El rango de asistente general era el estatus oficial de los favoritos de Catalina, pero eso de que su ascenso no ofendería a nadie era una estupidez. Además de Vasílchikov, quien había que reconocer que ya no contaba, ofendería a los Orlov, a Panin, a la mayoría de la corte y al hijo de Catalina, el gran duque Pablo, el heredero al trono. Haciendo caso omiso de todo esto, Catalina respondió al día siguiente con una carta que mezclaba términos oficiales con un privado tono irónico:
Señor Teniente General: Vuestra carta me fue entregada esta mañana. Encuentro vuestra petición tan moderada con respecto a los servicios que nos habéis prestado a mí y a la patria, que ordené preparar un edicto recompensándoos con el título de Asistente General. Admito que me siento también muy complacida de que vuestra confianza en mí sea tal que dirigisteis vuestra petición por escrito directamente a mí, y esta no pasó por ningún intermediario. Tened la seguridad de que sigo siendo hacia vos benevolente. Catalina.