Rumbo a noruega
En diciembre de 1941, y bajo el mando recién estrenado de lord Mountbatten, se llevaría a cabo el primer gran ataque de Operaciones Combinadas de la guerra. El objetivo de esta acción sería Vagsoy, una isla separada por unos centenares de metros de la costa noruega, entre los puertos de Trondheim y Bergen.
El objeto de la incursión era similar al que se había lanzado contra las islas Lofoten, aunque más ambicioso. Además de atacar y destruir la guarnición alemana en el pequeño puerto de Vagsoy del Sur (Sor-Vagsoy) y volar las fábricas de aceite de pescado, iban a tratar de hundir barcos, traer voluntarios noruegos a Gran Bretaña y capturar soldados germanos y civiles colaboracionistas.
Esos objetivos, de alcance limitado a pesar de todo, se enmarcaban en la estrategia general de hostigar a los alemanes en aquellos lugares en donde creyeran estar seguros, como era Noruega, para forzarles a destinar allí más efectivos. Cuantos más hombres emplearan en la defensa de las costas occidentales de Europa, menos serían los disponibles para combatir en el frente oriental o en el norte de África.
Se pensaba que la guarnición de Vagsoy del Sur consistía en ciento cincuenta soldados de infantería, un carro de combate y un centenar de trabajadores de la Organización Todt[1]. Una batería de cuatro cañones, situada en la pequeña isla de Maloy, y otra de dos cañones, emplazada en la isla de Rugsund, cubrían el fiordo de Vagsoy.
La fuerza de desembarco estaba integrada por quinientos setenta hombres. Se agregaron combatientes del Ejército noruego para actuar de guías e intérpretes. El puesto de mando se estableció en el crucero ligero Kenya. La fuerza sería escoltada y apoyada por cuatro destructores (Onslow, Oribi, Offa y Chiddingfold) y los hombres desembarcarían desde dos buques de asalto. El submarino Tuna actuaría de baliza para facilitar la navegación.
El 13 de diciembre de 1941, una vez reunidos todos los hombres que debían participar en la misión, se explicaron en detalle las acciones que debían ejecutarse durante la denominada Operación Archery. Con mapas, fotografías aéreas y maquetas se indicó a cada hombre su cometido con las posibles alternativas; todos debían asegurarse de haber entendido el papel que debían desempeñar en la misión.
Pero a diferencia de las Lofoten, Vagsoy estaba muy fortificada con baterías costeras y guarniciones alemanas y por lo tanto había pocas posibilidades de desembarcar sin resistencia. El plan era que un grupo atacara y se apoderara del sur de Vagsoy el tiempo suficiente para que otro grupo volara las fábricas. Pero primero había que silenciar los cañones de la costa y las baterías antiaéreas de Maloy, una minúscula isla que protegía el canal entre Vagsoy y la tierra firme noruega.
Un componente esencial de la operación era la estrecha cooperación entre la Royal Navy y la RAF. Cuando entrasen los comandos, los bombarderos atacarían los aeródromos cercanos ocupados por los alemanes, y el crucero Kenya y los cuatro destructores bombardearían las posiciones de la artillería alemana en Vagsoy y Maloy. La incursión tendría lugar el 26 de diciembre de 1941, cuando los alemanes estuvieran descansando tras las fiestas de Navidad, pero los comandos debían ponerse en camino dos días antes.
Louis Mountbatten fue a Scapa Flow para desear suerte a los incursores, que ese año no podrían celebrar la Nochebuena. Su ardorosa arenga concluyó con estas palabras:
Una última cosa. Cuando mi buque, el destructor Kelly, fue hundido en las proximidades de Creta a primeros de año, los alemanes ametrallaron a los supervivientes en el agua. Por mi parte no es absolutamente necesario tratarlos con amabilidad. ¡Buena suerte a todos!
A pesar de las palabras de lord Mountbatten, no parecía necesario insuflar ánimo y valor en aquellos hombres. Tal como se ha apuntado, la mayor parte de ellos habían estado en Dunkerque y consideraban que había llegado el momento del ansiado desquite; los oficiales se vieron obligados a recordarles el comportamiento que debían mostrar con los prisioneros, respetando en todo momento las leyes y costumbres de la guerra.
A las nueve y cuarto de ese 24 de diciembre, amparados en la oscuridad, la fuerza de ataque zarpó de la base de Scapa Flow en dirección a Sullom Voe, en las islas Shetland. En el trayecto, el convoy se vio fuertemente zarandeado por un vendaval procedente del Atlántico. Los buques de asalto, con todo su aparejo de lanchas de desembarco, se balanceaban de tal modo que parecía que de un momento a otro iban a volcar. Para alivio de las tripulaciones, al mediodía llegaron por fin a las Shetland. La tormenta no se había apaciguado aún, por lo que se decidió permanecer al abrigo del puerto de Sullom Voe y aprovechar para realizar reparaciones. De las bodegas de uno de los buques de asalto hubo que desalojar ciento veinte toneladas de agua.
Un grupo de comandos británicos perfectamente formado a bordo de
una lancha de desembarco. Este entrenamiento les sería útil en
operaciones anfbias como la del asalto a Vagsoy.
Como la predicción meteorológica indicaba que la tormenta todavía duraría un mínimo de doce horas, y ante las múltiples averías sufridas por la flotilla, se decidió retrasar la incursión veinticuatro horas. Los comandos, acostumbrados a participar en operaciones que se cancelaban en el último momento, se dedicaron a especular sobre las auténticas razones del retraso; el rumor más original fue el que aseguraba que el Papa había pedido que no se efectuasen operaciones el día de Navidad. Así, los hombres disfrutaron de un inesperado día de fiesta, que algunos aprovecharon para buscar y decorar un árbol navideño.
Al día siguiente, otro grupo de comandos llevó a cabo un pequeño golpe de mano en Reine, en la costa norte de las islas Lofoten. Este asalto, conocido como Operación Anklet, se lanzó con el fin de distraer la atención de los alemanes ante la incursión que estaba a punto de tener lugar en la costa noruega.
A las cuatro de la tarde del 26 de diciembre la fuerza que debía asaltar Vagsoy se hizo de nuevo a la mar para cubrir las últimas trescientas millas que les separaban de su objetivo. La travesía se realizaría con viento y oleaje, aunque las condiciones del mar irían mejorando conforme se fueron acercando a la costa.