Os escribí una carta esta mañana carente de todo sentido común. Me devolvisteis esta carta, yo la hice pedazos ante vos y la quemé. ¿Qué más satisfacción podéis desear? Incluso la Iglesia no aspira a más una vez que un hereje ha sido quemado. Mi nota ha sido quemada. No deberíais querer quemarme también a mí... Paz, amigo mío. Os tiendo la mano. ¿Deseáis tomarla?