32 El banco Danas

¿DANAS? ESTA palabra significa “hoy” en croata, y a primera vista parece insignificante. ¡Sin embargo, encierra en sí misma una de las más poderosas fuentes de sanación que ofrece la Gospa a nuestro mundo sin paz!

Cada día 25 de mes, por la tarde, el padre Slavko reunía a algunas personas provenientes de diferentes países para traducir el mensaje. En primer lugar, el padre escribía en croata el mensaje recibido por Marija; luego se iniciaban las traducciones. Pero incluso antes de conocer el tenor del mensaje, yo tomaba mi hoja y escribía en francés: “Queridos hijos, hoy...” Y nunca fallaba (o casi nunca). La Gospa dice, en efecto: “Draga djeco danas... "¿Por qué este leitmotiv? Porque el día de “hoy” es su campo de acción, su centro de gravedad, su punto de impacto, su cuartel general... Es allí donde todo sucede y donde todo se encauza.

“Hoy” podría ser el nombre de un banco, pero de un banco excepcional que funcionaría de la siguiente manera: su capital sería suministrado por Dios, a demanda, y el rendimiento del mismo sería ilimitado. Aquel que viniera a pedir tanto, según sus necesidades, recibiría ese tanto; quien viniera a pedir el doble, recibiría el doble, y así sucesivamente. ¡El banco soñado! ¡Cuanto más fondos retiráramos, más aumentaría nuestro capital! Pero este banco tendría una regla ineludible: solo podríamos retirar fondos “hoy”, y sería además indispensable presentarnos personalmente. No podríamos decir: “Denme lo que me deben del día de ayer”, porque lo correspondiente a “ayer” estaría ya borrado de la memoria de los ordenadores. Tampoco podríamos retirar un adelanto sobre las transacciones futuras, ya que los ordenadores señalarían: “Mañana: datos desconocidos”.

Así funcionan los corazones de Dios y de María. Si yo, hoy, personalmente, no retiro los tesoros que me ofrecen, me condeno a la miseria. Y la mayor parte de nuestra sociedad sufre dos enfermedades que se transforman frecuentemente en psicosis. “Ayer” y “mañana” son sus nombres, estas atacan el alma muy sutilmente y la paralizan progresivamente, hasta sofocarla. Para tener vida, solo la ventanilla “hoy” está abierta. Las ventanillas “ayer” y “mañana” son claramente inexistentes.

Estas dos enfermedades son muy fáciles de detectar, porque la víctima demuestra tener los síntomas más característicos de las mismas:

Estos enfermos se paralizan mortalmente en “la trampa del ayer” o viven de quimeras, en “la ilusión del mañana”. Se mueren de hambre y de sed, se mueren de vacío, se suicidan por millares como consecuencia de su crisis de carencias, ¡y, sin embargo, el Banco Danas abre sus puertas para ellos día y noche!

Porque la gracia me es dada hoy; es ahora cuando viene al encuentro, toca, y salva la realidad de mi vida. Hoy no puedo poseer la gracia que corresponde a mañana, y tampoco puedo enlatar la del día de ayer.

Muchos diarios hacen un trabajo criminal al prestar sus columnas a profetas de desgracias: siembran miedo en los corazones. Y el miedo es siempre un síntoma de la psicosis “mañana”. Los clientes de ese gran “Banco Hoy”, que es el corazón de Dios, se reconocen por un solo síntoma: amor. Si amo, el miedo no tiene lugar en mi corazón. Aun más, cuando amo planifico el porvenir, lo modifico, construyo la verdadera seguridad para mi familia. Estoy anclado en lo real, no ando vagando por los aires como Peter Pan.

“Hoy” es la más extraordinaria fuente de riquezas y sorpresas que conozco. Si me pongo a la escucha para captar la gracia del día de hoy, entonces Dios, loco de alegría, me revela el plan único que tiene para mí en el momento presente. Una de las mejores y más fieles clientes del Banco Danas es mi amiga Karen, “graduada” hace años en la escuela de la Gospa.

Cierto día, la invitaron a hablar de Medjugorje en varias parroquias de Estados Unidos. La Gospa le había hecho ver que ella debía hacerlo. Entonces aceptó, pero el pánico la invadió, porque su naturaleza extremadamente tímida le parecía un obstáculo invencible. Y he aquí a nuestra Karen en una iglesia de Boston. Arrodillada y orando antes de dirigirse al público, le suplica a María: “Por favor, busca a alguien más, ¡simplemente no puedo hacerlo!”. En ese preciso instante, una persona totalmente desconocida le toca el hombro:

—Señorita, yo estaba orando en el banco de atrás. No la conozco, pero Jesús me dijo que le transmitiera lo siguiente: “No te preocupes por las palabras que debas pronunciar. Yo estaré contigo. Abre la boca y pondré ante tus ojos, una después de la otra, las palabras que destino a esta asamblea”.

Esto fue lo que sucedió. Al acercarse al micrófono, temblando todavía, Karen vio desenrollarse ante sus ojos una especie de pergamino. Ella leía entonces una frase en voz alta, la olvidaba enseguida, e ignoraba lo que leería al minuto siguiente. Karen permanecía prácticamente clavada al minuto presente. Aquella noche la asamblea la felicitó por haber preparado tan bien esa charla que conmovió innumerables corazones. ¡Una hermosa lección de abandono en Dios!

Otra noche, Karen subió al escenario con la cabeza tan vacía, que ni siquiera recordaba los cinco puntos fundamentales de Medjugorje. Pero estaba confiada y sabía que María tenía algo que decir a la gente congregada allí en gran número. A la hora de tomar el micrófono, mutismo total, silencio absoluto. Ni una sola palabra le viene a la mente. Pero ella espera en paz. La gente, hablando en voz baja y un poco impaciente, se pregunta lo que está pasando... ¡Para los americanos, cinco minutos de silencio rayan en la imposibilidad ontológica! Karen le dice a María:

“¡Mother! Si tú no tienes nada que decirles, sabrás lo que haces. Pero muéstrame si debo quedarme todavía mucho tiempo frente a este micrófono”.

Ella misma se oye decir a la gente:

—¿Hay sacerdotes en la asamblea?

Quince manos se levantan.

.—¿Podrían subir al estrado, por favor? —les pide Karen.

Los quince sacerdotes se acercan.

“¡Mother! ¿Qué hago con ellos ahora?”, suplica en su corazón.

La gente está pendiente de lo que va a suceder. ¿Estará bien de la cabeza esta Karen de Medjugorje? Entonces sale de su boca lo último que hubiera querido decir:

.—La Gospa no puede hablarles esta noche. Aquí hay demasiados pecados. Ustedes no podrían oír su voz. ¡Primero tienen que confesarse!

Eran las 19.30 horas, ella solo disponía de cuarenta minutos para su charla, tiempo que fue utilizado para hablar solamente de dos palabras: “conversión” y “confesión”. Karen explicó estas palabras con el poder del Espíritu. ¡Y se fue! Al día siguiente, el párroco, muy emocionado, le dijo:

—Karen, ¿sabe usted que anoche estábamos todavía allí a la una de la mañana? Los quince sacerdotes oyeron confesiones durante más de cinco horas. No sé qué le pasó a esa gente; la mayoría de ellos no se había confesado en veinte, treinta, cuarenta años. ¡Había que ver los peces gordos que nos enviaba la Gospa!

Aquella noche, centenares de pecadores, que en su mayoría habían ido por curiosidad, se fueron a sus casas justificados y radiantes de haberse reencontrado con su Salvador.

Un solo pequeño corazón había simplemente extraído del Banco Danas lo que le correspondía. ¡Y esos tesoros inesperados habían alcanzado para todo el mundo!

MENSAJE DEL 25 DE AGOSTO DE 1992

“Queridos hijos, hoy quiero deciros que os amo. Os amo con mi amor maternal y, os invito a abriros enteramente a mí, para que a través de cada uno de vosotros yo | pueda convertir y salvar a este mundo donde existe tanto pecado y tanta maldad., Por lo tanto, hijos míos, abríos completamente a mí para que yo pueda conduciros siempre hacia el amor maravilloso de Dios, el Creador, quien se os revela cada día. Estoy con vosotros y deseo revelaros

y mostraros a Dios que os ama. Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Medjugorje, el triunfo del corazón
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