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Vino la noche y escalé la más alta curva de la comarca para mirar dormir la ciudad y extenderse alrededor, en la oscuridad universal, las manchas negras de mis campamentos en el desierto. Y esto con el propósito de sondar las cosas, conociendo a la vez que mi ejército era un poder en marcha y la ciudad un poder cerrado como un polvorín, y que a través de esta imagen de un ejército apretado alrededor de su polo, otra imagen estaba en marcha, y en construcción sus raíces, de las que nada podía conocer todavía, ligando diferentemente los mismos materiales; y buscaba leer en la noche los signos de esta gestación misteriosa, no con el fin de preverla, sino de gobernarla, pues todos, menos los centinelas, han ido a dormir. Y reposan los ejércitos. Pero he aquí que eres navío en el río del tiempo. Y ha pasado sobre ti esa luminosidad de la mañana, del mediodía y de la tarde como la hora de empollar, haciendo progresar un poco las cosas. Luego el ímpetu silencioso de la noche después del golpe del pulgar del sol. Noche bien aceitada y entregada a los sueños, pues sólo se perpetúan los trabajos que se hacen solos, como los de la carne que se repara, los jugos que se elaboran, el paso de rutina de los centinelas, noche entregada a los sirvientes porque el señor se ha ido a dormir. Noche para la reparación de las faltas, pues su efecto ha sido postergado hasta el día. Y yo, vencedor por la noche, remito a mañana mi victoria.
Noche de racimos que aguardan la vendimia, retenidos por la noche, noche de cosechas en prórroga. Noche de enemigos cercados a los que no cogeré hasta el día. Noche de los juegos hechos; pero el jugador ha ido a dormir. El mercader ha ido a dormir; mas ha dado las consignas al vigilante nocturno que marcha los cien pasos. El general ha ido a dormir; pero ha pasado la consigna a los centinelas. El principal se ha ido a dormir, pero ha pasado la consigna al timonel, y el timonel conduce a Orión, que se pasea en el mástil, allá donde sea necesario. Noche de consignas bien dadas y de creaciones suspendidas.
Pero noche también en que se puede trampear. Donde los merodeadores se apoderan de los frutos. Donde el incendio se apodera de los graneros. Donde el traidor se apodera de las ciudadelas. Noche de grandes gritos que resuenan. Noche del escollo para el navío. Noche de visitaciones y prodigios. Noche de los despertadores de Dios -el ladrón- pues al despertar ¡ya puedes buscar a la que amabas!
Noche en que se sienten crujir las vértebras. Noche en la que siempre he oído crujir las vértebras como el ángel ignorado que siento disperso en mi pueblo y que se trata un día de libertar…
Noche de las simientes recibidas.
Noche de la paciencia de Dios.