La carta de Brümmer contenía otras peticiones. Solicitaba a Juana que viajase de incógnito hasta Riga, en la frontera con Rusia, y que, si podía, mantuviera su destino también en secreto. Si, de algún modo, llegaba a conocerse, tenía que explicar que sus obligaciones y la etiqueta le exigían agradecer a la emperatriz rusa, en persona, su generosidad con la casa de Holstein. Para cubrir los gastos de Juana, Brümmer adjuntó un pagaré por valor de diez mil rublos en un banco de Berlín. La carta no especificaba la intención última del llamamiento, pero una segunda carta, que llegó a través de otro correo unas pocas horas más tarde, dejaba las cosas claras. Esta carta provenía de Federico II de Prusia y también estaba dirigida solo a Juana:
No seguiré ocultando que, además del respeto que siempre he sentido hacia vos y hacia vuestra hija la princesa, siempre he deseado otorgarle a esta última alguna fortuna especial; he dado en pensar que quizá podríamos preparar una unión entre ella y su primo, el gran duque Pedro de Rusia.