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Anotación pertinente
Dicen que esos mismos días, no lejos de las playas de Almuñécar, donde el viento arreciaba y el mar alebrestado tragaba naves sin dar saciedad a su torvo apetito, una pequeña embarcación combatía intentando salvarse. Nadie la recordaría si no fuera porque antes de naufragar, comida por la tempestad, se oyó decir en ella esta plegaria:
Yo, que niego llamarme Zoraida y quiero ser María,
yo, que nací hija de Agí Morato, el infiel, ya no soy sino de Cristo
y su paloma,
yo, que navego dejando atrás las tierras árabes para buscar alojo
en el convento donde sólo viven dulces mujeres, donde se venera
a la Virgen María, la Nana Moraita,
me alejaré del mundo vil para alcanzar la paz y buena vida
de los cristianos.
¡Allá voy, hacia ti, Europa, espejo del cielo y único refugio del bien!
¡Sólo en ti los ricos no cruzan el ojo de la aguja, sólo en ti vale la
pureza del alma! ¡Dios Santísimo, que tu rojo corazón palpitando
nos proteja, nos deje llegar a puerto! ¡En ti confío!
Fin de lo que se dice de Zoraida.