Dichos; SERAFINITO, por el foro.
SERAFINITO.- (Entra rápidamente con varios muestrarios.) Aquí estoy. Me pediste un muestrario y te traigo tres. (11)
ISIDORA.- Bien: así me gusta.
SANTOS.- (Con LUENGO, a la derecha.) No hay quien pueda con esta chica.
LUENGO.- Es un demonio.
SANTOS.- Un demonio que anda demasiado suelto, y yo pienso atarle.
LUENGO.- ¿Cómo?
SANTOS.- Con una cuerda, soga o cabezal, según los casos, que se llama marido.
LUENGO.- ¡Un marido!
SANTOS.- En eso ando.
LUENGO.- Ya... tratos y contubernios. Boda en perspectiva. Ahora comprendo... Por eso echan tantos humos, y quieren apandar todos los negocios... Claro: trincan al sonámbulo, que aún tiene dinero. (Con misterio.) Pues oiga, don Santos... No hay que fiarse.
SANTOS.- ¿Qué dices?
LUENGO.- Que si se confirma cierto run run, esa boda podría ser para ustedes un negocio detestable.
SANTOS.- ¿Ya empiezas?... ¡Envidioso!
LUENGO.- Pues, no digo nada... Al tiempo.
SANTOS.- ¡Bah!... La envidia te come. (Retirándose.) ¿Vienes tú?
LUENGO.- (Pensativo, buscando un pretexto para quedarse.) Todavía no. Quiero ver esos muestrarios...
SANTOS.- Pues abur... Que te alivies. (Vase por el fondo.)
ISIDORA.- Ahora te vas a la tienda... No te muevas de allí hasta que yo te llame.
SERAFINITO.- Allí estaré. (Vase a la tienda.)