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Me pareció entonces que los hombres, sometidas a las ilusiones de su lenguaje y habiendo observado que es fecundo desmontar el objeto para adquirir conocimientos, cuando hubieron comprobado la eficacia fulminante de ese método, arruinaron su patrimonio. Pues lo que es verdad, y sin duda nunca en forma absoluta, para la materia, se torna falso para el espíritu. En efecto, tú, hombre, estás de tal manera hecho, que los objetos te parecen vacíos y muertos si no son de un reino espiritual; y aun cuando seas grueso e insensible, no deseas este objeto más bello que el otro, sino por el sentido que tiene entre los tuyos, lo mismo que si deseas el oro, es porque lo supones henchido de tesoros invisibles, y que si tu mujer desea ese adorno, no es para sujetar la cabellera, sino porque es una convención en un lenguaje, y es jerarquía, y mensaje secreto y signo de dominación.
Así se me apareció la única fuente donde se puedan abrevar el espíritu y el corazón. El único alimento que te conviene. El único patrimonio que debe ser salvado. Y que necesitas reconstruir lo que habías dilapidado. Pues estás allí, sentado entre las ruinas de objetos esparcidos, y si el animal está satisfecho, el hombre está amenazado en ti por el hambre y sin saber de qué tiene hambre, pues al mismo tiempo estás hecho de tal manera que tu necesidad de alimentos es el fruto de tu alimentación; y si una parte tuya es mantenida en la miseria y semidormida por falta de alimento o de ejercicio, no reclamas ni ese ejercicio ni ese alimento.
Por tanto, si nadie desciende hasta ti de tu montaña y no te instruye, no sabrás cuál de los caminos que seguir te salvará. Lo mismo que no creerás, por muy sabiamente que lo razonen, qué hombre nacerá de ti o despertará en ti, pues no está aún presente.
Por eso mi sujeción es potencia del árbol y a través de él, liberación de la rocalla.
Y paso a paso puedo hacerte comunicar con tesoros cada vez más vastos. Pues en verdad ya es bello el del amor y el de la casa y del patrimonio y del imperio y del templo y de la basílica en que se ha tornado el año cuando cambiaron los días de fiesta; pero si tú me permites que te guíe para ayudarte a escalar la más alta montaña, tengo tesoros para ti, tan duros de conquistar que muchos renunciarán a ellos en su ascensión, pues para construir la nueva imagen les robo las piedras de otros templos que adoran.
Pero triunfando para algunos, soy para ellos de tal manera patético que el alma les arde. Pues hay estructuras tan cálidas que son como un fuego para las almas. A ésas yo las llamaré abrasadas de amor.
Ven, pues, a mi casa a edificarte saldrás resplandeciente.
Pero Dios se pierde. Pues te lo he dicho con respecto al poema. Por bello que sea no puede alimentarte todos los días… Mi centinela que va de uno a otro lado tampoco puede ser día y noche, un ferviente del imperio. Se deshace a menudo en las almas el nudo divino que anuda las cosas. Ve a ver al escultor. Está triste hoy. Menea la cabeza ante su mármol. ¿Por qué, se dice, esa nariz, ese mentón, esa oreja…?, pues ya no ve más lo captado. Y la duda es rescate de Dios; pues Él te falta entonces, y te hace daño.