37 Cuantos más hijos tengáis...

SON las ocho de la mañana. Como cada día en esa época, Mirjana sale de su casa para hablar a un grupo de peregrinos. Se ha levantado a las cinco para rezar el rosario antes de que su familia se despierte, iniciando así su día de madre de familia con la gran paz que le da su intimidad con el corazón de María. Cada peregrino la observa atentamente, porque para la mayoría de ellos ver a un vidente es ver a un santo, o por lo menos un excepcional reflejo de Dios.

Mirjana les habla de los principales mensajes y del papel que la Gospa le ha pedido desempeñar en favor de los no creyentes. Su charla resulta sencilla, sobria y muy sucinta. Tal como el decálogo de Moisés al bajar del monte Horeb donde había conversado con Dios, el mensaje transmitido por los videntes se reduce también a diez renglones. ¡Pero qué renglones! ¡Como para revolucionar al mundo entero! Entonces Mirjana se detiene, con la calma profunda de quien lo ha dicho todo.

Se oye entre la gente una voz masculina que pregunta:

—Mirjana, ¿qué dirías a una joven mujer casada que se niega a tener hijos?

—¡Que tener hijos es la cosa más bella del mundo! —responde Mirjana, suscitando una ola de aplausos.

El hombre está contento. Sabía que estaba en lo cierto, pero ahora tiene la prueba. Y se lo contará a la joven mujer. Pero él quiere saber más...

—¿Y si esta joven mujer dice que tiene miedo porque el porvenir es sombrío y es peligroso traer hijos a semejante mundo?

—¡No tiene por qué temer! Que confíe sus hijos a Dios y a María.

La Gospa dice que “no somos nosotros quienes decidimos la felicidad de nuestros hijos. Quienes toman a Dios como padre, a la Iglesia como hogar, y a mí como madre”, nos dice ella, “no tienen por qué temer”.

—Sin embargo, muchos matrimonios hoy en día temen tener hijos...

—La Gospa dice: “No tengáis miedo de tener hijos. ¡Más bien deberíais tener miedo de no tenerlos! ¡Cuantos más hijos tengáis, mejor será!”.

Los peregrinos hablan entre sí en voz baja. No contaban con estas palabras tan fuertes de parte de la Santísima Virgen. ¡Es lo contrario del razonamiento generalizado de nuestra sociedad!

—Pero, Mirjana, ¿y los secretos...? Sabemos que algunos de ellos anuncian cosas muy duras...

—¡No les tengan miedo a los secretos! Confíen sus hijos a la Gospa y no tendrán nada que temer de los secretos. ¿Por qué creen ustedes que ya tengo dos hijos y que espero tener muchos más?

El argumento destella como un relámpago en la noche; es ineludible y habla más fuerte que todos los libros sobre el fin de los tiempos que pululan en este final de milenio.

Mientras el grupo se aleja por el camino lleno de baches y guijarros, le pido a Mirjana algunas precisiones sobre el tema de los niños.

—¿Sabes? Para nuestros países occidentales lo que tú acabas de decir equivale a una bomba. Echa por tierra todas las teorías que ciertas autoridades muy poderosas nos imponen desde hace tiempo y que los medios de comunicación machacan cada día en las conciencias: la familia estalla, el niño sobra... La voz de María tiene que ser más fuerte que la de los sepultureros de la humanidad...

—¡Ven a verme mañana!

Al día siguiente, nos encontramos en su casa y, lápiz en mano, tomo nota de algunas de las palabras que intercambiamos. Mirjana delimita muy claramente lo que la Gospa le ha confiado y lo que proviene de ella misma. Me repite lo que dijo la víspera, palabra por palabra, y continuamos.

—Mirjana, ¿la Gospa fue quien te dijo que te casaras?

—No, Ella me dejó libertad. Pero me enseñó a escuchar la voz de Dios, la voluntad de Dios en mi corazón. La Virgen siempre dice: “Orad, y sabréis en vuestro corazón lo que debéis hacer”. Y nunca sentí en mi corazón la inspiración de ser monja. Marko y yo nos conocemos desde la infancia; íbamos juntos a la escuela. En lo que me concierne, la Gospa nunca me mostró otro camino que el del matrimonio.

—Como cinco de los seis videntes están casados, ¿crees tú que la Virgen quiera promover aún más la familia en nuestro tiempo? ¿Debemos ver esto como un signo?

.—¡No, en absoluto! La Gospa dice que las dos vocaciones son necesarias en la Iglesia, y que las familias no pueden vivir sin sacerdotes y religiosos, de la misma forma que los sacerdotes y religiosos no pueden vivir sin las familias. ¡Los videntes no son modelos para ser imitados!

—Ayer transmitiste afirmaciones muy fuertes de la Santísima Virgen. por ejemplo: “No tengáis miedo de tener hijos; más bien deberíais tener miedo de no tenerlos”.

—Sí, lo dijo, y sabe por qué. Y yo también lo sé..., pero ya no te puedo decir más...

—¡Ah...! ¡Tú lo sabes...!

Sonriendo, Mirjana asiente con la cabeza y agrega con la seguridad de una profesión de fe:

—¡Cuando los secretos sean revelados, comprenderemos por qué era importante tener muchos hijos! ¡Todos esperamos el triunfo del Corazón Inmaculado de María!

Mi corazón salta de alegría porque, sin tener conciencia de ello, Mirjana confirma el misterioso parentesco entre Fátima y Medjugorje. Yo la miro y obtengo el convencimiento de este triunfo; Mirjana lo verá con sus ojos, durante su vida. ¡Quizás sepa también cómo sucederá ese triunfo...!

—Si no me equivoco, ¿algo muy hermoso se está preparando para todos esos niñitos que la Gospa nos pide que tengamos? —le pregunto.

—¡Tú no, espero! ¡Esto lo dijo para los casados!

Esta fue su manera delicada y humorística de hacerme comprender que la conversación terminaba ahí, que no diría nada más. La dejé entonces preparar la cena para sus hijos, hasta un próximo encuentro.

Medjugorje, el triunfo del corazón
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