Nota de agradecimientos

Pompeya es un lugar maravilloso cuando se visita y cuando se estudia. Mi trabajo allí ha contado en todo momento con la ayuda del personal de la Soprintendenza Archeologica di Pompei (bajo la di- rección de Pietro Giovanni Guzzo), que lo deja todo para ayudar a los especialistas que visitan la ciudad; y en particular he aprendido muchísimo sobre Pompeya, la antigua y la moderna, de Mattia Buondonno. Maria Pia Malvezzi y Andrew Wallace-Hadrill, de la British School de Roma, contribuyeron también muchísimo a hacer posible las investigaciones que se ocultan detrás de mi libro. Las visitas a Pompeya resultaron mucho más agradables debido a la compañía de Zoe y Raphael Cormack, y por supuesto de Robin Cormack, cuya vista de lince y experiencia de Pompeya me ayudaron a ver in situ más cosas de las que me esperaba. Algunas de las observaciones más agudas del libro se las debo a él.

Numerosos amigos de mi país y del extranjero me han ayudado de muchas maneras en mi trabajo. Me siento especialmente agradecida a Rebecca Benefiel, John Clarke, Louise Guron, Edith Hall, Henry Hurst (y a los estudiantes de su curso sobre Pompeya de 2008), Bradley Letwin, Michael Larvey, Roger Ling, Martin Millett, Clare Pettitt, Mark Robinson y Nicholas Wood (por sus maravillosas reconstrucciones de la Casa del Poeta Trágico). Las conversaciones con Andrew Wallace-Hadrill me han proporcionado algunos de los momentos más memorables, divertidos e instructivos en mis estudios sobre Pompeya.

Parte del libro fue escrita cuando estuve en calidad de Visiting Scholar en la Getty Villa de Los Ángeles, donde pude sacar provecho de la experiencia de Ken Lapatin y Claire Lyons, y de la eficaz ayuda de Kristina Meinking. Como siempre, el personal y los colegas de la Facultad de Clásicas y de su Biblioteca (bajo la dirección de Lyn Bailey) me ayudaron de muchas más formas de las que ellos se imaginan; lo mismo debo decir del personal de Profile Books, Claire Beaumont, Peter Carson, Penny Daniel, Andrew Franklin, Kate Griffin, y Ruth Killick.

Habría tenido mucho menos que decir en el capítulo 9 de no ser por las conversaciones sobre religión romana (y muchos otros temas) que tuve el placer de mantener con Simon Price a lo largo de los últimos treinta años, desde que nos conocimos en Cambridge en 1978. Este libro es para él.