Sabotaje
La producción de las V-2 comenzaría en septiembre de 1943. Bajo la vigilancia de los guardianes de las SS, los trabajadores efectuaban su labor en la cadena de montaje en jornadas interminables. La alimentación insuficiente, el agotamiento físico y las afecciones pulmonares provocadas por las voladuras causaron miles de muertes en los primeros meses.
Sin embargo, el espíritu de resistencia entre los presos permanecería incólume; pese a estar vigilados en todo momento, estos serían capaces de sabotear la producción. El resultado de utilizar piezas defectuosas o no apretar suficientemente algún tornillo fue que muchas V-2 no llegarían a su destino; unas estallaban durante el lanzamiento o bien se apartaban mucho de su trayectoria normal, mientras que otras parecían enloquecer en el aire. Cerca de un tercio de la producción total resultó inútil, un mérito que hay que anotar en el haber de los trabajadores de los túneles de Dora.
En el verano de 1943 se construyeron colosales búnkers de hormigón en las proximidades de Wizernes, en el norte de Francia. En ellos se acabarían de ensamblar las V-2 para ser después lanzadas contra sus objetivos. Los trabajadores reclutados a la fuerza, los prisioneros de guerra y los internados en los campos de concentración constituirían la mano de obra que ejecutaría la construcción. Pero, a pesar de la vigilancia, los que allí trabajaban lograron avisar a los aliados por medio de la resistencia francesa, consiguiendo también ralentizar el ritmo de las obras y retrasando así la finalización de los búnkers.
Los aliados emplearon todos los bombarderos disponibles en su intento de arrasar los gigantescos búnkers, en cuya construcción se habían empleado millones de metros cúbicos de cemento; a modo de ejemplo, la cantidad utilizada hubiera bastado para cubrir durante dos años las necesidades de este material en una gran ciudad como Colonia. La cúpula del búnker de mayores dimensiones pesaba más de mil toneladas.
Los norteamericanos idearon un ataque realizado por cuatrimotores cargados de explosivos, que eran guiados a distancia una vez que sus tripulantes se arrojaban en paracaídas sobre el Canal. En uno de estos aparatos, que se estrelló antes de tiempo sobre las islas británicas, falleció el teniente Joseph Kennedy, hermano del futuro presidente estadounidense[12].
La voladura definitiva de los búnkeres de Wizernes se logró gracias a un nuevo invento del profesor Barnes Wallis, el creador de la «bomba rebotante» utilizada en la referida Operación Chastise. En esta ocasión, Wallis ideó una bomba de diez toneladas que él mismo denominó «bomba terremoto», capaz de derrumbar muros de hormigón de varios metros de espesor.
El campo de concentración de Mittelbau-Dora fue construido para
albergar a los prisioneros que producían las V2, V1 y algunos
motores de avión en la fábrica subterránea de Mittelwerk. A los
prisioneros se les mantenía bajo tierra, encerrados en túneles
subterráneos, desprovistos de luz natural y aire fresco.