Objetivo: rommel
Tal como se ha apuntado, Tobruk, convertido en un enclave aliado sometido a asedio por las tropas del Eje, se había convertido en una obsesión para Churchill. Era necesario romper la dinámica derrotista en la que se había instalado el Ejército británico para evitar que Tobruk cayera en manos de Rommel. La decepcionante campaña africana se cobraría su primera víctima; el general Wavel fue destituido por Churchill como comandante de Oriente Medio, y en su lugar nombró al general Claude Auchinleck, con la esperanza de que él sí fuera capaz de frenar al victorioso Afrika Korps.
A principios de mayo Rommel dejó de presionar sobre Tobruk, al haberse extendido demasiado sus líneas de suministro, y se limitó a situar unas divisiones de infantería italiana ante la ciudad sitiada. El plan de Rommel estaba claro; acumular fuerzas ante Tobruk para tomarla y proseguir el avance hacia El Cairo. Aunque la guarnición de Tobruk contaba con hombres, armamento y suministros suficientes para resistir varios meses, Churchill era consciente de que, si no se actuaba con decisión, la caída de Tobruk era sólo cuestión de tiempo. Para evitar ese desastre, el primer ministro proporcionó al general Auchinlek treinta mil toneladas de aprovisionamientos, además de nuevas divisiones, setenta carros y casi un centenar de cañones, con el objetivo de lanzar una ofensiva en noviembre de 1941.
Pero Churchill sabía que enviar refuerzos no era suficiente para asegurarse la victoria ante el avasallador ejército de Rommel. El pesimismo estaba haciendo mella entre las tropas británicas, que habían interiorizado el hecho de que Rommel era invencible. Antes de intentar derrotar a Rommel en el campo de batalla, era preciso rearmarse psicológicamente. Pero, ante las dificultades para convencer a las tropas de que el general alemán era vulnerable, Churchill tomó una decisión drástica; eliminar al Zorro del Desierto del tablero en el que se estaba jugando el dominio del Norte de África.
El primer ministro británico consideraba que, si se conseguía acabar con Rommel, las opciones de victoria serían sin duda mucho mayores, ya que el Afrika Korps se vería privado de su privilegiado cerebro. El plan para lograrlo recibiría el nombre de Operación Flipper y consistiría en enviar un comando tras las líneas enemigas e irrumpir en el cuartel general de Rommel, con el fin de capturarlo. Una vez aprehendido, Rommel debía ser conducido a la costa para ser trasladado a un submarino, que pondría rumbo a Gran Bretaña. Allí sería confinado en un campo de prisioneros; no había duda de que el Afrika Korps acusaría el golpe moral que representaría ver a su líder en esa nueva condición. En todo caso, si la captura no resultaba factible por el motivo que fuera, el comando tendría órdenes de acabar con su vida.