Sala baja en la Pardina. En paredes, techo y muebles, aspecto de venerable antigüedad, bien conservada.
GREGORIA y VENANCIO.
GREGORIA.- (Asomándose a una ventana.) Ya está aquí Capitán... ¡Oh!... allí vienen. (Asustada.) ¡Jesús, lo que veo!
VENANCIO.- ¿Qué?
GREGORIA.- ¡El Conde con ellas, el señor Conde!
VENANCIO.- Sin duda ha venido a pie por el atajo del bosque. Es gran andarín.
GREGORIA.- ¡Pero qué viejo está! Mira, mira.
VENANCIO.- (Mirando.) ¡Y qué mal trajeado! Da pena verle... ¡Quien fue siempre la misma elegancia...!
GREGORIA.- ¿Sales a recibirle?
VENANCIO.- (Con prisa.) A escape... Prepárale café, que de fijo lo pide al entrar...
GREGORIA.- Sí, sí...
VENANCIO.- (Desde la puerta.) Y manda un recado al señor Cura, que nos dijo que le avisáramos en cuanto el Conde llegase...
GREGORIA.- (Aturdida, sin saber a qué atender primero.) El café... recado al Cura... ¿Y la comida? Voy. ¡Pero si ya están aquí! ¡Jesús me valga!...