51 ¡Una deliciosa cena!
BERNADETTE C. tenía ocho hijos todavía pequeños cuando estalló la II Guerra Mundial. Fue una verdadera tragedia para la familia cuando Olivier, su marido, fue capturado por los nazis en 1940 y enviado a un campo de concentración en Alemania.
Sola para alimentar y criar a sus hijos, Bernadette estaba agobiada de cansancio y de pena, con el agravante de que no tenía noticia alguna de su marido. Esto la consumía día tras día y solo su gran fe en Dios le permitía asumir su tarea y sobrevivir. Por supuesto, temía lo peor. ¿Estaría muerto su marido?, ¿lo habrían torturado?, ¿estaría hambriento y esquelético en algún búnker o sótano?
En 1943, ya sin fuerzas, oye hablar de Marthe Robin y del Foyer de Charité de Châteauneuf-de-Galaure (departamento del Dróme, Francia), el cual en la época estaba todavía en construcción (este “foyer” sigue ofreciendo retiros. Foyer de Charité, BP 11 − 26 330 Cháteauneuf- de-Galaure. Tel.: 04 75 68 79 00. Para direcciones en otros países consultar www. foyer-cheauneuf.com). Decide entonces ir a visitarla, y emprende un largo viaje en tren, debiendo cambiar reiteradas veces de estación, ya que Marthe vive muy lejos. Bernadette tenía toda su esperanza puesta en ese encuentro porque, se decía a sí misma, solo una santa de este temple podría socorrerla. Ya en el tren, formula la pregunta que le hará a Marthe. Agobiada por las mil y una tareas materiales de la casa, absorbida sin tregua por la cocina, la ropa y la limpieza, con la preocupación constante de conseguir un mínimo de dinero para sobrevivir con sus pequeños, Bernadette ya no dispone, muy a su pesar, de la posibilidad de tener los largos momentos de recogimiento y de oración que tanto amaba.
Con una gran sed de Dios, le preguntará a Marthe cómo orar en las circunstancias actuales, y aprovechar al máximo ese retiro para sumergirse en Dios, como nunca antes.
Agotada, pero llena de esperanza, Bernadette llega a Châteauneuf y se inscribe en la lista de los participantes en el retiro que desean ser recibidos por Marthe. El mismo día de su llegada, la llaman a La Ferme para una visita de diez minutos. En el camino, ella repite la pregunta que le hará a Marthe, y se prepara para expresar su aflicción por esos tres años de separación sin noticias. Con su corazón latiendo fuertemente, Bernadette entra en el cuarto de Marthe, donde reina una completa oscuridad. Apenas sentada en la sillita al pie de la cama, ella se presenta, pero no tiene la oportunidad de decir una sola palabra ya que, enseguida, Marthe comienza a hablarle de la casa, de los niños, de los platos cocinados a fuego lento y de las tareas domésticas... ¡Exactamente lo contrario de lo que ella tiene ganas de oír! ¡Y ni una palabra sobre la oración! Los diez minutos transcurren así cuando de repente, justo antes del final del encuentro, Marthe exclama:
—Esto es lo que usted va a hacer: ¡vuelva rápidamente a su casa, ponga la mesa como para una fiesta, y prepare una deliciosa cena para sus hijos!
El golpe es muy duro para Bernadette, que pronuncia con voz velada el Avemaría que concluye la entrevista.
Con gran desilusión prepara sus cosas para el viaje y vuelve a tomar el mismo camino, a la inversa, esperando largas horas en las mismas estaciones, y preguntándose por qué había depositado tanta esperanza en un viaje tan decepcionante. ¡Si por lo menos hubiera podido vivir esos cinco días de retiro! Pero ni siquiera esto le había sido concedido. Su destino, definitivamente, era volver a las ollas y renunciar a los horizontes espirituales con los que soñaba. “¡No valía la pena hacer un viaje tan largo e ir a visitar a una santa tan excepcional para que te diga que tienes que preparar unos platos bien sabrosos! ¡Sobre todo cuando ni siquiera tienes con qué hacer las compras!”, pensaba ella.
Pero Bernadette obedece y reúne sus pobres haberes para preparar una cena de fiesta. Y los niños se sientan a la mesa con ella...
Durante la comida, alguien toca el timbre... La puerta se abre...
¡¡Es su marido que vuelve de Alemania!! ¡¡¡Está vivo!!!
—¡¡Mira!! ¡Precisamente hemos preparado una deliciosa cena! ¡¡Como para una fiesta!!
MENSAJE DEL 18 DE MARZO DE 1994
(Aparición anual a Mirjana)
“Queridos hijos, hoy mi corazón está lleno de gozo. Me gustaría que todos los días os encontrarais en la oración como hoy, en este gran día de oración. Solo así se camina hacia la verdadera felicidad, que colma el alma y el cuerpo. Como madre, deseo ayudaros; permitídmelo. Nuevamente os digo: abridme los corazones y dejadme guiaros. Mi camino conduce a Dios. Os invito a que caminéis juntos, ya que vosotros mismos veis que con la oración destruimos todo mal. Oremos y esperemos.”