24 La oración del día 2
DE acuerdo a lo que Mirjana nos ha contado, los “no creyentes” serían como imanes que captan los males que afligen a la humanidad. ¡Es bueno saberlo! ¡Porque si nos empeñamos en hacer desaparecer estos “imanes”, los males ya no tendrían impacto sobre nuestra Tierra, o lo tendrían en menor intensidad!
Cuando los peregrinos ven llegar a Mirjana, esta joven mujer apacible y radiante, no se imaginan que van a escuchar de su boca una impresionante lista de las “plagas de Egipto” de nuestros días debida a los no creyentes.
Y en cada familia debe de existir por lo menos uno de ellos...
—La Gospa dice que el mal que reina hoy en día en el mundo ocurre porque existen no creyentes. Las guerras, las divisiones, los suicidios, la droga, los divorcios, los abortos... Todo esto sucede a causa de los no creyentes. La Gospa no los llama no creyentes, sino aquellos que aún no conocen el amor de Dios. Ella los ama porque es su Madre, pero sufre mucho a causa de ellos. La Virgen nos pide que oremos cada día por ellos. Si pudiérais ver, aunque fuera una sola vez, las lágrimas que corren por su rostro debido a los no creyentes, os decidiríais enseguida a orar cada día por ellos. Con cada oración, secáis sus lágrimas. La Gospa pide nuestra ayuda, porque por medio de nuestra oración podemos lograr que cambien.
Mirjana es extremadamente sensible y rehusó ver el Infierno.Traumatizada por una rápida visión del Purgatorio, le dijo a María: “¡Con esto me basta, no quiero ver el Infierno!”.
—En nuestras intenciones de oración —continúa Mirjana—, la Gospa nos pide que pongamos a los no creyentes en primer lugar. Orar por ellos es orar por nuestro futuro, es orar por el porvenir de nuestros hijos, por su seguridad... Desde 1987, la Gospa viene el día 2 de cada mes para orar conmigo por esta intención.
(Mirjana precisa que la elección del segundo día del mes por parte de la Virgen no es casual. “Comprenderemos el porqué de esa elección cuando los secretos sean revelados”, dice ella; “ese día será muy importante”).
¡A veces ella se queda durante mucho tiempo! A mí me enseñó oraciones por aquellos que no creen; solo Vicka las conoce también. No puedo contar ahora de qué oraciones se trata; lo haré más adelante.
La Gospa dice que incluso en las iglesias se encuentran numerosos no creyentes; por ejemplo, los que van allí por costumbre, o para ver a los demás y no para encontrarse con Dios.
Y Mirjana agrega:
—Es terrible pasar toda la vida sin Dios, y darse cuenta a la hora de la muerte que se ha pasado por alto lo esencial. ¡Y tenemos una sola vida! Para ayudar a aquellos que no creen, lo primero es amarlos, luego orar por ellos. El resto, lo hace la Gospa. Yo lo experimenté en Sarajevo, donde había muchos estudiantes ateos a mi alrededor. Yo le decía a la Gospa: “Yo hice mi parte; ¡ahora te toca a ti!”.
Este llamamiento de la Virgen encuentra poca respuesta. ¡Dios quiera que hoy halle eco en nuestro corazón! ¡Ojalá no suspendamos a la hora de recibir de Dios la recompensa por nuestras acciones, pasadas por fuego!
Ciertos peregrinos de Provence (Francia) decidieron ofrecer a la Gospa una ayuda sustancial en favor de los no creyentes, y organizaron en su iglesia “la oración del día 2”. ¡Magnífica iniciativa!
Desde el principio, ellos pudieron comprobar cuán agradable a Dios era su oración. El Señor los alentaba de manera perceptible para que continuasen:
—Lo siguiente sucedió el 2 de julio durante la oración —cuenta Jean Pascal—, al regresar de Medjugorje. Nos había estremecido sobremanera el mensaje dado el 18 de marzo de 1990 a Mirjana: “Vengo a pediros vuestra ayuda; uníos a mí para orar por aquellos que no creen. ¡Me ayudáis muy poco! Tenéis poca caridad y poco amor...”.
Como era época de vacaciones, éramos solo cinco, pero todos firmemente decididos a ayudar a la Santísima Virgen. Aquella noche, oramos durante más de dos horas: alabanzas, oración de intercesión por los no creyentes... De repente, tres de las personas presentes sintieron un perfume muy delicado en la iglesia. ¡Y, sin embargo, allí no había ninguna flor! Decidimos entonces encontrarnos el 2 de agosto para la misma oración, así como el día 2 de cada mes. El 2 de septiembre éramos unas treinta personas. Después de cantar en lenguas, una de las asistentes tuvo una visión que no reveló a ninguno de los presentes: la Virgen estaba allí, hermosamente vestida, y el agua que brotaba de su corazón caía a torrentes sobre toda la asamblea y sobre el mundo, como para lavarlo. Esa misma persona se dio cuenta entonces de que mucha gente levantaba la cabeza y preguntaba en voz baja: “¿Oyes el agua? ¿Qué será? ¡Debe de haber una gran fuga en alguna parte!”.
En dos ocasiones, la asamblea se distrajo por ese fuerte ruido de agua que parecía caer como si fueran cataratas. “Columnas de agua”, decían algunos. Después de la oración, Jean Pascal buscó al sacerdote para prevenirlo de la gran inundación que estaba a punto de producirse en su iglesia; probablemente alguna cañería rota, aunque resultaba muy extraño que el ruido emanara del interior y del centro de la iglesia, y no de las paredes exteriores.
—¡Imposible! —respondió el sacerdote—. Esta iglesia es la única de toda la diócesis que no tiene ninguna toma de agua. ¡Ni una cañería, ni una canilla! ¡Esto nos complica bastante la existencia, sobre todo para la limpieza!
Todos comprendieron entonces el aliciente del Cielo.
Algunos meses más tarde, una señora oraba de noche en la misma iglesia, esperando la hora de “la oración del día 2”. Sin saber que ella estaba allí, el sacerdote la encerró en la iglesia. Al encontrar la puerta cerrada (por olvido), los demás se pusieron a orar en el atrio. La señora, pensando ser la única que había acudido al encuentro del día 2, empezó a orar con gran fervor. Hacía mucho tiempo que sufría de artrosis y no podía levantar los brazos, ni siquiera para colgar la ropa. En el fervor de su oración, ella levantó los brazos al cielo para alabar a Dios y darle gracias, cuando, estupefacta, se dio cuenta del cambio:
—Señor, ¡me has sanado!
Aún hoy, años más tarde, perdura la sanación de esta madre de cinco hijos.
El 2 de mayo de 1996, la responsable de la liturgia había olvidado un libro de cantos en esa iglesia y fue a buscarlo de noche, para preparar un ensayo. El grupo de “la oración del día 2” ya se había ido, después de haber orado por los no creyentes durante largo tiempo. Cuál no fue su sorpresa al comprobar que toda la iglesia, hasta en los mínimos rincones, estaba deliciosamente perfumada... La señora permaneció allí durante largo tiempo, como transportada al Cielo.
—Yo me sentía tan bien, que hubiera podido pasar toda la noche allí —comentó.
Esta buena iniciativa de la “oración del día 2” se extendió rápidamente por toda la región. Se formaron nuevos grupos y, hoy en día, muchas familias dedican ese día un tiempo a la oración para “ayudar a la Gospa”, en comunión con Mirjana y millares de personas.
Desde el 2 de febrero de 1997, esta aparición mensual está abierta a pequeños grupos y ya no es privada.
MENSAJE DEL 25 DE DICIEMBRE DE 1991
“Queridos hijos, hoy os traigo al pequeño Jesús de una manera particular, para que os bendiga con su bendición de paz y amor. Queridos hijos, no olvidéis que esta es una gracia que muchas personas no comprenden, ni aceptan.
Por eso, vosotros que decís pertenecerme y buscáis mi ayuda, dad todo de vosotros mismos. Ante todo, dad amor a vuestras familias y servid de ejemplo. Decís que la Navidad es una fiesta familiar; entonces, queridos hijos, poned a Dios en el primer lugar en vuestras familias, a fin de que El os dé la paz y os proteja, no solo de la guerra,
sino también de todo ataque satánico en tiempos de paz.
Cuando Dios está con vosotros, lo tenéis todo. Pero cuando no deseáis su presencia, sois miserables
y no sabéis del lado de quién estáis. Por eso, queridos hijos, decidios por Dios, y lo tendréis todo.
Gracias por haber respondido a mi llamada.”