43 Mis rodillas se bloqueaban
ME encanta el humor travieso del padre Albert Shamon (de Nueva York), y cuando él empieza con sus bromas, ¡yo no me quedo atrás! La calidad de su teología y su profundo apego por la Iglesia son conocidos en todo Estados Unidos. Un día, queriendo saber a qué atenerse acerca de las supuestas apariciones de Medjugorje, optó por la mejor de las soluciones: ir a ver.
El mismo cuenta su primer día:
—Con algo de temor, decidí llevar sobre mí al Santísimo Sacramento, como lo hace todo sacerdote cuando lo llaman para que atienda a un enfermo. Tenía la intuición de que si estas apariciones eran obra del demonio, ¡la presencia de Nuestro Señor provocaría allí un alboroto infernal!
Cuando llegué, mucha gente se agolpaba frente a la puerta que conduce al cuarto de las apariciones. Temía mucho no poder entrar, pero el franciscano que vigilaba la entrada me vio, me reconoció, apartó a la gente y me hizo entrar. Yo atribuía este favor al hecho de llevar sobre mí al Santísimo Sacramento.
La salita estaba repleta y me encontraba aplastado contra la pared, muy contento de poder estar allí a pesar de todo. Cuando llegaron, escoltados por el padre Slavko, Marija y Jakov se pusieron de rodillas cerca de la puerta para rezar el rosario, deteniéndose en el tercer misterio doloroso. El padre Slavko comenzó entonces a hacer un poco de espacio en el cuarto y pidió a la gente que se encontraba delante de mí que se desplazara. Para mi gran satisfacción, me encontré justo al lado de Marija.
La aparición comenzó y, siguiendo una señal del padre Slavko, todo el mundo se arrodilló. Todo el mundo salvo yo, porque, a pesar de mis esfuerzos, mis rodillas se negaban a doblarse, estaban como bloqueadas. Desconcertado, me agaché profundamente para no hacerme notar demasiado.
Esa misma tarde concelebré la misa y mis rodillas funcionaron normalmente.
Al día siguiente, decidí probar nuevamente mi suerte ( por una cuestión de equidad, es muy raro que a una misma persona se le permita asistir a las apariciones más de una vez) y me paré frente a la puerta. El mismo franciscano me hizo señas de entrar y yo le agradecí a Jesús, a quien llevaba nuevamente sobre mí, por este insigne favor. Pero en el momento de la aparición, ¡imposible ponerme de rodillas! A pesar de todos mis esfuerzos, no lograba nada. De nuevo tuve que inclinarme profundamente.
Siempre con el Santísimo Sacramento, fui autorizado una tercera vez a asistir a la aparición. Como mis rodillas estaban nuevamente bloqueadas, le pregunté a la Santísima Virgen que me dijera por qué. Y me pareció oír que decía: “Yo no quiero que mi Hijo se arrodille ante mí”.
Partí de Medjugorje convencido de la autenticidad de lo que allí sucede.
MENSAJE DEL 25 DE JULIO DE 1993
“Queridos hijos, os agradezco vuestras oraciones y el amor que me demostráis. Os invito a decidiros a orar por mis intenciones. Queridos hijos, ofreced novenas, sacrificaos en aquello que os sintáis más atados. Deseo que vuestras vidas estén unidas a mí. Soy vuestra madre y no quiero, hijos míos, que Satanás os engañe,
porque él anhela llevaros por mal camino. Pero no puede hacerlo si no se lo permitís.
Por eso, hijos míos, renovad la oración en vuestros corazones, y entonces comprenderéis mi llamada
y mi vivo deseo de ayudaros. Gracias por haber respondido a mi llamada.”