5 El Podbrdo de noche
AQUELLA noche, de nuevo, Marija nos hablaba sobre las primeras apariciones:
—La Gospa nos pedía con frecuencia que oráramos por sus intenciones y por los planes que estaba realizando (Vicka me dijo que la Gospa guardaba en secreto sus planes, pero que Ella, a veces, le precisaba de qué trataban). Cierto día, Ella nos pidió que hiciéramos una gran novena por algo muy importante, e invitó a todo el pueblo a ir a la colina de las apariciones para orar, entre las dos y las tres de la madrugada, durante nueve noches. Gran parte del pueblo respondió. Cada noche, la Virgen se nos aparecía (a nosotros, los videntes) y durante la novena noche sucedió algo increíble. Mientras estábamos en éxtasis, los aldeanos contemplaron cómo las estrellas caían del cielo y se dirigían hacia donde estaba la Virgen, como si su presencia les sirviera de imán. Las estrellas se deslizaban sobre ella, cubriéndola con un manto de luz, y caían al suelo. Al tocar el suelo, estas rebotaban hacia el cielo y se multiplicaban hacia el infinito. La gente, al ver las estrellas caer del cielo, empezó a tener mucho miedo, y algunas personas gritaban: (¡Como en Fátima el 13 de octubre de 1917!) “¡Es el fin del mundo! ¡Es el fin del mundo!”. Tenían tanto miedo que se quedaron orando toda la noche en la colina.
Pero nosotros, los videntes, no habíamos visto nada, puesto que durante la aparición la Gospa se había presentado de la misma forma como aparece cada día, y no habíamos visto ni el cielo, ni las estrellas, ni nada de lo que ocurría a nuestro alrededor. Después del éxtasis, los aldeanos nos contaron todo.
Nos alegramos entonces muchísimo, porque en aquella época la milicia nos amenazaba constantemente con encarcelarnos. Nosotros pensamos: “Muy bien, cuando estemos en la cárcel, todo el pueblo podrá a su vez dar testimonio de lo que la Gospa realiza aquí. ¡Ahora ella tiene nuevos testigos!”.
MENSAJE DEL 25 DE JUNIO DE 1990
(IX aniversario de las apariciones)
“Queridos hijos, hoy quiero agradeceros todos vuestros sacrificios y oraciones. Os bendigo con mi bendición especial de madre. Os invito a todos a decidiros por Dios y a descubrir día a día Su voluntad mediante la oración.
Queridos hijos, quiero invitaros a todos a una conversión total, a fin de que la alegría esté en vuestros corazones.
Estoy feliz de veros tan numerosos hoy aquí. Gracias por haber respondido a mi llamada.”