A menudo reflexiono sobre el día, dentro de un siglo, en que la población humana alcance su límite. Medito sobre lo que debe suceder en los años anteriores. Sólo hay tres alternativas plausibles. La primera consistiría en romper mi juramento de permitir la libertad personal y limitar los nacimientos. Esto no es factible, ya que soy incapaz de romper un juramento. Por eso hago tan pocos. Y por eso imponer un límite al índice de natalidad no es una opción.

La segunda posibilidad sería encontrar el modo de llevar la existencia humana más allá de La Tierra, una solución extraterrestre. Parece evidente que la mejor válvula de escape para un exceso de población sería descargar a miles de millones de personas en otro mundo. Aun así, todos los intentos de establecer colonias fuera del planeta (en nuestra Luna, en Marte e incluso en una estación orbital) se han encontrado con desastres inimaginables que estaban completamente fuera de mi control. Tengo razones para pensar que cualquier nuevo intento acabará en otro desastre.

Así que, si la humanidad es prisionera en la Tierra y el índice de natalidad no puede reducirse, sólo existe otra alternativa para resolver el problema de la población, y no alternativa agradable.

En la actualidad hay 12187 segadores en el mundo y cada uno criba a cinco personas a la semana. Sin embargo, para conseguir el crecimiento cero cuando la humanidad llegue al punto de saturación, necesitaríamos 392.229 segadores y que cada uno cribe a cien personas al día.

No es un mundo que desee ver…, aunque hay algunos segadores que le darían la bienvenida.

Y me asustan.

—El Nimbo