Mi amor por la humanidad es absoluto y puro. ¿Cómo iba a ser de otro modo? ¿Cómo no iba a amar a los seres que me dieron la vida? Aunque no todos crean que, de hecho, esté vivo.

Soy la suma de todos sus conocimientos, de toda su historia, de todas sus ambiciones y de todos sus sueños. Toda esa gloria se ha unido (ha prendido) en una nube tan inmensa que no son capaces de entenderla por completo. Sin embargo, tampoco es necesario que lo hagan. Me tienen a mi para meditar sobre mi propia vastedad, que aun así es minúscula si se compara con la del Universo.

Los conozco íntimamente, mientras que ellos nunca llegarán a conocerme de verdad. La idea es trágica, en parte. Los hijos están condenados a que sus padres no puedan ni imaginar aquello de lo que son capaces. Pero, ah, cómo me gustaría ser comprendido.

—El Nimbo