidido volver a casa inmediatamente después de la misa vespertina y caminaba rápidamente hacia el estacionamiento. Cerca del presbiterio, al pasar junto a un grupito de tres o cuatro personas, capté sin quererlo unas pocas palabras de su conversación:

—Y aquella noche cuando Ella nos dio un beso, ¿recuerdas? Reconocí la voz clara y alegre de Marc, un amigo muy querido, y luego la de Draga (la prima de Vicka y de Ivan), que exclamó:

—¡Nunca podré olvidar esa noche!

Sentí una gran emoción, pues todos los residentes de Medjugorje lo saben: cuando se dice “Ella”, es de la Gospa de quien se trata. Es una tradición local. Entonces...¿Ella verdaderamente les habría dado un beso? Draga mostraba un entusiasmo inusual. En cuanto a Marc... ¡el Cielo se reflejaba en sus ojos!

Me acerqué a ellos:

—Perdón, escuché algo... Díganme, francamente: ¿de verdad la Gospa les ha dado un beso? ¡Contéstenme solo si mi pregunta no es indiscreta!

Marc me cuenta entonces la historia:

—Era el 24 de julio de 1984. Después de la misa vespertina, subimos al Krizevac con unos diez jóvenes de la aldea. Al llegar cerca de la gran cruz me aparté un poco para orar, pero Draga vino a pedirme que me uniera a los demás. Al parecer, Vicka acababa de anunciar que la Virgen aparecería durante el tercer Padrenuestro. Nos arrodillamos, y en el tercer Padrenuestro la voz de Vicka se silenció; solo se oía el abrir y cerrar de sus mandíbulas. Inmediatamente encomendé a la Santísima Virgen a todas las personas por quienes yo quería pedir. De repente, Vicka se puso de pie. Estábamos todos muy sorprendidos porque la aparición aún no había terminado. Entonces Vicka extendió su brazo derecho y tomó por la cintura a la persona que estaba más cerca de ella, sin dejar de mirar fijamente hacia la cruz. Esta persona permaneció algo más de un minuto junto a Vicka y volvió a su lugar. ¡Yo me preguntaba qué estaba pasando, sin tener la menor idea de lo que podría ser! Luego Vicka nos hizo acercar a todos, uno por uno. Me tocó el cuarto lugar. Vicka me sujetó fuertemente y permanecimos de pie frente a la cruz. Múltiples preguntas atravesaban mi mente: “¿Yo tendría que ver algo?, ¿o a alguien?; ¿debería hacer algo?”. Como no obtenía respuesta alguna, recé un Avemaria y me abandoné totalmente, pensando: si debo recibir algo, estoy dispuesto; si no debo recibir nada, también estoy dispuesto. En ese mismo momento, me sentí lleno de una alegría y de una paz indescriptibles. Al regresar a mi lugar, con esa paz, mi corazón parecía demasiado pequeño para contener todo lo que había recibido. Y me decía a mí mismo: “Esta felicidad, quisiera conservarla eternamente...”.

Mientras tanto, los demás se sucedían junto a Vicka. Cuando todos terminaron, rezamos cuatro Padrenuestros y Glorias, y Vicka siguió hablando con la Santísima Virgen durante algún tiempo. Luego, ella dijo en voz alta: “Ode” (“se va”).

Después de la aparición, Vicka nos explicó lo que había pasado: ella nos había presentado uno por uno a la Santísima Virgen, ¡y la Gospa no solo nos había bendecido a cada uno en particular, sino que también nos había dado un beso!

Antes de bajar del Krizevac, rezamos tres Padrenuestros y Glorias por los no creyentes, y uno por nosotros.

Durante más de un año, esta alegría y esta paz no se apartaron de mí. ¡Parecía verdaderamente como si el Cielo estuviera en mi corazón! Cada vez que rezaba, que entraba en una iglesia, cada vez que veía una imagen de Jesús o de María, volvía a sentir esa felicidad. De noche, a veces me dolían las mandíbulas de tanto sonreír.

Ahora, con el paso de los años, no siempre siento lo mismo; a veces me cuesta orar. Pero pienso que, con cada Avemaría, yo le doy ahora un beso a la Gospa...

MENSAJE DEL 25 DE MARZO DE 1991

“Queridos hijos, hoy os invito a vivir la Pasión de Jesús en la oración y en unión con Él. Dios os ha dado estos días de gracia; decidios a dedicarle más tiempo a Él. Por lo tanto, queridos hijos,

orad y renovad en vuestros corazones el amor por Jesús, de una manera especial.

Estoy con vosotros, os acompaño con mi bendición y mis oraciones. Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Medjugorje, el triunfo del corazón
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