Hacedme este único favor por mi bien: calmaos. Estoy un poco más alegre tras mis lágrimas, y únicamente vuestra agitación me apena. Mi querido amigo, cariño mío, dejaos de atormentaros, ambos necesitamos paz para que nuestros pensamientos puedan apaciguarse y volverse soportables, o de lo contrario acabaremos como pelotas en un partido de tenis.