Alimentar la esperanza
La incursión en las islas de Maloy y Vagsoy constituyó un éxito prometedor para Gran Bretaña, a pesar de que la operación se había saldado con un balance de diecinueve comandos muertos y cincuenta y dos heridos. Afortunadamente, sólo hubo que lamentar la muerte de un ciudadano noruego y cinco heridos leves, aunque se estimó que los daños sobre propiedades noruegas ascendían a cinco millones de coronas. Ese precio en vidas no empañó el enorme mérito de haber logrado asaltar una posición enemiga firmemente defendida, utilizando de forma sincronizada fuerzas aéreas, navales y terrestres. El asalto no había provocado más que una inapreciable grieta en la megalítica fortaleza europea de Hitler, entonces invulnerable, pero consiguió mantener viva la llama de la esperanza de conseguir algún día asaltarla con éxito.
Un soldado británico herido es evacuado, ayudado por sus
compañeros.
Aunque regresaron a Gran Bretaña esos setenta y un voluntarios, el Gobierno noruego en el exilio no quedó muy complacido por los resultados de la incursión. El gabinete consideró que la acción no serviría para acortar la guerra en su país, sino más bien al contrario; los alemanes se habían visto sorprendidos por esa operación realizada sobre una costa que era considerada segura, por lo que era muy probable que reforzasen sus defensas en el litoral noruego, haciendo que la victoria final fuera más difícil de lograr que si la incursión no se hubiera realizado.
El Gobierno de Oslo en el exilio no se equivocaba; Hitler se enfureció al conocer la noticia de la incursión de Vagsoy y envió de inmediato doce mil hombres para reforzar las defensas en territorio noruego. Sin embargo, la apreciación de los gobernantes noruegos de que la Operación Archery iba a dificultar la victoria aliada sería errónea; dado que los aliados no tenían la intención de invadir Noruega, el asalto a Vagsoy constituyó una maniobra de distracción de enorme importancia, y quién sabe si decisiva para la marcha de la guerra. De hecho, tras el ataque, Hitler interpretó que este había servido como banco de pruebas a los aliados para lanzar un ataque a gran escala sobre Noruega, lo que le llevó a incrementar significativamente los efectivos en este escenario y a enviar allí una división acorazada para actuar como reserva móvil, además de ordenar la instalación de nuevas y modernas baterías costeras, detrayendo esos medios de otros escenarios en los que sí se decidiría la suerte de la guerra.
El proceso de refuerzo de las defensas germanas en Noruega, provocado en buena parte por el exitoso asalto a Vagsoy, continuaría hasta el 6 de junio de 1944; cuando los aliados desembarcaron en Normandía, la guarnición alemana en Noruega ascendía a trescientos setenta y dos mil hombres. Si tan sólo cien mil de ellos hubieran estado presentes en las costas francesas en el momento del desembarco aliado, quizás el desenlace del Día D habría sido muy distinto, un mérito que hay que atribuir a aquellos hombres ateridos de frío dispuestos a asaltar la fortaleza europea de Hitler en un remoto fiordo noruego.