84 El trueque de Thèrése

IMAGINEN a una campesina bretona de 53 años, creyente desde antes de haber nacido, que hace el viaje de su vida yendo a Medjugorje. ¡Esa es Thèrése! Era necesario un caso de fuerza mayor para arrancarla de su pueblo y arrojarla a los pies de la Gospa: Thèrése, en efecto, tiene en el alma un dolor tan grande como su buen corazón de madre. Desde hace tres años, su yerno hostiga constantemente a su hija Vera, así como a su familia política, a la que considera “mojigata”. El dice claramente que no cree en Dios y que no tiene la menor intención de prestarse a tales tonterías. Thèrése parte entonces para Medjugorje, con el fin de confiarle todo a María.

Ese mismo día, su hija debe ver al abogado para iniciar un procedimiento de divorcio. Durante el largo viaje en autobús, Thèrése revuelve todas esas penas en su corazón. Está desconsolada al ver a Harmony, su nieta, a caballo entre papá y mamá. Estos se pelean y hablan de divorcio delante de la niña, que solo sueña con tener un hermanito.

Al llegar a Medjugorje, Thèrése oye hablar del trueque que uno puede hacer con la Santísima Virgen (el peregrino Albert es quien inauguró, en Medjugorje, esos intercambios con el Cielo, de los cuales Jesús hablaba a Santa Catalina de Siena: “Ocúpate de mis cosas, que yo me ocuparé de las tuyas”. La sorprendente historia de Albert está contada en el cassette Una madre para sanar del vacío, Comunidad de las Bienaventuranzas, Atlixco, Puebla, tel.: (01244) 445 1145, www.bienaventuranzas.net, y en el libro Medjugorje, la guerra día a día, Florida Center for Peace, pág. 149). Así es como decide entregar totalmente su problema y su sufrimiento a la Gospa y le dice: “Ocúpate de Vera y de su familia, mientras yo, por mi parte, me ocuparé de orar por tus intenciones”. Una vez concluido el trato, Thèrése se encamina hacia la Cruz Azul, donde ora con fervor por todo lo que pide María: los no creyentes, los jóvenes, los pecadores, los sacerdotes, la paz en los corazones, etc.

La primera noche, una llamada telefónica le anuncia que, finalmente, su hija ha anulado la cita con el abogado porque, una vez más, quiere tratar de salvar su matrimonio.

Pasan los días, y cada noche, después del programa de la parroquia, Thèrése corre a la Cruz Azul, donde, con gran confianza, intercede largamente por las intenciones de María.

De regreso a Francia, ella se entera con asombro de que su yerno está muy cambiado. Su hija le cuenta que una noche, hacia las 22.00 horas, él se encontraba mirando la televisión desde su cama cuando, de repente, la llamó:

—¡Vera!, ¡ven a ver!, ¡rápido! ¡Mira esa inmensa cruz azul encima de la “tele”!

Vera no ve absolutamente nada, pero su marido insiste:

—¡Pero mírala! ¡Está ahí!

El miedo lo estremece... ¡Un racionalista como él!

Entonces Thèrése le explica a su hija que esa Cruz Azul, ¡ella sí la conoce! En Medjugorje, oraba cada noche frente a ella, precisamente a la misma hora.

La Gospa había aceptado el trueque: se había encargado del yerno, mientras Thérése se ocupaba de sus intenciones.

Desde entonces (esto ocurrió en junio de 1995), Vera y su marido han vuelto a frecuentar la Iglesia. Los dos han recibido el sacramento de la reconciliación, lo que no había ocurrido en diez años en el caso de Vera, y veinte en el de su marido... La violencia, los golpes, las palabras llenas de odio ya se han acabado; la familia reza junta cada día y la pequeña Harmony nos anuncia una buena noticia: ¡ya ha nacido el hermanito!.

MENSAJE DEL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1996

“Queridos hijos, hoy os invito a ofrecer vuestras cruces y sufrimientos por mis intenciones.

Hijos míos, soy vuestra madre y deseo ayudaros, obteniendo para vosotros la gracia de Dios.

Hijos míos, ofreced vuestros sufrimientos como un regalo para Dios, a fin de que se transformen en una bellísima flor de alegría. Por eso, hijos, orad para poder comprender que el sufrimiento puede convertirse en alegría

y la cruz en camino de gozo. Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Medjugorje, el triunfo del corazón
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