23 Historia de otra alma

—¡HASTA luego, Georgette! Si te encuentro en Medjugorje, no te molestes si te pido que me muestres tu pasaporte. Solo será para verificar que efectivamente eres tu...

Con estas palabras me despedí de Georgette hace algunos años en Montreal. El cuento del pasaporte era una broma entre nosotras dos. ¡La culpa la tenía ella! ¡Poseedora del don de bilocación, se la veía a veces en Medjugorje!

A Georgette no le gustaba que hablaran de ella; por eso espero que me perdone...

Georgette Faniel nació en 1915 en Montreal, donde llevaba una vida muy oculta, en intensa oración. Desde los 6 años gozaba de una gran intimidad con Jesús, que le hablaba tanto al corazón como al oído. La niña creía entonces que todo el mundo oía la voz de Jesús como ella y guardaba discretamente esta experiencia en su corazón. Más adelante, oyó también la voz del Padre, así como la voz del Espíritu Santo y la de la Virgen María. También a los 6 años, se le declaró una enfermedad que la hizo sufrir cada vez más y por la cual quedó inválida. Sus “compañeros celestiales” la ayudaron a llevar esa cruz en paz y a unir su sufrimiento al de Jesús.

Georgette convivía también con los ángeles que, de manera muy concreta, la ayudaban en sus tareas hogareñas y demás quehaceres, a veces con mucho humor. Le sucedió más de una vez que, no pudiendo acabar algún trabajo a causa de dolores agudos, más tarde ella lo encontró terminado... ¡Los ángeles se habían encargado de hacerlo!

Desde 1950, año en el que recibió las llagas de Jesús, vivió la Pasión.

No tengo el propósito de relatar aquí todas las asombrosas etapas de la vida mística de Georgette. ¡Para esto se necesitarían varios volúmenes! Pero un día, se produjo en ella un acontecimiento clave que alegrará enormemente a quienes aman a Medjugorje: el Viernes Santo de 1985, el Señor le hizo a Georgette, que ya se había ofrecido en holocausto de amor al Padre Eterno, una singular petición que la llevó más lejos aún en la ofrenda total de sí misma: ¿aceptaba ella ofrecer su vida, todos sus sufrimientos y sus oraciones para que la autenticidad de las apariciones de Medjugorje fuera reconocida? Georgette había oído hablar de Medjugorje por el padre Girard, su director espiritual. Desde ese momento no dejó de “trabajar” por la causa de Medjugorje, de día y de noche (solo dormía una hora por la noche), sacrificándose por los videntes, los franciscanos de la parroquia, el obispo del lugar y, naturalmente, por todos los feligreses y peregrinos.

Durante sus misiones en Canadá, tanto los videntes como los franciscanos no dejaban de visitarla; Georgette era parte de su familia espiritual. ¡Su conocimiento íntimo de Medjugorje resultaba más profundo que el de algunas personas nacidas allí! Sin embargo, inmovilizada en su casa debido a su estado de salud, ella no podía ir a Medjugorje. ¡La bilocación fue para ella, como para sor Faustina o el padre Pío, una solución proveniente de Dios!

Personalmente, tengo la íntima convicción de que la extraordinaria fecundidad de Medjugorje en todo el mundo se debe a esas almas inmoladas en secreto en una alcoba, que combaten hasta el punto de derramar su sangre contra el poder de las tinieblas y obtienen del Corazón de Dios las más preciosas victorias: Georgette era evidentemente una de esas almas.

Siento su presencia cada día, y cuando debo realizar alguna misión para la Gospa, su apoyo me sostiene. Trabajábamos en equipo. Sé que ella sentía en su interior, hasta la agonía, todas las ofensas a la Reina de la Paz, las maquinaciones urdidas en contra de Medjugorje, nuestras indiferencias a los mensajes, nuestras divisiones, nuestras lentitudes.

Georgette fue iluminada especialmente sobre el papel fundamental de Juan Pablo II con relación a Medjugorje y seguía interiormente, como en una pantalla de televisión mística, el gran combate que se libraba en Medjugorje para la salvación de la especie humana. Pero, ¡dejemos que ella nos hable!

“Desde que el Padre Eterno me pidió que ofreciera mis sufrimientos y orara por la causa de Medjugorje, Satanás se ha enfurecido contra mí mucho más que en el pasado.”

(Ya con anterioridad, no la dejaba nunca en paz, tratando de sofocarla físicamente y de destruirla de todas las formas posibles. En especial, le repetía sin cesar que estaba condenada y que había mentido toda su vida, engañando inclusive a su padre espiritual acerca de ella).

Georgette vivía también la gracia de la transverberación (término místico para describir al corazón traspasado, como santa Teresa).

“Es como un muy ardiente flechazo de fuego que traspasa mi corazón. El dolor es profundamente intenso. Siento que mi alma no debe cesar jamás de agradecer mientras Jesús hiere mi corazón. En ese momento, aparece un gran gozo interior en mi alma. Los más grandes gozos que ofrece el mundo no pueden compararse con lo que siento en mi interior. Esta herida me asemeja más a Jesús crucificado, porque uno mi voluntad a la del Padre, como Jesús lo hizo durante toda su vida, y especialmente en la cruz. El Padre me pide que ofrezca esas heridas por el Santo Padre, por las almas consagradas, por los sacerdotes de Medjugorje, por los videntes, a fin de que sean protegidos de sus enemigos visibles e invisibles; por los obispos de la ex Yugoslavia y por todos aquellos que se encomiendan a nuestras oraciones. Lo he tomado como una obligación de la que debo hacerme cargo. Desde que oí hablar de Medjugorje, oro y ofrezco mis sufrimientos para que la autenticidad de las apariciones sea reconocida tan pronto como sea posible. Los ofrezco para que el mensaje de María, Reina de la Paz, sea difundido por el mundo entero en toda su autenticidad. [...]

“Un día, después de haber orado para que las apariciones fueran reconocidas y desaparecieran todos los obstáculos, vi llorar a la Virgen María. Yo tenía la seguridad de que ella lloraba ante la situación de Medjugorje. Cuando la oigo llorar por las almas consagradas, sus lágrimas son sollozos, como por un dolor físico. En el caso de Medjugorje lloraba profusamente, pero en silencio y con la dignidad de una madre y de una reina. Ella pide oraciones por los sacerdotes de Medjugorje, pero también por los sacerdotes que visitan ese lugar bendito, los peregrinos, los videntes, a fin de que permanezcan fieles a lo que Ella les pide.

“Nuestra Señora pide también con gran insistencia que oremos para que la Iglesia reconozca, por el poder del Espíritu Santo, la autenticidad de las apariciones en Medjugorje. [...]

“En mi oración, le hablo al Padre Eterno de María, Reina de la Paz. Esto le agrada especialmente porque todo lo concerniente a la Madre de Jesús lo consuela. Le pido principalmente que guarde en toda su integridad los mensajes de la Virgen María, a fin de que todo sea presentado en la autenticidad y la verdad.

“Para mí, María es la presencia invisible al mundo que ha venido para dar la paz; el Santo Padre Juan Pablo II es la presencia visible que pide esa paz. Este mensaje de paz será llevado al mundo por Juan Pablo II, el mensajero de la paz.”

Georgette fue uno de los tesoros más hermosos de Medjugorje. ¡Cuando la encuentren en el Cielo, no será necesario pedirle su pasaporte! Creo que la Reina de la Paz en persona les contará quién era, y qué hizo por ella, esa pequeña gran señora vestida de azul, allá en Montreal...

MENSAJE DEL 25 DE NOVIEMBRE DE 1991

“Queridos hijos, hoy nuevamente os invito a la oración. Orad, a fin de que podáis comprender lo que Dios quiere deciros por medio de mi presencia y a través de mis mensajes. Deseo acercaros aún más a Jesús y a su corazón herido, para que podáis comprender el inconmensurable amor con que se entregó por cada uno de vosotros. Por eso, queridos hijos, orad para que de vuestros corazones fluya una fuente de amor hacia cada ser humano, tanto el que os odia, como el que os desprecia. De esta forma, gracias al amor de Jesús, seréis capaces de vencer toda miseria en este mundo de dolor, sin esperanza para aquellos que no lo conocen. Estoy junto a vosotros y os amo con el inmenso amor de Jesús.

Gracias por todos vuestros sacrificios y oraciones. Orad para que yo pueda ayudaros todavía más. Vuestras oraciones me son necesarias. Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Medjugorje, el triunfo del corazón
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml
sec_0115.xhtml
sec_0116.xhtml
sec_0117.xhtml
sec_0118.xhtml
sec_0119.xhtml
sec_0120.xhtml
sec_0121.xhtml
sec_0122.xhtml