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Dices: «Puedo emplear a aquél, que es mi partidario. Mas a éste que se opone a mí, lo coloco por comodidad en el otro campo, y no pretendo obrar sobre él, salvo en la guerra».
Con lo que al decir esto, forjas y endureces a tu adversario.
Y yo digo que amigo o enemigo son palabras de tu fabricación. Y que, por cierto, especifican algo, como definirte lo que pasará si os encontráis en el campo de batalla; pero un hombre no está regido por una única palabra y conozco enemigos con los que estoy más unido que con mis amigos, otros que son más útiles, otros que me respetan mejor. Y mis facultades de acción sobre el hombre no están ligadas a su posición verbal. Diré hasta que actúo mejor sobre mi enemigo que sobre mi amigo porque aquél que marcha en la misma dirección que yo me ofrece menos ocasión de encuentro y en cambio aquél que va contra mí, y no deja escapar ni un gesto mío, porque depende de él, ni una palabra.
Mas, ciertamente, no ejerceré un mismo género de acción sobre uno que sobre el otro; pues he recibido mi pasado en herencia y no tengo poder para cambiar nada en él. Y si ocupo esta comarca ornada de un río, de una montaña, y me veo obligado a guerrear en ella, absurdo sería que deplorara la posición de la montaña o la dirección del río. Y de ningún conquistador sano de espíritu has recibido esas lamentaciones. Mas usaré del río como un río y de la montaña como de una montaña. Y quizá situada aquí, me servirá menos de lo que me hubiera servido situada en otra parte, lo mismo que el adversario, si es poderoso, te favorecerá, por cierto, menos que un aliado. Mas lo mismo sería lamentar no haber nacido en otra época, o como jefe de otro imperio, lo que es de la podredumbre del sueño. Pero siendo dado lo que es y de lo cual debo tener cuenta, que dispongan del mismo poder de acción sobre mi adversario que sobre mi amigo. Que esta acción sea en un sentido, más o menos favorable y en el otro, más o menos desfavorable. Pues si se trata de actuar sobre el fiel de una balanza, es decir, de manifestarte por una acción, o por una fuerza, equivalentes son las operaciones que consisten sea en levantar un peso del platillo de la derecha, sea en agregar un peso al platillo de la izquierda.
Pero tú partes de un punto de vista moral que nada tiene que hacer en tu aventura, y a aquél que te ha vejado, injuriado o traicionado, lo condenas y lo arrojas y lo obligas a vejarte, injuriarte o traicionar más gravemente mañana. Yo utilizo como traidor a aquel mismo que me ha traicionado; porque es pieza de un tablero de ajedrez, y determinado, y puedo apoyarme en él para concebir y organizar mi victoria. Porque mi conocimiento del adversario ¿no es ya un arma? Y de inmediato usaré mi victoria para colgarlo.