Don Pedro, Filomena, Don Rafael.
Don Pedro. (Esperando que se aleje.) Ahora, aprovechando su ausencia... (A Filomena, que se asoma a la puerta.) ¿Está lejos?
Filomena. Ya están en la calle... Registremos todo. (Dirígense los dos a la mesa de escribir.)
Don Rafael. ¿Pero qué hacen?
Don Pedro. (Probando a abrir el cajón de la mesa.) Veamos si se encuentra aquí la clave de este misterio.
Filomena. (Dándole un manojito de llaves.) Prueba con estas llaves.
Don Rafael. Pero, señor Marqués...
Don Pedro. Alguna habrá que sirva. (Probando llaves.) Ésta no va... probemos otra.
Don Rafael. Permítanme que les diga...
Don Pedro. Sí: que es cosa fea esta violación de cerraduras...
Filomena. Pero se trata de un ser adorado...
Don Pedro. Que no queremos que se nos extravíe.
Filomena. Nos encontramos frente a un tremendo enigma...
Don Pedro. (Probando otra llave.) A ver ésta... Señor don Rafael, el enigma es éste: ¿cómo se puede atender a las necesidades de esta familia, y pagar el colegio de los niños, vendiendo flores de trapo y jugando a las tiendas?
Don Rafael. Puede ser, cuando ella lo hace.
Don Pedro. Pero de veras, don Rafael, ¿usted no duda?
Filomena. ¿No sospecha...?
Don Rafael. (Con energía.) Ni sospecho ni dudo. Yo creo en María.
Don Pedro. (Lanzando una exclamación de alegría al sentir que se abre la cerradura.) ¡Ah! (Tira del cajón.)
Filomena. ¡Abierto! (Se aproxima con viva curiosidad.)
Don Pedro. Venga usted, señor Cura, y examine...
Don Rafael. (Alejándose.) Yo no: soy confesor; pero no abro las conciencias con llave falsa.
Filomena. (Dando prisa a don Pedro.) Registra pronto, por si vuelve.
Don Pedro. (Sacando con gran respeto la cestilla del dinero.) ¡Santa Bárbara, cuánto dinero! (Se asombra de su contenido.)
Filomena. (Mirando el dinero sin contarlo.) Pasa de quinientas pesetas...
Don Pedro. (Contando a la ligera.) Doscientas... cuatro... seis... Y también mil... (Más asombrado.) ¡Y también dos mil!... Y aquí un sobre que contiene billetes. A ver, ¿qué dice aquí? (Lee el sobre.) «Dinero del Cielo.»
Don Rafael. (Aparte.) ¡Ahora es ella!
Don Pedro. Tanto dinero me pone en gran confusión.
Filomena. Y a mí.
Don Rafael. A mí no. Dios ha favorecido a la niña en sus negocios.
Don Pedro. La legítima ganancia no puede ser tan grande.
Filomena. No nos hará creer don Rafael que Dios multiplica los billetes de Banco.
Don Rafael. ¿No multiplicó los panes y los peces?
Don Pedro. Amigo mío, no estamos en los tiempos bíblicos.
Don Rafael. En los tiempos bíblicos y en todos los tiempos, Dios hace lo que le da la gana.
Filomena. Y este dinero bajado del Cielo, ¿qué significa? Yo no lo entiendo.
Don Pedro. Queridísimo Cura, ¿no comprende usted que hay misterio?
Don Rafael. Misterio habrá. Pero mi fe religiosa me ha enseñado a creer lo que no entiendo. Creo en María.
Filomena. (A Don Pedro.) Sigue... A ver si los papeles nos aclaran el enigma.
Don Pedro. (Pone la cestilla donde estaba. Saca papeles.) Cuentas... facturas...
Filomena. Lee.
Don Pedro. (Leyendo.) «Letras pagadas por León... Saldo con León...»
Filomena. ¿Y esto, don Rafael?... ¿Qué dice de esta ingerencia del carbonero en los asuntos de mi hija?
Don Rafael. (Imperturbable, paseándose.) Creo en Mariucha.
Don Pedro. (Examinando otro papel.) Una cuenta de sus gastos... (Lee.) «Caja de puros Henry Clay para papá... la pensión de los niños... (Alzando la voz.) Pagado a León...»
Filomena. (Que también ha examinado papeles.) Y aquí: «Cobrado de León...» Esto ya es demasiado.
Don Pedro. (Repitiendo.) ¡Debido a León... entregado a León... recibido de León!... ¡Pero esto es una cueva de leones! (Se levanta indignado.)
Filomena. (Con disgusto.) Déjalo ya... tapa... cierra.
Don Pedro. (A Don Rafael.) ¿Qué significa la repetición de este maldito nombre en todos los apuntes, en todas las cuentas?
Don Rafael. No sé... Con leones y sin leones, creo en Mariucha; creo en la que ha sido y es imagen de la Providencia, mensajera de los consuelos que Dios envía a una desgraciada familia...
Filomena. ¡Oh, quién pudiera creer...! (Óyense las voces de Corral y Bravo dentro.)
Don Pedro. ¡Si esa fe se nos pudiera comunicar!... ¡Ah! ¿Qué voces son esas?