9 La Gospa colecciona péndulos

—¡HERMANA! ¡Hermana!

Brigitte está a punto de partir; su autobús la espera. ¿Qué es eso tan importante que tiene que decirme que corre de esta manera hacia mí?

—Solo una palabra, tengo una buena noticia —me dice ella, casi sin aliento—. Mañana, cuando usted vaya a la Colina de las Apariciones, acérquese al gran montón de piedras bajo la cruz. Levante la piedra más negra, ala izquierda... Debajo de ella, encontrará mi péndulo... ¡Lo dejé allí!

—¿Y qué hago con él? —le pregunto, riendo.

El chófer toca el claxon; Brigitte se va nuevamente corriendo y gritando:

—¡Déjelo allí! ¡Es para ella!

“¡Uno más!”, pienso yo, viéndola alejarse. La Gospa tiene ahora la más importante colección de péndulos del mundo. ¡Quién lo hubiera creído!

Esto me recuerda una historia divertida. Sesenta peregrinos parisinos habían pasado cinco días en Medjugorje, y verdaderamente la gracia había actuado poderosamente en sus corazones. Todos se habían confesado, hasta los más recalcitrantes, y la Gospa podía sentirse feliz con el resultado. Pero nadie había previsto la jugada del padre Luciano, un franciscano italiano, quien, involuntariamente, vino a poner desorden en el grupo...

“Háblenos de la Biblia”, le había pedido inocentemente Geneviéve B.

La última noche, todo el grupo lo escucha con gran atención, pues de su boca salen palabras tan claras como inesperadas. Habiendo comentado la primera de las “diez palabras”(la Biblia nunca hizo referencia a los diez “mandamientos” de Dios, sino a sus diez “palabras”. Se trata de diez palabras que dan la vida e impiden la muerte: “Adorarás a un solo Dios”), helo aquí que emprende una sorprendente descripción de los ídolos que propone hoy en día nuestro mundo paganizado, y que la gente se traga con total inconsciencia. ¡El padre dice todo lo que tiene que decir! Algunos peregrinos comienzan a sentirse incómodos sobre sus asientos, y ninguno escapa a la tajante palabra de Dios. Todos sus ídolos, pequeños o grandes, son descubiertos a plena luz, y resulta necesario entrar en detalles...

El padre Luciano había pisado un hormiguero... Y lo mejor de toda la noche sucedió cuando él preguntó, sin dirigirse a nadie en especial:

—Por casualidad, ¿alguno de ustedes tiene un péndulo?

Los peregrinos se miran entre sí, dudan en responder, se agitan; el malestar es notorio...Y, de repente, una monja de lo más piadosa saca un péndulo de su bolsillo, exclamando:

—¡Sí! ¡Yo!

Cincuenta pares de ojos clavan su mirada en ella, y estallan de risa. Su valor alienta a los más indecisos, y muy numerosos son aquellos que, unos tras otros, sacan su péndulo de una cartera o de un bolsillo. Sesenta peregrinos...¡Casi igual cantidad de péndulos!

Aquella noche fue muy, muy larga, la más larga de toda la peregrinación, porque el padre Luciano tuvo que oír unas cincuenta confesiones, antes de que el grupo tomara el avión de vuelta, a la mañana siguiente. Una vez más, ¿quién se quedó con los péndulos? ¡La Gospa!

Movido por una súbita inspiración, el padre había dado en el blanco en un tema muy actual de nuestra sociedad y, como buen pastor, había alejado a sus ovejas de una fuente de agua contaminada que las consumía, para conducirlas a esta prodigiosa fuente de vida que es la palabra de Dios.

—Es simple —explicó al inicio de la famosa noche de las múltiples absoluciones, en la que casi nadie durmió—: el hombre está ávido de “conocimientos”. Pero solo Dios da el verdadero conocimiento, aquel que lleva a la vida, a la unión de amor con él. Sin embargo, Satanás es astuto; él se aprovechará entonces de esa avidez del hombre (¡y no hablo de la de la mujer!) para proponerle algo que se parezca al conocimiento: propone informaciones. Desde el Génesis, vemos claramente su artimaña: “¡¿Qué?! ¿Dios os ha prohibido comer de este fruto? ¡Al contrario! ¡Vuestros ojos se abrirán! ¡Tendréis el conocimiento! ¡Seréis como dioses!”. Y ante esa seducción, esa atracción (mejor dicho, esa trampa), Eva está dispuesta a sacrificar su unión con Dios con tal de poseer el “conocimiento”. Ella come del fruto y, en ese preciso instante, la muerte entra en el mundo. Hoy en día, todo sigue igual. La astucia de Satanás parece ser más eficaz que nunca. En la Biblia, la palabra de Dios es límpida como agua de roca en todo lo que se refiere a la adivinación y la adquisición de “informaciones” por medios espiritistas (cf. Deut 18, 9-12). Es una abominación . En numerosos versículos, Dios pone en guardia a su pueblo contra esos caminos de muerte, en los cuales se extravía en contacto con los paganos.

En cuanto a los péndulos y otros objetos parecidos que supuestamente ofrecen informaciones, el pasaje más significativo se encuentra en Oseas 4, 12, cuando Dios reprocha a los sacerdotes y al pueblo de abandonarlo a él, el Dios Viviente, para entregarse a la prostitución: “Mi pueblo consulta a su pedazo de madera, y su vara lo adoctrina, porque un espíritu de prostitución los extravía y se han prostituido lejos de su Dios”.

Y el padre Luciano agrega:

—¡Han logrado convenceros de que una pelota de papel maché, un anillo suspendido por un hilo, o un pedazo de madera son capaces de captar informaciones que os beneficiarán! Pero, ¿qué hace mover su péndulo? El magnetismo hace mover mi brújula, para encontrar el Norte. Es por eso que no la utilizo para buscar mi alma gemela, la felicidad o mis llaves. Y, ¿qué hace girar el péndulo? ¿Cómo una bolita de papel maché puede servirme de pancarta indicadora para andar por los caminos de Dios? San Juan da cuatro condiciones para caminar en la Luz: romper con el pecado, observar el mandamiento de Dios (el del amor), cuidarse del mundo y cuidarse de los anticristos (cf. 1 Jn 3-4).

Si busco una información para ser feliz (dinero, corazón, éxito, fama...) debo admitir objetivamente que, en lo que concierne a los asuntos del corazón, la experiencia demuestra que el péndulo los hace fracasar. Con respecto a la salud, si estos funcionaran, los distintos planes de cobertura médica los regalarían. En cuanto al dinero, puede ser que funcione, pero, ¿quién maneja todo eso? ¿Tendré que pagar a cambio el precio de terribles angustias o ideas de suicidio? Solo Dios es gratuito. A mí, hijo del Padre, me basta con sospechar que lo que hace girar el péndulo puede ofender a mi Padre. Y no necesito explicaciones ni demostraciones para abstenerme de usarlo, porque temo ofender al Padre. Lo amo a El y amo su Providencia. Péndulo o Providencia..., ¡elegid!

Hoy en día, todo el mundo quiere saber más y más, cueste lo que cueste. Satanás susurra los mismos cuentos desde los tiempos del Jardín del Edén: “Tú tienes que saberlo todo, ven a verme a mí, porque tu Dios te esconde algo” (de aquí las trampas actuales como la cienciología, la antroposofía, etc, que proponen un conocimiento en gran parte desconectado de la Biblia).

¡No! ¡No hagáis el trueque de vuestra alma, de vuestra vida eterna, por esas falsas luces! En Jesús lo tenemos todo; Él es el Camino, la Verdad y la Vida. “La vida eterna es conocerte a Ti, Tú el verdadero Dios, y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).

Si la Gospa ha llorado copiosas lágrimas diciendo: “Habéis olvidado la Biblia”, es porque Ella ve morir a los hijos de su amor. Es el grito de una madre que ve al destructor acercarse a su pequeño y seducirlo, porque ese pequeño no lleva consigo la espada de la palabra de Dios para poder abatirlo.

Aquella noche, lo que a los peregrinos les parecía un precioso tesoro se convirtió en un objeto de rechazo. En los años siguientes, muchos de ellos volvieron a Medjugorje, y todos expresaron cómo esa “renuncia” los había liberado. El péndulo, que se había transformado en un ídolo, sin que ellos se dieran cuenta, los había convertido en esclavos. ¡Y fue la Gospa quien desató ese lazo!

Dicho de otra manera: si tienes un péndulo, te invito a aumentar la gran colección de la Gospa, aquí, en Medjugorje. ¡Ella los posee de todos los colores!.

MENSAJE DEL 25 DE OCTUBRE DE 1990

“Queridos hijos, hoy os invito a orar de manera particular y a ofrecer sacrificios y buenas acciones por la paz del mundo. Satanás es fuerte y quiere con todas sus fuerzas destruir la paz que viene de Dios.

Por eso, queridos hijos, orad conmigo, de manera especial, por la paz.

Estoy con vosotros; quiero ayudaros con mi oración y llevaros por el camino de la paz. Os bendigo con mi bendición maternal. No olvidéis vivir los mensajes de paz. Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Medjugorje, el triunfo del corazón
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