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Los bereberes refugiados que no quieren trabajar se acuestan. Acción imposible.
Mas yo impongo estructuras, y no actos. Y diferencio los días. Y jerarquizo a los hombres, y creo habitaciones más o menos bellas para atraer la envidia. Y creo reglas más o menos justas para provocar movimientos dispares. Y no puedo interesarme en la justicia, pues aquí ella consiste en dejar podrir este charco absolutamente muerto. Y los obligo a tomar bien en cuenta mi lenguaje, puesto que mi lenguaje tiene un sentido para ellos. Y no hay ahí más que un sistema de convenciones con ayuda de los cuales quiero alcanzar, como a través de un ciego-sordomudo, al hombre que está enteramente dormido en ellos. Así, el ciego-sordomudo tú lo quemas y le dices, fuego. Y eres injusto con ese individuo, puesto que lo quemas. Mas eres justo con el hombre, ya que al enseñarle el fuego lo iluminas. Y llegará el día en que le digas fuego, sin quemarlo, y él retirará presto su mano. Y ése será el signo de que ha nacido.
Helos, pues, atados a pesar de ellos mismos, en lo absoluto de una red que no pueden juzgar; porque ella existe simplemente. Las moradas «son» diferentes. Las comidas «son» diferentes. (E introduzco también la fiesta que es tender hacia un día y desde entonces existir, «y los someteré a torsiones y tensiones y figuras. Y ciertamente toda tensión es injusticia, pues no es justo que ese día difiera de los otros»). Y la fiesta los hace alejarse o aproximarse a algo. Y las cosas más o menos bellas, ganar o perder. Y entrar y salir. Y dibujaré líneas blancas a través del campo para que sean zonas peligrosas, y haya otras zonas de seguridad. E introduciré el lugar prohibido, donde se es condenado a muerte, para orientarlos en el espacio. Y de esta manera se le crearán vértebras a la medusa. Y ella comenzará a caminar, lo cual es admirable.
El hombre disponía de un lenguaje vacío. Mas el lenguaje obrará nuevamente sobre él como un freno. Y habrá palabras crueles que podrán hacerle llorar. Y habrá palabras encantadoras que le iluminarán el corazón.
«Yo os facilito las cosas…», y todo está perdido. No a causa de las riquezas, sino porque ellas no son más un trampolín para lograr algo, sino provisiones ganadas. Te has equivocado, no al dar de más, sino al exigir menos. Si das más, debes exigir más.
La justicia y la igualdad. Y he ahí la muerte. Pero la fraternidad no se encuentra más que en el árbol. Pues no debes confundir alianza y comunidad, la cual no es más que promiscuidad sin dioses que dominen, ni irrigación, ni musculatura y, por consiguiente, sólo podredumbre.
Pues ellos se han disuelto por vivir en la igualdad, la justicia y la comunidad total. Esto es reposo de bolos mezclados.
Échales la semilla que se absorbe en la injusticia del árbol.