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Neumonía
Sofía no tardó en comprender dos hechos fundamentales sobre su posición en Rusia: primero, que era a Isabel, no a Pedro, a quien tenía que complacer; y, segundo, que si quería tener éxito en este nuevo país, debía aprender su idioma y practicar su fe religiosa. En el plazo de una semana tras su llegada a Moscú, inició su educación. Le proporcionaron un profesor para que le enseñara a leer y hablar ruso, y le asignaron un sacerdote erudito para que la instruyera en las doctrinas y liturgia de la Iglesia ortodoxa rusa. A diferencia de Pedro, que se había resistido y rebelado contra todo lo que sus profesores intentaban enseñarle, Sofía estaba ansiosa por aprender.
La tarea más urgente, a juicio de Isabel, era la conversión a la ortodoxia, y la figura religiosa elegida para enseñar estaba específicamente equipada para calmar las aprensiones de una joven protestante a la que se pedía que abandonara su fe luterana. Simeón Todorski, obispo de Pskov, era un hombre cultivado y tolerante que hablaba alemán con soltura, pues había pasado cuatro años estudiando en la Universidad de Halle en Alemania. Allí había llegado a creer que lo que importaba de la religión no eran las diferencias entre credos sino el mensaje interno fundamental del cristianismo. Asesoró a Sofía respecto a que la fe ortodoxa no era tan distinta de la luterana y que no estaría faltando a la promesa hecha a su padre si se convertía. Impresionada, Sofía escribió a su padre que había llegado a la conclusión de que la discrepancia entre el luteranismo y la ortodoxia era tan solo que «los ritos externos son bastante distintos pero que la Iglesia aquí está ligada a ellos por la rusticidad de la gente».70 Cristiano Augusto, alarmado por la velocidad con la que parecía estar desapareciendo el protestantismo de su hija, escribió en respuesta:
Buscad en vos misma con cuidado si de verdad os sentís inspirada en vuestro fuero interno por una inclinación religiosa o si, tal vez, sin ser consciente de ello, las señales de favor que os muestra la emperatriz... os han influenciado en esa dirección. Los seres humanos a menudo vemos tan solo lo que está ante nuestros ojos. Pero Dios en su justicia infinita escruta el corazón y nuestros motivos secretos y nos manifiesta en consecuencia su misericordia.