DON JUAN, SUSANA y CASTELL.
JUAN.- ¿Y tú?
SUSANA.- Ya ves. Aquí me quedo, como tú, en mi puesto.
JUAN.- Todos huyen.
SUSANA.- Menos yo.
JUAN.- ¿Qué esperas?
SUSANA.- Espero una vida que has jurado entregarme, y que necesito recoger de
tus manos.
JUAN.- Te juré que Berenguer no iría al Consejo de guerra.
SUSANA.- Pero eso no me basta. (Recelosa.) Necesito esa vida, y me la vas a dar.
JUAN.- Sal pronto de aquí.
SUSANA.- No quiero... (CASTELL sale por la izquierda con dos espadas, que
entrega a DON JUAN. Inmediatamente se retira.) ¿Qué haces?... ¿Cuál es tu infernal
idea?... ¡Oh, un duelo!... Asesinato mas bien... Dame las espadas... (Suplicante.) Primo
mío, por Dios, por su santa madre, por la tuya, te ruego que...
JUAN.- (Imperioso.) Vete.
SUSANA.- No... no harás lo que pretendes, infame. (Agarrándole las manos.) Yo
lo impediré.
JUAN.- ¿Cómo?
SUSANA.- ¡Oh, infeliz de mí!... ¿No hay quien me socorra?... Gritaré... Llamaré a tu
madre, que no consentirá tal iniquidad... ¡Favor, socorro! ¡Quieren matarse!... (Sale
presurosa por la derecha.) ¡La guardia! ¡Favor! ¡Aquí!