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Malo, cuando el corazón prima sobre el alma.
Cuando el sentimiento prima sobre el espíritu.
Así en mi imperio me ha parecido que era más fácil soldar a los hombres por el sentimiento que por el espíritu que domina al sentimiento. Es, sin duda, signo de que el espíritu debe convertirse en sentimiento; pero no hay en un principio sentimiento que cuente.
Así, me ha parecido que no se debía someter al que crea a los deseos de la multitud. Porque su creación misma debe convertirse en deseo de la multitud. La multitud debe recibir del espíritu y cambiar lo que ha recibido en sentimiento. Ella es un vientre. Debe cambiar el alimento que recibe en gracia y en luz.
Mi vecino ha forjado el mundo porque lo sentía en su corazón. Y ha hecho de su pueblo un himno. Pero he aquí que en su pueblo se ha temido la soledad y el paseo por la montaña, cuando ella se desenvuelve bajo los pies como la cola del profeta y allí el coloquio con las estrellas y la interrogación glacial, y el silencio hecho en derredor, y esta voz que habla y no habla más que en el silencio. Y el que retorna, y retorna amamantado por los dioses. Y vuelve a descender sereno y grave, portando su miel ignorada bajo su esclavina. Y solamente traerán miel los que hayan tenido derecho a abandonar la multitud. Y siempre esa miel parecerá amarga. Y toda palabra nueva y fértil parecerá amarga porque, lo he dicho, nadie ha conocido una mudanza alegre. Y si os educo, lo que os digo quedará fuera de vuestra piel como una vaina para vestiros, como a la serpiente, con una piel nueva. Y he aquí que ese canto se convertirá en cántico, como un incendio forestal brota de una chispa. Pero el hombre que rehúsa ese canto, y el populacho que prohíbe a uno de sus miembros manumitirse para aferrarse a la montaña, matan el espíritu. Porque el espacio del espíritu, donde puede abrir las alas, es el silencio.