ISIDORA; DON SANTOS; LUENGO, que entra receloso y mal humorado.
LUENGO.- ¡Felices!
ISIDORA.- ¿Qué hay?
SANTOS.- ¿Qué trae por aquí nuestro diligentísimo corredor y zurupeto?
LUENGO.- Pues... supe que haces más pedidos.
ISIDORA.- Sí... ¿y qué?
LUENGO.- Que ni tú ni tu padre os dais por vencidos...
SANTOS.- ¡Rendirse esta! ¡ja, ja!
ISIDORA.- Para mí no hay más que dos términos: la victoria o la muerte.
SANTOS.- ¿Qué tal?
ISIDORA.- Soy como los defensores de Zaragoza. No me rindo. Los sitiadores, si entran, pisarán mi cadáver.
SANTOS.- (Aplaudiendo.) ¡Bravísimo por la heroína!
LUENGO.- Bravísimo... Y ha corrido el rumor... por eso vengo... pero ¡quia!, debe de ser broma. ¡Lo que me reí cuando me lo dijeron!
ISIDORA.- ¿Qué?
LUENGO.- Que no contentos mis queridísimos amigos los Berdejos con las dificultades que les agobian, aspiran a quedarse con la camisería del vecino... ¡ja, ja!...
ISIDORA.- No reírse, amiguito.
LUENGO.- ¿Pero no es broma?
SANTOS.- ¿Qué ha de ser? El abuelo Rodríguez es quien pretende...
LUENGO.- (Con estupor.) ¡Pero si el chico de don Nicomedes y mis sobrinos contaban con ese traspaso!... El abuelo les prometió...
ISIDORA.- Pues será en el caso de que nosotros rehusemos...
LUENGO.- (Sulfurándose.) ¡Esto es increíble! ¡Qué gente más aprovechada! ¿Y don Isidro será capaz...?
ISIDORA.- Como siempre, mi padre teme; yo no.
LUENGO.- (Con desprecio.) ¿Y te crees con bríos para...?
ISIDORA.- Para eso y para mucho más. Conseguiré todo lo que me proponga. ¿Cómo? Poniendo en todas mis acciones la energía perseverante que me ha dado Dios. ¡Ay, que no me la quite! ¡No me la quites, Señor!
LUENGO.- (Con ira, marcando mucho la palabra.) ¡Voluntariosa!
ISIDORA.- No es eso... Pero sí: admito la palabra, a falta de otra.
SANTOS.- Eh... ¿qué tal?
LUENGO.- (Desconcertado. Su hipocresía no es bastante a encubrir su cólera.) ¡Pues no lo consentiremos!... digo... si me opongo... es por el bien de esta familia que tanto quiero... ¡Vaya un egoísmo! Pues no será, digo que no será... Queridísimo don Santos, no me niegue usted que...
SANTOS.- Pero ven acá... (Siguen disputando en voz baja.)